Desobediente, insistidora, discordante, terca, insurgente. Por éstas y muchas cosas más que se desprenden de la lengua rebelada cuando intenta impregnar de temática indígena las escuelas, las calles, las asambleas y los barrios, la profesora brasileña Márcia Nunes Maciel, historiadora y lideresa de la etnia Mura, fue expulsada de la escuela estatal Profesor Francisco Desmorest Passos, en el territorio ancestral de Nazaré, del estado brasileño de Rondonia, Porto Velho. Lo hicieron cuando faltaban días para el 12 de octubre, la fecha que dio inicio al genocidio de Abya Yala.

La directora, Ana Laura Camacho, informó que Márcia quedaba fuera del sistema escolar, “por insistir en la temática indígena”. Bien lejos pretenden dejar, también, su crítica abierta al gobierno de Jair Bolsonaro, para hacerla pasar como una persona desbordada, incapaz de comprender reglas y asumir responsabilidades; como una personalidad díscola, que no puede estar al frente de un aula. Una loca, un borrón en la agenda política del capitalismo, que se atrevió a tejer lazos de ancestralidad junto con sus alumnes, sin historiografías colonizantes. Sin embargo Camacho, con quien Márcia tuvo obvias discordancias metodológicas de enseñanza desde el principio, dijo que la decisión “vino de arriba”. Y ahí estaba, una vez más, la mención de ese limbo impreciso donde las alturas huelen a sobacos patriarcales y lo que se derrama es persecución y censura.

“Las persecuciones en la Educación de Rondonia son frecuentes”, lamentó la titular del Sindicato de lxs Trabajadorxs de Educación, Lionilda Simao. El informe de remoción, avalado por el Núcleo de Apoyo a la Coordinación Regional de Educación de Porto Velho, un organismo vinculado a la Secretaría de Educación nacional, intentó justificar el castigo: “Hubo una insistencia de la maestra en insertar temas indígenas y locales para todos los estudiantes”. Desde su primer día de clases, Márcia bordó con paciencia el estudio de la historia y cultura afrobrasileña e indígena. “Hice muchas actividades transdisciplinares en el aula, pues siempre trabajé desde una perspectiva indígena, eso sí, dialogando desde lo local para entender lo global, entendiendo que unx no está desconectadx del otrx.”

Dejar la escuela de Nazaré —y en estas circunstancias— es separar a Márcia de la historia misma, dice el periodista Fabio Castro en una nota del medio digital Agencia Pública. “Criada allí en el pueblo a orillas del Madeira, donde la familia se quedó estancada después de venir de Uruapiara, en el Amazonas -relata-, la historia de Márcia se remonta a la historia de su pueblo Mura, que sufrió diversos estigmas, masacres, pérdidas demográficas, lingüísticas y culturales durante todo el proceso de colonización.” La autora de El espacio recordado. Experiencias de vida en plantaciones de caucho en la Amazonia (2013), y de la tesis Tejiendo tradiciones indígenas (2016), es una activista en lucha permanente contra los procesos de invisibilización y exterminio de la presencia indígena en los territorios. Márcia entiende que su permanencia en la escuela es inapelable, pero quienes la conocen dicen que lleva el alma destrozada desde que supo de su traslado a otra escuela en la ciudad de Porto Velho, lejos de sus raíces y sus afectos. La define uno de los párrafos de su tesis: “Esta Amazonia llena de gente que canta, que lucha, que sueña y escribe poesía, que pierde a sus líderes asesinados y llora, se le hace un nudo en la garganta, levanta la cabeza, pone los pies en la tierra y no deja de luchar por su espacio, por su vida. Nosotros, Mura, además de haber pasado por un proceso de colonización portuguesa y española, también fuimos tupinizados. Lo que les doy (a lxs alumnxs) en el aula, no se encuentra en ningún libro de texto”.