“Te voy a matar para que dejes de hablar”. Así empezó todo.

Fueron pocos minutos. El monoambiente quedó salpicado de sangre. “Él me agarraba del pelo. Sentí tres botellazos en la cabeza. La botella se rompió y él me empezó a cortar el cuero cabelludo con el pico. Alcancé a llegar a la cocina y miré el bajomesada. Pensé ‘estoy a punto de ser Diana Sacayán. Si tomo un cuchillo de ahí, lo termino matando y soy la victimaria. O lo agarra él y me mata’. Por eso me detuve en seco. No me dio tiempo a pensar más. Me clavó los dedos en los ojos. El índice y el pulgar. Casi como reflejo le mordí el dedo anular hasta que sentí que casi se lo estaba triturando. Y sí, soy la víctima mala. Me defendí y logré sobrevivir”.

Claudia Vásquez Haro conoció hace un mes al agresor, Leo Mendoza (25, ya detenido; en su casa encontraron mochila y campera ensangrentadas). Vivía a dos cuadras de la escena del ataque. Barrio Norte La Loma, un barrio donde no es barato alquilar. El pibe, ciudadano colombiano, se presenta diciéndole que la conoció por Facebook como defensora de los derechos de migrantes. Charlaron en la calle en otras oportunidades y llegó a acompañar a Claudia a la puerta de su casa. 

El sábado 13 le toca timbre, se ponen a conversar y él pide permiso para pasar al baño porque se siente descompuesto. A regañadientes y por no ser maleducada, Claudia lo deja pasar al baño, pero desconfía. Oye que la mochila de Mendoza hacía un extraño ruido de botellas. Conversan y él hace un comentario sobre el Fondo Internacional Trans y le pregunta: “¿No te da miedo que te pase algo con las denuncias que hacés?”. Claudia permanecía más atenta a su celular que al visitante inoportuno, porque estaba arreglando detalles para ir en media hora a un cumpleaños. Quería que el tal Leo Mendoza se fuera. No pasan cinco minutos y comienza el ataque feroz. “Llevate lo que quieras”, intentó frenarlo Claudia. “Te voy a matar para que dejes de….”. Para que dejes de hablar.

Muy pocas veces tenemos el relato de la víctima en primera persona. Lo que tenemos es el listado de nombres de travestis y trans asesinadas, con una fecha, con una historia presunta que a menudo la policía y el Poder Judicial van borrando paso a paso.

Esta vez la víctima se defendió y puede hablar. El agresor dejó huellas por toda la casa. 

Aunque el intento de transfemicidio que sufrió Claudia Vásquez Haro, profesora universitaria y referente trans de La Plata, militante política, en ningún sentido es un hecho de los que en la prehistoria se calificaban como “violencia doméstica”. Tampoco son simples lesiones. El agresor había planificado el ataque. Probablemente venía planificándolo durante un tiempo. Llevaba una mochila con botellas, un palo de amasar corto (un bate de béisbol no se puede esconder en una mochila) y un cuchillo de carnicero.

Claudia Vásquez Haro es la presidenta de Otrans Argentina y de Convocatoria Federal Trans Travesti, organización que forma parte de la Confederación Trans de Latinoamérica y del Caribe. La presentación oficial de CFTTA fue el 21 de abril, en el Instituto Patria, espacio de reunión del kirchnerismo en Buenos Aires. Estuvo presente en el panel Diane Rodríguez, la primera mujer trans asambleísta (legisladora) de Ecuador. En esa reunión se reclamó por los travesticidios de las militantes de Otrans Pamela Macedo y Angie Velásquez, víctimas del sistema judicial-policial-carcelario bonaerense.

Recientemente Otrans realizó una presentación formal ante el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas (CAT), por las detenciones por motivos de discriminación de personas travestis y trans migrantes, el perfilamiento por parte de las fuerzas policiales para ordenar las detenciones, y las requisas vejatorias. El CAT se pronunció tres días antes de este intento de transfemicidio.

