El papa Francisco llegó a Chipre, el país europeo que mayor número de refugiados recibe en comparación con su población, y desde allí lanzó un discurso contra los muros "del miedo" y "los vetos dictados por intereses nacionalistas" en Europa. Además reclamó "diálogo y reconciliación" para el conflicto abierto entre la isla y Turquía tras la ocupación de una parte de ese territorio por Ankara en 1974. Así se manifestó Francisco desde la catedral de Nuestra Señora de la Gracia en Nicosia, y más tarde frente a las autoridades en el palacio presidencialDurante su viaje, el Papa también visitará Grecia y la isla de Lesbos para poner el foco en la cuestión migratoria.

"Derribar los muros"

"Para construir un futuro digno para el ser humano hay que trabajar juntos, superar las divisiones, derribar los muros y cultivar el sueño de la unidad", declaró el papa en la catedral de la capital de Chipre. "Necesitamos acoger e integrarnos, caminar juntos", agregó refiriéndose a la crisis de los migrantes en el Mediterráneo, "un mar que fue cuna de tantas civilizaciones, donde aún hoy desembarcan personas, pueblos y culturas de todas partes del mundo".

A pocos metros de la catedral, en un café maronita, decenas de personas seguían el discurso del Papa por televisión. "He venido para escuchar su corazón, un corazón que está con el respeto, la dignidad y los derechos humanos. Que busca abordar el problema de los migrantes", contó Avril Fortuin, de 57 años, una mujer cristiana que vive en Limasol, ciudad al sur de Chipre.

En cuanto al Líbano, país vecino de Chipre, Francisco dijo estar "muy preocupado" por la crisis social, económica y humanitaria: "Siento el dolor de un pueblo cansado y afectado por la violencia y el sufrimiento". Responsables de la Iglesia dijeron que mas de mil libaneses viajaron a Chipre para la visita del papa. 

Contra los "intereses nacionalistas"

Francisco continuó su discurso afirmando que "el continente europeo necesita reconciliación y unidad, necesita valentía e impulso para caminar hacia adelante", y agregó: "Porque no serán los muros del miedo ni los vetos dictados por intereses nacionalistas los que contribuirán al progreso, ni tampoco la recuperación económica por sí sola podrá garantizar la seguridad y la estabilidad".

El papa dijo estas palabras en un momento en el que Polonia ha militarizado sus fronteras con Bielorrusia ante la llegada de miles de migrantes procedentes sobre todo de Afganistán y Siria, pero también Chipre y Grecia han construido muros para impedir la llegada de los refugiados.

"Miremos la historia de Chipre y veamos cómo el encuentro y la acogida han dado frutos beneficiosos a largo plazo; no sólo en lo que se refiere a la historia del cristianismo, sino también por la construcción de una sociedad que ha encontrado su propia riqueza en la integración", aseguró Francisco. 

En este pequeño país europeo, la llegada de refugiados ha aumentado sensiblemente en los primeros diez meses del año con un total de 10.868 inmigrantes irregulares, lo que supone un 38 por ciento más que en todo 2020 y representa el mayor número de solicitudes de asilo de la Unión Europea en comparación con su población.

"Terrible herida"

Francisco también se reunió con el presidente de Chipre, Nicos Anastasiades, para abordar el conflicto que divide a la isla. El papa pidió diálogo para curar esta "terrible herida", el conflicto que en 1974 separó Chipre entre la República de Chipre, miembro de la Unión Europea, y la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre (RTNC), reconocida sólo por Turquía.

Sin citar nunca a Turquía, Francisco afirmó que "el camino de la paz, que sana los conflictos y regenera la belleza de la fraternidad, está marcado por una palabra: diálogo". En ese sentido el papa llamó a huir de "gestos de poder, de las amenazas de venganza y de las demostraciones de fuerza". Tanto la Iglesia ortodoxa como la católica piden desde hace tiempo a Turquía que sean devueltas las iglesias situadas en el norte de la isla.

En su intervención, el presidente Anastasiadis hizo hincapié en que "Chipre es el único país en Europa que sigue dividido" y que "al día de hoy sigue vigente el drama para muchas familias de no conocer el paradero de sus allegados desaparecidos". A esa situación se agrega, según el mandatario, "el saqueo de monumentos culturales y religiosos en los territorios ocupados, aspectos que ofenden brutalmente a la humanidad".

Este viernes, Francisco celebrará en Nicosia una misa en un estadio frente a siete mil fieles, y una oración ecuménica con los migrantes cerca de la "línea verde", la zona desmilitarizada administrada por la ONU que divide la ciudad y la isla en dos partes. La misa será el único evento en el que participará la comunidad católica de Chipre, compuesta por unas 25 mil personas, sobre una población de un millón, la mayoría de religión ortodoxa. Más de 500 policías velarán por la seguridad del Papa.