Valeria Selinger es argentina, pero vive desde hace años en Francia. Fue ahí donde leyó por primera vez Manèges. Petite histoire Argentine, de Laura Alcoba (editada acá como La casa de los conejos por Edhasa). En la novela, la escritora argentina también radicada en Francia evoca la temporada que pasó entre 1975 y 1976 junto a su madre y sus compañeros de la organización Montoneros en una casa de La Plata, donde éstos habían montado una imprenta clandestina de la revista Evita Montonera. Para no levantar sospechas, colocaron delante jaulas con conejos para hacerle creer a los vecinos que se dedicaban a la cría de roedores. Salvo Alcoba y su madre, que lograron exiliarse en Francia, el resto de sus habitantes tuvo un final trágico. Todos (salvo Daniel Mariani, hijo de “Chicha” Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, quien no se encontraba allí y fue asesinado meses después) murieron el 24 de noviembre de 1976 en un brutal operativo contra la casa que duró unas cuatro horas e incluyó una lluvia de balas de distinto calibre y hasta un ataque con mortero. Entre las víctimas estaba Diana Teruggi, pareja de Mariani y madre de Clara Anahí, una beba de tres meses secuestrada ese mismo día y cuyo paradero jamás pudo ser establecido.

“Quedé muy conmovida e identificada con la necesidad de silencio de esa niña protagonista. Crecer respetando silencios, sabiendo que uno sabe cosas que no debería tal vez conocer, es dar un salto de la niñez a la etapa adulta salteándose una etapa, la que corresponde a la inocencia”, señaló Selinger a Página/12, quien se encuentra en Buenos Aires. Este jueves se estrena en Argentina La casa de los conejos, su versión cinematográfica de la primera novela de una trilogía de libros de Alcoba que se completa con El azul de las abejas y La danza de la araña. Con Paula Brasca como Diana Teruggi, Mora Iramaín García como la pequeña Laura, Guadalupe Docampo como su madre, Darío Grandinetti como “El Ingeniero” y Miguel Ángel Solá como su abuelo, la película se centra en la experiencia de esa niña que tuvo que aprender desde muy temprano que había cosas que no podía contarle a nadie.

Darío Grandinetti 

-Usted afirmó que al leer el libro de Laura Alcoba vio reflejada parte de su propia vida. ¿Tuvo una historia personal similar?

-Crecer en esos años en familias que sabían y querían saber lo que pasaba te convertía en un niño con un bagaje diferente. ¿Qué hace un niño cuando le dicen "de esto ni una palabra afuera", o cuando le explican que no hay que tirar papelitos por los goles del mundial porque eso significa estar apoyando a los muertos que se esconden bajo el asfalto, según lo que decían los carteles en Europa? ¿Qué hace un niño que tiene que acompañar a su madre a quemar los libros prohibidos? ¿Qué hace un niño al que le enseñan a distinguir las publicidades y propagandas que apoyan a los militares? Creo que en esos casos un niño aprende a callarse. En esos casos un niño entiende perfectamente el poder y la necesidad del silencio. Es lo que viví y es lo que me identificó plenamente con el libro de Laura.

-¿A qué estuvo atenta para recrear esa mirada infantil en su película?

-Para mí era sumamente importante que la película fuera una mirada de niña y no una exposición de los hechos trágicos de la última dictadura. La elección fue no entrar en ningún discurso de militancia o no mostrar demasiado lo que ocurría afuera. La niña vive en esa casa y la historia se narra desde dentro de la casa y desde dentro del interior de esa nena. Sus silencios contribuyen a esta mirada. La decisión fue no sobreexplicar evidencias, pasar por alto conversaciones explicativas. Todo lo que se cuenta es desde lo que la nena entiende o interpreta. Por eso es una película entrecortada, fragmentaria, con una cámara desprolija y muchos silencios, cosas no dichas, recortes.

-Si bien la novela revela que Diana está embarazada, el lector no se entera hasta el final quién era esa bebé. En cambio, el nombre de Clara Anahí se menciona a los 30 minutos de iniciada la película. ¿Por qué quiso mencionarla desde el principio?

-Es un permiso que me concedí, ya que en esa época no se sabía de antemano el sexo de un bebé. Para mí era importante darle presencia antes de que nazca, porque después sabemos que Diana no va a tener tiempo de desarrollar esa maternidad más que por unos breves tres meses. Nombrarla era alargar y establecer ese puente imaginario entre Diana y su futura maternidad y Laura y su búsqueda de madre, porque la suya tenía la mente ocupada en el temor y el peligro de la situación. Es un modo de decir que finalmente Diana juega a ser mamá con Laura durante mucho más tiempo del que finalmente podrá ocuparse de su bebé.

-La película termina con el brutal ataque a la casa y muestra cómo Diana coloca a su hija en la bañadera para protegerla. ¿Cómo tomó la decisión de incluir esta dura escena?

-Me era muy importante poder dar una versión de lo que ocurrió en ese ataque, de lo que pudo hacer Diana con su bebé. Con Chicha Mariani evocamos que aparentemente es así como pudo haber ocurrido, aunque en realidad al parecer Diana tapó a Clara Anahí con un colchón. Pero claro, el verdadero ataque duró casi 4 horas... en una película hay siempre reducción de tiempos.

-¿Llegó a enterarse Chicha Mariani de su proyecto antes de morir?

-Sí, claro. Fuimos, por ejemplo, con Paula Brasca a charlar con Chicha para que nos cuente acerca de Diana y de su relación con Cacho (Daniel Mariani). Chicha vio fotos del rodaje. Me hubiera encantado que llegase a ver la película. Toda la familia Teruggi se implicó en el proyecto. Desde Daniel Teruggi, que se ofreció con total generosidad y de modo gratuito a componer la música de la película que yo interpreté como una especie de diálogo imaginario con su hermana Diana. La madre de Laura Alcoba me contó anécdotas, como por ejemplo la que dio lugar a la escena del contacto del Citroën. El padre de Laura aportó sus recuerdos de la cárcel y de su militancia. El tío de Laura, Luis Longhi, actúa y compuso la letra de un tema. Si, realmente las familias involucradas en esta historia forman parte de esta película y les estoy sumamente agradecida.