“La ciudad es un espacio que hombres y mujeres habitan de manera diferente. Y es distinto el uso, pero sobre todo el disfrute de la ciudad. Cuando hace más de un siglo y medio se conforman las modernas urbes occidentales se las diseña y estructura en función de las necesidades y lógica productiva del capitalismo que incluía casi exclusivamente al ciudadano varón”, explica la arquitecta Martha Alonso Vidal, presidenta de Mujeres Arquitectas e Ingenieras. 

Para ella es un enorme logro la incorporación de una materia sobre Diseño y Estudios de Género en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA. “Veinte años esperándola”, celebra.

Alonso se hizo feminista en su adolescencia, maravillada por El Segundo sexo y Memorias de una joven formal, de Simone de Beauvoir. Empezó a cruzar urbanismo y feminismo cuando era estudiante de Arquitectura, en la década del ‘60. “Gracias a un notable profesor de Urbanismo, el arquitecto Paco García Vázquez, leo un libro insoslayable para entender la historia, organización y transformación de la ciudad, La cultura de las ciudades, de Lewis Mumford, urbanista, marxista, neoyorquino. Allí estaba todo, la relación entre mujer y urbe, si bien no en términos de género y planeamiento, pero todo al fin. Lo completé cuando leí La mujer de la ilusión, de Ana María Fernández, otro trabajo excepcional”, recuerda Alonso. En su estudio tienen un lugar preponderante las pinturas de notables artistas plásticas como Diana Dowek o Mildred Burton, y algún Alonso o Fassolari, que representan de variadas formas el universo femenino.

En 2004, Alonso logró la creación del Grupo de Trabajo en Género dentro del Plan Estratégico de la Ciudad de Buenos Aires. MAI forma parte del Consejo de Planeamiento Estratégico de la Ciudad junto a 180 organizaciones. En 2015, consiguió que se realizara el primer Encuentro de Mujeres Arquitectas en la Sociedad Central de Arquitectos, un reducto muy masculino. Fue otro hito en la historia del género y la arquitectura, al que le ha seguido el ciclo de “Mujeres Protagonistas” en la misma entidad, subraya.

–¿Para qué sirve el Plan Estratégico de la Ciudad? –le preguntó Página/12.

–Es el lugar donde se enuncian las representaciones simbólicas de una sociedad. Con una perspectiva de análisis diferente al de la gestión política y la información mediática, posibilita contemplar el largo plazo. Propone indagar lo material, lo físico como soporte de mensajes e imaginarios urbanos. El Consejo de Planeamiento Estratégico de la CABA (COPE) es uno de los pocos que fue creado por una norma de rango constitucional y está totalmente abierto a la sociedad civil. Por eso cuando como organización de la sociedad civil, con AMAI en el año 2001 nos incorporamos decidimos proponer un proyecto de ciudad que diera respuesta a más de la mitad de la población, las mujeres, en sus demandas de equidad, reconocimiento y retribución en paridad. Así nace el Grupo de Trabajo de Género (GTG) en 2004, no sin fuertes resistencias, transversal a todas las otras dimensiones del Plan, Física, Metropolitana, Institucional, Económica,  Social, etc. Conseguimos instalar que toda política de género que sea positiva, favorece a toda la sociedad e implica una mejora sustancial en la calidad de vida urbana.

–Cuénteme de algún aporte concreto del Grupo de Trabajo de Género…

–Por ejemplo, “Mujeres que hicieron historia”, circuitos culturales educativos que reflejan la vida de las mujeres, su importancia en la historia cultural, social y política. También huertas urbanas con perspectiva de género, entre otros.

Para pensar una ciudad con perspectiva de género, Alonso propone que se ponga foco en el sistema de transporte, que satisface parcialmente los desplazamientos de la doble y triple jornada de las mujeres; la accesibilidad plena no sólo referida a vencer las múltiples barreras arquitectónicas urbanas sino también al verde y a la recreación lúdica; al deporte en áreas públicas, territorio reservado a los varones; al hábitat de los asentamientos precarios que afectan fuertemente a la población femenina, demasiado numerosa, demasiado pobre; al acceso a créditos blandos no sólo para microemprendimientos sino para vivienda que es la gran demanda de las mujeres carenciadas; a las que están en situación de calle y a las que además de pobreza sufren discapacidad; al acceso físico de las mujeres a la Justicia, brindándoles facilidades edilicias y territoriales de las que en alguna medida carecen.