Hola Mis Amoras. Acá vengo para decirles una cosa que todas sospechábamos, pero que muy pocas nos atrevimos a decírnoslo cara a cara, porque a veces la verdad es cruel y enfrentarla es difícil. Bueno, acá va: la moda no empezó la temporada pasada. Y otra cosa: cuando hablamos de “prehistoria” no queremos decir la época anterior al “New Look” de Dior. Es un poco antes. Pero bueno. Ahora lo sabemos y para las otras, las que tenemos miedo a la verdad, pero la vamos a enfrentar como intelectuales, va este libro.

Decir que Bien vestidos de María Isabel Baldasarre es un libro es, en cierta medida, no hacerle justicia. Porque es un libro y mucho más, también es una colección de las imágenes más interesantes de la época que el libro enfrenta. Pero también es un compendio de ideas para un figurín que potencialmente podría ser mágico. Lo veo en mi imaginación a partir de la lectura del libro y me caen lágrimas por las mejillas.

Porque Bien Vestidos es también una antología de imágenes que nos interpelan, como hace Baldarsarre, en muchos sentidos.

Una época decisiva para la moda

De un lado estamos frente a un libro que nos explica una época de la moda. De hecho, una época decisiva de la moda, porque esa época que va de 1870 a 1914 es, ni más ni menos que la que comienza con la constitución del Estado Nacional y termina con el momento en que se va a desatar la Primera Guerra Mundial, cuyos efectos sobre la moda, como todas sabemos, son quizás los más contundentes de la historia.

Dicho esto, el libro nos plantea un tema fundamental, porque la evolución de la moda en ese período específico de la modernidad es tan revolucionaria que ahí si nos tenemos que plantear un tratado.

Pero también hay otros problemas que el libro no esquiva. Porque si bien es verdad que la moda oculta y descubre al mismo tiempo, como dice la teoría, no menos importante es el hecho de que la moda, con toda su parafernalia, con toda su pomposidad, puede ocultar o destapar, de acuerdo con la conveniencia del momento, problemas que muestran el estado de la historia, de la economía, los modos en los que se expresa la lucha de clases, la batalla de los sexos o las tensiones de la sociedad.

En este libro es posible que logremos empezar a comprender hasta qué punto la moda es un instrumento para la normalización de los sujetos y en qué sentidos es una forma precisa para comprender la relación entre pasado y presente de una comunidad.

¡Si, chiques! El tema del uniforme no es un invento de Raf Simons, y sus reverberaciones sobre la moda de todos los días no es ni una cosa de Mao Tse-Tung, ni de Levi Strauss, ni de Prada… pero ya que nombramos a estos monstruos, podemos hablar de un tema que trabaja el libro Bien Vestidos, que nos va a poder hacer entender tanto de dónde estamos paradas que leerlo es como que se te abren los ojos.

Buenos aires, entre la avidez por lo nuevo y la xenofobia propia de nuestra historia

Por un lado estamos ante un fenómeno que es uno de los primeros en pensarse en una trama global. ¡Claro! Son los años del Imperio, del Imperialismo y del estallido de esa cosa que todavía no entendemos que llamamos los Estados-Nación de modo que pensar en Buenos Aires en ese momento, es también pensar en una ciudad cosmopolita, llena de avidez por lo nuevo, pero también llena de hambre por lo que viene de “otro lado”. 

No es el primer momento de furor por lo importado en nuestra ciudad. Esa fiebre tiene un origen colonial. Pero sí podemos decir que es uno de esos momentos que podemos reconocer en nuestra Ciudad, que es el de apetito por lo extranjero (casi simultaneo con el asco por “los extranjeros”). Esa combinación tan criolla y porteña de xenofobia y cosmopolitismo se puede entender también en este segmento de la historia de la moda. … Pero tampoco se desdeña acá otro aspecto importantísimo de la historia que se narra que es la perspectiva del trabajo. La moda como industria nacional también es una parte fundamental del movimiento de este aspecto de la sociedad que involucra tantos aspectos que parece infinito. Pero no por ello se deja de prestar atención a la formación de las primeras constituciones de asociaciones de trabajadores de la industria (claramente inspirados en los inmigrantes que traían al mismo tiempo sus destrezas como trabajadores, pero también sus ideas como pare de un tejido social que aprendía en esos años (estamos en 1904) a unirse por su dignidad. Parte la historia del gremio, también se cuenta en este libro caleidoscópico.

Y si se cuenta la historia de los trabajadores también se cuenta la historia de las máquinas. Es imposible contar la historia de la moda sin tener en cuenta el rol que jugó en el desarrollo de la revolución industrial y sus consecuencias. No es casualidad que una de las narraciones más significativas que cuenta la moda sea la historia de la conquista de las libertades. En el sentido de las trabajadoras que están fijadas a una máquina (una historia que todavía se sigue contando en nuestro país y en todo el tercer mundo y que sigue teniendo a los inmigrantes como protagonistas). Pero también está la otra historia de la libertad, la que va de los corsés a ese momento (que queda justo fuera de los límites de este libro: los años locos son su frontera) en el que hacer una crítica del corsé es simultáneamente, hacer una crítica al lugar de la mujer en la sociedad.

Es obvio que hablar de la relación entre moda, modernización, industria y libertad nos iba a llevar al tema de la relación entre géneros y performance social. Y el libro tienen unas páginas deliciosas dedicadas al tema, de manera verbal y con imágenes. La relación entre moda y criminalidad, la relación entre moda e identidad y el modo en el que esto se ve reflejado en los medios masivos es un tema fundamental de la constitución de la identidad del “invertido” o del “perverso” y su fascinación en los medios. En algunos capítulos aparece una galería deliciosa de nuestras antepasadas con cuyas imágenes deberíamos hacer estampitas y guardarlas en el celular como nuestras mártires y santas. Todo chicas, qué quieren que les diga.

La autora es una de las pocas que conoce el tema del coleccionismo de arte en la Argentina, de donde su vínculo con el tema de los consumos culturales, o, mejor dicho, con ese problema complejo que es el momento en el que la cultura puede volverse un objeto de consumo (de cosificación, de mercantilización, etcétera) no le es ajeno.

Bien vestidos es el compendio y fragmento que nos permite ver una parte de la sociedad y nos explica tanto el modo descangayado en el que llegamos a este presente. Deberíamos usarlo primero para aprenderlo de memoria y después para ponérnoslo en la cabeza cuando queremos aprender a caminar por una red carpet, a ver si nos entra algo más por simbiosis. Su material es pura sabiduría.