La abogada Luciana Sánchez, patrocinante de Otrans, señala que “el párrafo 35 de las observaciones del documento del CAT pone el acento en las cuestiones que denunciamos. Claudia molesta porque denuncia la connivencia judicial con la policía para que las travestis migrantes estén todas presas como si fueran narcotraficantes. Molesta porque apuesta a la justicia y no a la venganza. Y ahora molesta porque se defendió y sobrevivió. Nos constituimos como particular damnificado en la causa. Pedimos que se tipifique como ‘travesticidio-transfemicidio en grado de tentativa’. Cuando nos presentamos en el Juzgado de Garantías Nº 3, no nos recibieron. Dijeron que ‘estaban ocupados’. La fiscal es Ana Medina, que mostró siempre muy mala disposición hacia las travestis”.

El fallo Zambrano 

En septiembre del año pasado, la comunidad travesti-trans de La Plata se anota un logro histórico en los estrados judiciales. Se trata del fallo Zambrano.

Claudia Vásquez Haro escribe para Soy:  “El 12 de septiembre, la Sala IV de la Cámara de Apelación y Garantías de La Plata anuló un procedimiento policial realizado contra mujeres trans y travestis peruanas y ecuatorianas, por considerar el accionar policial ‘vejatorio en grado sumo’. La razzia fue difundida por los medios de comunicación como un ‘operativo contra narcotravestis’. Este fallo prohíbe las requisas en la calle y en las comisarías, reconoce a las mujeres trans y a las travestis migrantes derechos básicos que no eran reconocidos por parte del Poder Judicial y el Ministerio Público Fiscal. A. Zambrano fue detenida en el procedimiento anulado el 12 de septiembre, pero a diferencia de sus compañeras que fueron liberadas ese mismo día, permaneció detenida hasta el 15 de septiembre en un calabozo clausurado. Zambrano viene denunciando persecución policial desde inicios de 2016, y obtuvo a su favor un hábeas corpus preventivo. En esta sentencia el juez Atencio intimó al Ministerio de Seguridad de la Provincia a tomar medidas efectivas para evitar los abusos policiales contra el colectivo de mujeres trans y travestis migrantes”.

A poco del fallo Zambrano, suena el teléfono en casa de Claudia Vásquez Haro. Ella atiende. 

Un personal policial masculino, muy activo en aquellos procedimientos, la felicita: “Se ve que hacés bien tu trabajo. Vos me ponés la vara bien alta”.

Final de la conversación.

Cómo nos cuidamos 

Claudia Vásquez Haro viaja a la Capital el lunes 15, a recibir la solidaridad de la Comisión de Mujeres del Instituto Patria. 

Minutos antes, pantalla caliente en canal de cable: procedimiento en Mar del Plata, detienen a grandes narcotraficantes. Bueno, no. La fuerza federal azul detiene a tres policías bonaerenses y a travestis en prostitución que presuntamente hacían narcomenudeo. O llevaban una pequeña cantidad para consumo personal. En todo caso, se trata de víctimas: ¿El cupo laboral trans? Bien, gracias. ¿Molestan las organizaciones que promueven cooperativas y el acceso a formación universitaria para travestis y trans?

La Plata y Mar del Plata, ciudades amigas. Pero no de la comunidad lgbti.

Toni Domínguez y Agustín García Mujica, militantes de Otrans, acompañaron a Claudia a hacer la denuncia a la comisaría 4ª de La Plata. Toni dice “nos tuvieron en un pasillo dos horas mientras tomaban otra denuncia por rotura de vidrio de un auto. Pretendían que le contáramos a cualquier policía sin uniforme, en ese pasillo, lo ocurrido. Nuestra abogada pidió un botón antipánico. Y pudimos ver en qué consiste. Para usarlo tenés que enviar un mensaje de texto explicando qué te está ocurriendo en ese momento y que servicio requerís. Mirá si le vas a decir al agresor ‘dejá de intentar matarme, tengo que enviar un sms’”.

¿Y ahora? ¿Cómo cuidamos a Claudia Vásquez Haro? Agustín, de Otrans, responde: “No callarnos. Tenemos que seguir denunciando. Hacer visibles estas injusticias con las herramientas de que disponemos, por ejemplo realizando videos. A algunos les están llegando las reivindicaciones de nuestro colectivo y no les están gustando. Porque tienen intereses contrarios a los nuestros”.