El Parlamento sueco eligió este lunes primera ministra a la socialdemócrata Magdalena Andersson, cinco días después de que también fuera votada y renunciara unas horas más tarde por la salida del gobierno de los Verdes, sus socios de coalición. Andersson, primera mujer en gobernar Suecia, recibió 101 votos a favor, 173 en contra y 75 abstenciones, con lo que se cumplió la condición establecida en el sistema sueco para ser elegido primer ministro: no tener en contra la mayoría de la Cámara, fijada en 175 escaños. 

Suecia vive una situación de inestabilidad política desde hace años por el "cordón sanitario" de varios partidos de la ultraderecha, lo que ha permitido que un Ejecutivo rojiverde en minoría gobierne este país escandinavo desde 2014. Salvo una sorpresa de último momento, esta elección cierra la transición del poder socialdemócrata tras la salida del primer ministro Stefan Löfven, que dejó el cargo a principios de mes y a menos de un año de las legislativas de septiembre de 2022.

Al frente de un gobierno de partido único

"Como todos los gobiernos en minoría, buscaremos la cooperación de otros partidos en el Parlamento. Veo oportunidades para ello", dijo Andersson minutos después de ser elegida y agregó: "Tenemos una larga tradición de colaborar y estamos listos para hacer lo necesario para llevar a Suecia hacia adelante". La electa primera ministra sueca, que gobernará con el 25 por ciento de los escaños del Parlamento, presentará su nuevo gobierno este martes y se reunirá posteriormente con el rey Carlos XVI Gustavo en el Consejo de Estado.

"El miércoles pasado fue un gran día, y fue un gran día hoy", declaró la nueva primera ministra. "Esta vez estaba quizás más preparada para estar conmovida", bromeó en una conferencia de prensa. El miércoles pasado, al final de una inverosímil jornada parlamentaria, Andersson fue elegida primera ministra, después no logró aprobar sus presupuestos y terminó dimitiendo tras la retirada del apoyo de los ecologistas. 

Debido a la salida de los Verdes, la nueva primera ministra dirigirá un gobierno totalmente socialdemócrata. "Ahora Andersson estará al frente de un gobierno de partido único. No habrá más sorpresas. Ni más crisis, al menos por ahora", aseguró Anders Sannerstedt, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Lund, para quien el episodio de la semana pasada fue "histórico".

Suecia, aunque es un país acostumbrado a las situaciones complicadas en el Parlamento y más desde 2018, nunca había vivido algo parecido. Este lunes, los ecologistas se abstuvieron en la votación parlamentaria. Y, a diferencia de lo sucedido la semana pasada cuando Andersson fue designada por un voto de diferencia, esta vez una diputada del partido de los Liberales se abstuvo, con lo cual se redujeron los votos en su contra de 174 a 173.

Elecciones reñidas en el horizonte

Desde la creación del cargo en 1876, Suecia nunca ha tenido a una mujer como primera ministra, al contrario del resto de los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Noruega e Islandia). Tras los hechos del miércoles pasado, nadie ponía en duda la reelección de Andersson: los tres partidos indispensables para que ocupe el puesto ya habían anunciado que permitirían su elección.

La sucesión al frente del país ocurre a menos de un año de las legislativas de septiembre de 2022, que se anuncian reñidas. Según los sondeos, el partido socialdemócrata obtendría alrededor del 25 por ciento de los sufragios, y seguiría siendo la primera formación política del país, pero se sitúa cerca de sus niveles más bajos.

Deberá enfrentarse a su gran rival, el partido conservador de los Moderados, liderado por Ulf Kristersson, quien recientemente se ha acercado a la extrema derecha de los Demócratas de Suecia (SD), un partido que se opone a la migración. Esta fuerza nacida la década anterior a partir de un grupo abiertamente nazi se ha ido moderando sin abandonar su tinte xenófobo hasta convertirse en la tercera en porcentaje de votos.

Kristersson se ha mostrado dispuesto a gobernar con el apoyo de los ultraderechistas en el Parlamento, lo que supondría un vuelco en la escena política sueca. Precisamente fue el hecho de que se aprobara un presupuesto de la derecha, preparado por primera vez con el SD, lo que provocó la retirada de los ecologistas y la consiguiente dimisión de Andersson. Para los ecologistas, era imposible gobernar con unos presupuestos en los que había participado la extrema derecha.

Un nuevo régimen de alquileres impulsado por los centristas originó una moción de censura socialista en junio contra Löfven, primer jefe de gobierno en ejercicio tumbado por el Parlamento, aunque volvió dos semanas después al ser retirada la propuesta. Löfven anunció en agosto de forma sorpresiva que dejaría todos sus cargos para allanarle el camino a su sucesor de cara a las legislativas de septiembre, y los socialistas condicionaron ya entonces su respaldo a un acuerdo, lo que provocó el malestar de los centristas y fue un aviso de lo que luego ocurrió.

En los últimos dos años el aislamiento generalizado al SD se ha ido resquebrajando, con conservadores y democristianos a la cabeza, pasando de los primeros contactos exploratorios a negociar ahora unos presupuestos con la ultraderecha, aunque insisten en que esa fuerza no formará parte de ningún hipotético gobierno.