A cinco años de la aparición de su último disco de estudio, Mentira la verdad, Airbag regresó el pasado 15 de octubre a las plataformas digitales con su sucesor: Al parecer ha sido todo una trampa. Y enseguida el trío anunció su presentación en el Teatro Gran Rex a través de tres funciones que comenzarán este viernes y terminarán el domingo. Si bien en 2019 habían salido a la luz las dos primeras canciones, “Perdido” y “Uber púber”, la pandemia le permitió al grupo de Don Torcuato poder afianzar el concepto de un trabajo que alerta sobre las consecuencias de la dialéctica entre el capitalismo y la tecnología. “Cuando hacemos un disco, ponemos nuestra visión del mundo”, afirma Patricio Sardelli, cantante y guitarrista, escoltado por sus hermanos Gastón (bajo) y Guido (batería, piano, guitarra). “Nos preocupa el desenfreno que hay y la no regulación que tienen las grandes corporaciones mundiales. Son más poderosas que un país”.

-¿Por qué se animaron a hacer un disco basado netamente en eso?

Patricio Sardelli: -Es nuestro deber para con el futuro. Las cosas que aceptamos como válidas son lo que más adelante nos generarán un problema. Soy de la generación previa a YouTube, en la que aún nos hablábamos cara a cara. Pensar la posibilidad de que te pincharan el teléfono, de que te persiguieran o de que supieran dónde estuviste era una barbaridad. Pero existe. No me pone contento que sepan absolutamente todo de mí. Los chicos más nuevos, que nacieron con el monstruo andando, quizá no saben que antes había otras posibilidades. Ahora pueden hacer lo que quieran con nosotros. Lo dijeron Snowden y Assange, y por eso quieren matarlos.

-Les vino muy bien que en octubre se cayeran WhatsApp, Facebook e Instagram. Eso logró que lo que cantan en este disco retumbe aún más.

Guido Sardelli: -Como músico, vos cantás de tu vida personal, lo que implica no sólo las noches de alegría o tristeza. Hay personas que tienen otras urgencias, a las que no se les puede exigir que sean conscientes de este elefante. Pero sí tengo una crítica para los intelectuales: se les está escapando la tortuga porque hay un problema serio. De acá a 50 años lo será aún más. Se empezaron a mezclar el Estado con las grandes corporaciones. Uno cuida al otro.

-¿Qué los motivó a reflexionar sobre esto a lo largo de 17 canciones?

Patricio: -No levantamos banderas, pero sí mandamos algún tipo de mensaje. Con respecto a la caída de WhatsApp, Facebook e Instagram, cuando nos presentamos en la Usina del Arte con un show en el que tributamos a Mozart y Beethoven, pocos días antes había sucedido algo similar. Fue todo un caos. De golpe, la gente no entendía. Nos hizo sentir que a veces no podemos estar sin el celular mientras hay vida del otro lado. Eso dispara muchas cosas: ¿Adónde irá el mundo? ¿Qué les pasará a los chicos? Cada vez que aceptás las condiciones de una app, le decís que sí a un montón de cosas de las que no tenés idea. No es una opción no tener WhatsApp o mail.

Gastón Sardelli: -“Apocalipsis confort” dice: “Suenan bombas en Oriente y pareciera no importar. Mientras un drone está en tu cabeza”. Esa canción surgió a raíz de un amigo que se puso contento porque pudo conectar el aire acondicionado al celular. El precio de la comodidad está linkeado con esos mismos drones que tiran una bombas. No soy conspiranoico, pero pasan los años y eso se intensifica.

-¿La pandemia le abrió aún más la cancha a las teorías conspirativas?

Patricio: -Es una locura que te obliguen a vacunarte para cruzar una frontera. Son las contradicciones que vivimos todo el tiempo. Por un lado, mi cuerpo es mi cuerpo. Pero la gente no puede decidir si quiere vacunarse o no.

Guido.: -El desarrollo de una vacuna lleva tiempo. Pero estas se dieron en medio de una emergencia. Eso lo entiendo.

Gastón: -Estudio bioingeniería, lo que me permite estar muy ligado a la ciencia. Yo estoy a favor de la vacuna, lo que me preocupa es que se desarrollen sistemas para filtrar la inmigración. Esto ya sucede en Europa, donde hay países que expolian a los más débiles. Cuando esa ola inmigratoria necesita conseguir futuro, les piden vacunas que no tienen. Eso me da bronca: saquen la política del medio.

-Los relatos de estas canciones son crípticos, como para que el mensaje sea revelado por el propio oyente. ¿Era la idea?

Guido: -Cuando hacés una canción, decís muchas cosas. El lenguaje que usamos parece críptico porque cada frase implica un momento. Si bien adoro la literalidad, hoy el mundo es extremadamente literal. Incluso en la música. El género urbano suele serlo. La gente recibe el mensaje directo porque no hay tiempo que perder.

Patricio: -Es simbólico. Significa varias cosas a la vez. Eso es seductor, refleja la luz de otra forma. Este es un disco atemporal, por lo que no llega a los cánones de hoy. Con el capitalismo, todo es para ahora y luego se descarta.

-¿Por qué eligieron un tema lento como primer single promocional cuando el resto de las canciones son bastante rockeras?

P.S.: -El disco tiene un orden, que comienza con “Intoxicar”. Fue la primera canción que mostramos y continuamos con la que le sigue, “Pensamientos”. Tiene otro clima, otro aire. Tiene varios condimentos que nos gustan y que nos parecen frescos.

-Este séptimo disco ofrece dos maneras de rockearla: la de los '70 y la de los '90. ¿Por qué se movieron entre esas dos décadas?

Guido: -Si el disco maneja esas dos sensaciones todo el tiempo es porque son parte del momento que estábamos viviendo. Y además tenés el componente clásico, en “Volver a casa”, para el que invitamos a los Enanitos Verdes. Hay muchas vibras distintas. No es un disco completamente uniforme. Los '70 y los '90 fueron épocas creativamente muy ricas, que se conectan entre sí y que nos marcaron mucho.

-Al momento de encarar este repertorio, ¿siguió pesando su vínculo como hermanos?

Patricio: -Es muy difícil separarlo. Todo te atraviesa de alguna forma. Si no me atraviesa a mí, seguramente atravesará a alguno de mis hermanos. Somos una banda en la que participamos los tres, de cualquier forma. Sin ningún orden u obligación. Hay una libertad completa. Todo lo que nos sucedió en lo personal y en lo espiritual está puesto acá. Por eso nos gusta que sea un organismo más. Está bueno que esté vivo y que vaya mutando.

-¿Los siguen tratando como si fueran los bichos raros del rock argentino?

Patricio: No concebimos hacer las cosas de otra forma. Siempre nos sentimos cómodos así. Primero tenemos que estar contentos nosotros con lo que queremos hacer. Si después eso funciona, contagia o le gusta a alguien, le damos gracias a Dios. Nunca podemos estar fabricando algo en función de los demás. Ese es el proceso de cada disco y proyecto. Es una batalla que nos gusta dar, y en la que nos sentimos bien.