Un día como hoy de 1895 nacía en Cerrillos, Salta, Guillermo Velarde Mors, popularmente conocido como “Pajarito”.

Inmerso en el seno de una familia acomodada, concurrió para sus estudios primarios al colegio Zorrilla, en tanto que la secundaria la finalizó en el viejo Colegio Nacional de la ciudad.

Recibido con el título de bachiller se trasladó a Buenos Aires para estudiar, primero abogacía, y luego incursionar en diversas carreras que no logró finalizar.

La muerte de su padre en 1922 significó la caída en sus ingresos, lo cual obligó a que tuviera que regresar a Salta. De tierras porteñas había conseguido volver apenas con un diploma de “Campeón de baile de Tango”, aunque también con un refinado y cultivado gusto artístico.

Ya en el norte, fue profesor de tango y periodista temporario. Luego ingresó al Banco de la Provincia, jubilándose en dicha institución con un alto cargo.

Sin embargo, todo lo anterior resulta una anécdota en la vida de “Pajarito” (apodo que refiere a su figura elegante y respingada) ya que su trayectoria está ligada a su desarrollo posterior, cuando creó la “Sociedad de los Amigos del Arte”, organización que durante muchos años funcionó como Casa de la Cultura.

Por medio de esta institución gestionó y posibilitó la presencia y actuaciones de numerosos músicos, bailarines y cantores tanto nacionales como internacionales. Al mismo tiempo organizó certámenes literarios e invitó a artistas plásticos de diversas provincias.

Quien no conoció “Pueyrredon 106”, no conoció Salta...

La casona ubicada en la calle Pueyrredón 106, esquina España, era cita obligada para las celebridades culturales y sociales de la época. Por allí se paseaban todos aquellos que llegaban a la ciudad, fusionando sus artes en largas tertulias.

Martín Moya es fundador del histórico grupo “Los gauchos de Güemes”. Con más de 20 discos editados, se constituyen como un grupo importante en la escena histórica del folclore en Salta.

Moya conoció a Pajarito Velarde, su hogar y aquellas largas noches: “Cuando era chico ya sabía que existía el lugar. Me acuerdo que pasaba de noche en invierno, miraba desde afuera y los veía ahí, calentitos meta piano y guitarra. Iban todos los famosos: Falú, el Cuchi, Castilla, los Dávalos, gente muy reconocida. Y Pajarito, que era uno de los mejores cocteleros de Salta, los recibía”.

“Digamos que para entrar a la casa de Pajarito había que hacer méritos. Yo entré con el tiempo cuando me hice conocido gracias a ‘Los gauchos’, ahí tuve amistad con él”, recuerda Moya y agrega: “La casa era chiquita. Tenía el dormitorio y de ahí se salía a un pequeño ambiente donde estaban todas las cosas de gran valor cultural. Por ejemplo, el bombo con el que empezaron ‘Los Fronterizos’, un bombo grande. Ahí ensayaban ellos”.

Horacio Aguirre Valdez tiene 83 años. Es co-fundador de “Los Cantores del Alba” e integró varios grupos folclóricos de renombre, entre ellos “Los Federales”, con el que fue ganador en una de las primeras ediciones del icónico festival de Cosquín. 

La famosa sala de las veladas en lo de Pajarito, hoy convertida en museo

Así recuerda a Velarde: “Conocí a Pajarito precisamente a través de los ‘Cantores del Alba’. Íbamos a la casa que era un cúmulo de cosas lindas. Tenía, por ejemplo, una biblioteca personal muy nutrida. Era un ávido lector, un hombre culto. Recuerdo que cuando uno llegaba, era siempre bien recibido, era un gran anfitrión. Lo recuerdo como un hombre alto e igual a Bela Lugosi, el más famoso de los Dráculas”, comenta entre risas.

Pajarito con los Cantores del Alba.

