Mavys Alvarez, la chica cubana que denunció por abuso sexual, trata de personas y suministro de estupefacientes al entorno de Diego Maradona, se sentó con la psicóloga en lo que se conoce como Cámara Gesell. En otra sala, el fiscal Carlos Rivolo y los abogados de los cinco imputados veían la declaración en un monitor de TV, aunque el aparato tardó en funcionar. La mujer, que ahora tiene 37 años, pero que tenía 16 cuando vino con el Diez a la Argentina, hizo un relato de cuatro horas, muy centrado en la catastrófica relación entre ella y el astro, ambos cursando una durísima adicción. 

Está muy claro que padeció una larga serie de abusos y que fue víctima de delitos. Más dificultoso resulta imputar al entorno de Maradona de una forma precisa. Por ejemplo, ella dice que bajó del avión siendo menor y que ingresó al país sin autorización de los padres. No sabe cómo fue el trámite ni quién lo hizo: pasó del avión a un auto y de allí al hotel. 

Este martes, su abogado Gastón Marano, le pidió al fiscal que le reclame a la Cancillería los datos de cómo se le otorgó la visa a Mavys en 2001, sin la firma de sus padres. También insistió en que se le pida a Migraciones el legajo de un funcionario que, por lo que parece, fue el que permitió el ingreso. Y, finalmente, le pidió a Rivolo que secuestre la historia clínica “en posesión del doctor Juan Carlos Pintos Barbieri”, que la operó de los pechos, también sin autorización de un mayor. 

Más allá de estas medidas de prueba, en la Cámara Gesell, Mavys fue poco precisa a la hora de señalar, en detalle, a cada integrante del entorno y qué papel jugó. La mujer contó que en cierta forma estuvo cautiva y que no salió del hotel salvo en dos oportunidades, una para ir al zoológico y la otra para ir a hacer compras. Pero dijo que no salía porque Diego se enojaba o porque el custodio le decía: “no, no salgas, porque Diego me arma lío”. Habrá que ver cómo formula Rívolo la acusación contra los imputados.

La otra cuestión decisiva será la prescripción. Este diario consultó con distintos juristas para ver si los hechos, ocurridos hace 20 años, son aún punibles. Por ahora, el abuso sexual o la trata de personas no son delitos imprescriptibles, sólo los de lesa humanidad. Pero no se puede desechar que sea una batalla jurídica a dar en los próximos tiempos: hay antecedentes del movimiento Me Too, o el caso de Thelma Fardín, en Estados Unidos y en Nicaragua. Ya en esa parte intervendrá el juez de la causa, Daniel Rafecas.