Hasta los años 70 se consideraba que Hugo del Carril era un actor y cantante de tangos, que grabó la marcha “Los muchachos peronistas” y que a comienzos de los 50 dirigió una importante película social llamada Las aguas bajan turbias. Lo que se sabía menos era que además de Las aguas bajan turbias Del Carril había dirigido, a lo largo de casi tres décadas, catorce películas de lo más diversas, la mayoría considerables y algunas de ellas fundamentales. Tuvo que llegar la renovación producida en la crítica de cine argentina a partir de los años 80 para que esas cosas comenzaran a saberse. La revalorización de este porteño nacido en 1912 y fallecido en 1989 se completó veinte años más tarde, cuando se hallaron copias y negativos de la mayor parte de sus películas, que se consideraban perdidas para siempre.

Tres décadas después de textos liminares firmados por los críticos Gustavo Cabrera y Gustavo Maranghello, la investigadora especializada Daniela Kozak y la doctora en Historia Florencia Calzon Flores reunieron a un equipo de colaboradores, para estudiar todas las facetas artísticas de Del Carril. El cantante, el galán, el ciudadano, el hombre de ideas y convicciones, el cineasta y el predecesor del cine independiente, sin descuidar aspectos específicos de su obra (el papel de las mujeres en ella) y el rescate y difusión recientes de buena parte de su filmografía. El resultado de ese esfuerzo conjunto es Más allá de la estrella – Nuevas miradas sobre Hugo del Carril, recientemente publicado por Autoría Editorial.

¿Cómo evalúan la carrera de Del Carril como cineasta?

Daniela Kozak: -Es un director fundamental del cine argentino. Dirigió gran parte de su obra entre el final del cine clásico y la transición hacia el cine moderno y eso se nota en sus películas, donde conviven los géneros populares con la construcción de un estilo visual propio, muy potente, que da cuenta de una búsqueda autoral.

-¿Creen que a partir de Las aguas bajan turbias se lo vio pura y exclusivamente como “cineasta social”, y por ese motivo las películas que no incursionaban en esa veta decepcionaron a los críticos de la época?

DK: -En los 50, los críticos de los cineclubes y de las revistas especializadas tenían como referencia al neorrealismo italiano y estaban muy interesados en que el cine argentino siguiera ese camino. A partir Las aguas bajan turbias le empezaron a prestar mucha atención a Del Carril como cineasta, porque vieron que esa película retrataba los conflictos sociales con “autenticidad”, un concepto muy repetido en esa época. Su película siguiente, La Quintrala, generó muchas expectativas, pero tanto esa como Más allá del olvido los decepcionaron, porque Del Carril no continuó con el retrato de la realidad desde un punto de vista crítico y para ellos todo lo que no iba en ese sentido era un retroceso.

Las autoras. Imagen: Sandra Cartasso. 

-Es paradójica la relación de su cine con el peronismo.

Florencia Calzon Flores: -Justamente, uno de los aspectos que más nos interesaron de él como figura fue su relación con la política. Hizo pública su pertenencia al peronismo cuando grabó la marcha en 1949, que se estrenó con su voz ese 17 de octubre. En ese momento ya era un ídolo popular, una figura consagrada del tango y del cine que manifestó, como tantos artistas de la época, su simpatía por el peronismo.

DK: -Su relación con el peronismo fue mucho más compleja y llena de matices de lo que uno podría imaginar si solo se lo considera “el cantor de la marcha”. Es lo que explica Juan Manuel Romero en su capítulo, en donde reconstruye algunos de los problemas que tuvo con el Secretario de Prensa y Difusión del gobierno peronista, Raúl Apold, que llevaron incluso a que le levantaran de cartel Las aguas bajan turbias y La Quintrala. Y, por otro lado, también fue perseguido y encarcelado después del golpe militar de 1955 por su identificación con el peronismo.

-La renovación producida a fines de los 50/comienzos de los 60 englobó a Del Carril dentro del cine industrial previo y como tal lo desechó, producto de un combate generacional característico de toda “nueva ola”.

DK: -El hecho de que fuera un cantor de tango y una estrella del cine industrial, su interés por los géneros populares, su identificación con el peronismo y, también, la distancia generacional que lo separaba de los cineastas y críticos jóvenes que impulsaban el “nuevo cine argentino” llevaron a que lo ubicaran del lado del viejo cine sin tener en cuenta la singularidad de su trabajo. Tanto para los críticos más interesados en un cine comprometido con la realidad como para los más identificados con la vertiente más subjetiva e intimista del cine moderno, Del Carril era una figura “de la vieja generación”. Además, la mayoría de estos críticos era antiperonista y rechazaba en bloque casi todo el cine que habían hecho los estudios durante el peronismo, porque lo consideraban el cine del régimen. Para ellos, los directores de la industria y del cine popular --incluido Del Carril-- eran el “viejo cine” que había que dejar atrás.

-¿Creen que la revalorización de los géneros de consumo popular que tuvo lugar a partir de los años 80 influyó en la reconsideración de su obra?

FCF: -Sí. Del Carril murió en 1989 y a partir de entonces se publicaron libros como los de Gustavo Cabrera y César Maranghello que revalorizaron su figura, sobre todo como director de cine. En particular, la idea del libro que ahora editamos fue integrar la figura de Del Carril a las nuevas perspectivas de análisis sobre las industrias culturales y la cultura masiva que se desarrollaron desde los años 2000. Por eso, recuperamos aspectos de su trayectoria que no habían sido tan estudiados, como su rol de galán cantor en el cine, el alcance transnacional de su carrera en el cine de México y de España, el rol de los personajes femeninos y las relaciones de género en sus películas, su relación con la crítica y con la política. De ahí el subtítulo del libro, “Nuevas miradas sobre Hugo del Carril”, porque además de recuperar su obra como director, incluimos otras dimensiones.

-Ayudó también a ese rescate el hallazgo de latas con varias de sus películas, desde comienzos de este siglo.

DK: -Ese hallazgo fue clave para revalorizar su obra, porque permitió que sus películas pudieran volver a verse en fílmico, proyectadas en salas y después en canales de televisión y plataformas online, y las acercó a una nueva generación de espectadores. En el año 2000, Fernando Peña y el coleccionista Octavio Fabiano descubrieron rollos de varias de sus películas en un sótano inundado y sin luz de la Enerc. A eso se sumó el hallazgo en el Museo del Cine de una copia en 35mm de Las tierras blancas, cuyo negativo estaba perdido, y copias de otras películas en colecciones privadas. A partir de ese rompecabezas se pudo reconstruir su obra, y en 2018 el Malba ofreció la primera retrospectiva completa del director en fílmico. La historia de este rescate está contada con detalle en el epílogo del libro, porque nos parecía fundamental incluir la cuestión de la preservación a la hora de abordar su obra y su trayectoria.

-¿Creen que Del Carril dejó alguna clase de herencia estética en generaciones posteriores, o como el resto del cine argentino clásico cayó en el olvido?

FCF: -Fue una figura que trascendió el cine clásico, porque su tarea como director se extiende más allá de ese período y porque supo transitar por distintos temas y géneros que le dieron amplitud a su obra. Además, produjo y financió muchas de sus películas, incluso de su propio bolsillo, y de esta manera asumió la dirección como una manera más de expresar su mirada artística. En este sentido, fue un pionero de la producción independiente.