Aguirre confirma la popular frase de aquellos tiempos que rezaba “hay que pasar por Pueyrredón 106 para conocer Salta...”. “La casa de Pajarito era un lugar importante para la cultura de Salta y del mundo. Mucha gente importante pasó por la casa. Es muy cierta esa frase que dice que para conocer Salta había que pasar por allí”, agrega Aguirre y suma figuras relevantes que visitaron la morada de Velarde: “Llegaron personalidades como Enrique Muiño, que cuando se filmó la guerra gaucha durmió ahí, Angel Magaña, Jorge Luis Borges, Juan Manuel Fangio, Ariel Ramírez, Javier Villafañe... gente importante de la cultura. Todos eran bien recibidos en Pueyrredón 106”.

Un mecenas sin dinero

Martín Moya recuerda pasajes de su vida que pudo atesorar gracias a su amistad con Velarde, así como retrata momentos de gratitud en su famosa vivienda. “Siempre había grupos en su casa. Me acuerdo de Los Cantores del Alba, los llevaba y dejaba que ensayen. Como tenía buenas relaciones y era un gran tipo, muy dado, lo que él podía hacer para ayudar, lo hacía. Contactar con las grabadoras a los artistas por ejemplo. Ayudaba a los grupos en la medida que podía con sus influencias. Tenía alma de mecenas, pero no ponía dinero, ponía sus relaciones, sus vínculos. Estas cosas lo hacían especial”.

En tanto Horacio Valdez hace una semblanza de su especial figura: “Era muy elegante, siempre bien vestido, nunca se lo ha visto a Pajarito Velarde simple de vestimenta. Pero en el fondo era sencillo, podría haberse comprado un auto pero no, tenía una hermosa bicicleta de aquel tiempo, toda cromada y con ella salía y andaba por el centro”. 

Pajarito era un gran anfitrión, muy generoso. Ser gerente del Banco le permitía darse esos lujos. Encargaba empanadas muy ricas, hacía tragos, se daba esos gustos porque amaba el arte e invitaba a la casa los más famosos artistas y escritores de la época”, agrega Valdez.

Martín Moya recuerda las interminables guitarreadas con queja incluida desde la Parroquia-escuela frente a su casa. “Cada tanto abrían las ventanas y gritaban para que dejen de hacer ruido… Las guitarreadas eran muy buenas en su casa. Además Pajarito siempre contaba cosas muy interesantes, anécdotas hermosas”.

“En su casa tenía una colección de todos los discos que grabó Carlos Gardel, creo que llegaban a más de mil las grabaciones. Y también tenía algo muy preciado que no dejaba tocar a nadie, un sombrero del Zorzal que se lo regaló cuando cantaron con José Pepe Rosano en Salta allá por 1919. Pajarito contaba que le fue a decir que era admirador suyo y quería comprarle su sombrero, y que Gardel directamente se lo regaló. Era una reliquia que estaba en un posa sombrero y que a nadie dejaba tocar”, comenta el hoy también intérprete de tangos, Horacio Valdez.

El recuerdo vivo

Martín Moya se emociona al recordar a Pajarito: “Sería bueno que se lo recuerde como una persona muy dada, como alguien que ofreció todo lo que tenía y que un día simplemente se fue a dormir para siempre. Dolió mucho cuando nos dejó...”.

En tanto Aguirre rememora aquellos días de 1965: “Un día la señora que trabaja en la casa, que hacía la comida y la limpieza, lo quiso despertar y no respondía. Cuando falleció Pajarito fue algo muy doloroso para nosotros porque Pajarito Velarde era un señor cultísimo que vivió de todo y nosotros pudimos compartirlo con él, ese recuerdo me queda. Además, porque era un ser extraordinario, una persona generosa, un hombre de mano tendida. Lo recuerdo como lo que fue, una gran persona que vivió para lo que él amaba: la cultura”.

Velarde con Los Fronterizos

El 2 de agosto de 1965, Guillermo Velarde Mors falleció a los 69 años. Aquel día partía el ser humano y se inmortalizaba la figura de Pajarito. El mecenas de contactos e influencias que sirvió de impulso para tantos músicos y cantores, dejaba su tarea cumplida.

Hoy la fundamental esquina de Pueyrredón y España, con su típica ochava de madera, guarda entre sus paredes de antaño, recuerdos, secretos y anécdotas de tantos personajes que la transitaron y fueron protagonistas fundamentales para la cultura de esta tierra.