Desde Lima

Al profesor rural Pedro Castillo, que sorprendió a todos en 2021 convirtiéndose en presidente de Perú luego de derrotar a la derecha y los grupos de poder encolumnados detrás de Keiko Fujimori, se le abre un nuevo año tan agitado y complicado como han sido sus primeros cinco meses de gobierno, en los que el exsindicalista ha enfrentado la guerra sin pausa de la derecha y los medios hegemónicos, y ha podido eludir un intento de golpe parlamentario, amenazas que se renuevan este año que comienza. 

Con la derecha golpista preparando un nuevo intento para destituirlo, Castillo inicia el año también con problemas en su frente interno: distanciado del partido que lo llevó al poder, con la bancada parlamentaria oficialista fracturada entre quienes respaldan al gobierno y los que lo cuestionan con un discurso radical que acusa a Castillo de haberse moderado, con la dirigencia del oficialista Perú Libre (PL) enfrentada a otros sectores de izquierda aliados del gobierno, errores de gestión, cuestionados nombramientos, denuncias de corrupción que lo salpican, silencios y reacciones tardías en momentos de crisis.

Vacunación y crecimiento 

A pesar de los ataques externos y las debilidades internas, el gobierno ha tenido logros que tiene el reto de consolidar en este año. Ha logrado un exitoso avance en la vacunación contra la covid 19. En julio pasado cuando Castillo asumió la presidencia, se había vacunado al 15 por ciento, ahora se ha llegado al 80 por ciento de los mayores de 12 años y en enero se comenzará a inmunizar a los niños desde los cinco años. La pandemia, con la amenaza de una nueva ola, seguirá siendo un reto central. La reactivación económica, que era el otro gran reto del inicio de su gestión, ha tenido como resultado un 13 por ciento de crecimiento del PIB para 2021, el más alto en la región. Para este año se estima un crecimiento alrededor del cuatro por ciento, que estaría entre los mayores de la región. El desafío es consolidar esa reactivación y que no quede en un rebote luego de la caída de 11 por ciento del PIB en 2021, como asegura la derecha.

A pesar de esos logros, minimizados por sus enemigos y opacados por sus propias falencias, el gobierno no ha podido proyectar un rumbo claro y hasta ahora no se ven los grandes cambios ofrecidos y esperados. La imagen del campesino que llegó a la presidencia desde los sectores más pobres y marginados del país encarnando una reivindicación histórica y una esperanza, ha comenzado a despintarse. La aprobación a la gestión de Castillo, que ganó la segunda vuelta con el 50,12 por ciento, ha caído y está entre el 28 y el 36 por ciento, y su nivel de rechazo entre 60 y 58 por ciento, según los sondeos realizados en diciembre por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) e Ipsos. Detener esa caída y recuperar respaldo popular es un reto clave para Castillo.

PáginaI12 conversó con tres analistas sobre los principales desafíos en este 2022 para el acosado gobierno de Castillo.

“Para enfrentar a la ultraderecha golpista e irracional y al acoso de los medios de comunicación que es impresionante, el principal reto que tiene Castillo es gobernar y transformar al mismo tiempo. El gobierno no debe solamente sobrevivir, tiene que iniciar un proceso de cambios, y eso implica tener un equipo de gobierno cohesionado, capaz. Lo primero que debe hacer Castillo es poner orden al interior de su gobierno y consolidar la alianza de izquierda de la segunda vuelta de las elecciones y aplicar el programa de cambios que esa alianza propuso. Hasta ahora está gobernando a medias con ese programa, hay chispazos, como el lanzamiento de la segunda reforma agraria (un programa de apoyo a los pequeños productores agrarios), pero no se ve a un gobierno consolidado con una imagen de que avanza en ese programa. Frente a una correlación de fuerzas desfavorable en el Congreso, Castillo debe tener un gobierno de izquierda consolidado, serio, sin conflictos internos, y sobre la base de esa consolidación y una alianza sólida con la izquierda, que es lo primero, buscar alianzas con sectores de centro derecha, en el camino se verá si eso es posible”, señala el sociólogo y exparlamentario andino Alberto Adrianzén.

En opinión del también sociólogo Sinesio López, profesor universitario y columnista del diario la República, es urgente una alianza de Castillo más allá de la izquierda. “El primer reto para Castillo es definir con claridad un programa viable de cambios, lo que ahora no tiene, y sobre esa base armar una correlación de fuerzas de izquierda y de centro para aislar a la ultraderecha que busca destituirlo. Mantenerse en el gobierno con una derecha golpista es un reto para Castillo, para lograrlo debe consolidar un bloque de centro izquierda con un programa claro. Creo que hay sectores de centro y centro derecha que pueden acordar un programa viable de cambios con la izquierda. Castillo tiene que saber manejar eso. Debe buscar un acuerdo para terminar con la posibilidad que el Congreso pueda destituir al presidente y que a su vez el presidente ya no pueda disolver el Parlamento. Su reto más grande es armar y mantener una coalición viable. Creo que ahora está corrigiendo errores y yendo en esa dirección. Tendría que lanzar un gran programa movilizador, como Hambre Cero, fundamental en este momento en que los ingresos de los pobres han bajado mucho”.

Por su parte, Juan de la Puente, politólogo, abogado y director del portal de análisis político Pata Amarilla, señala que “el mayor reto para Castillo es mantenerse en el poder, eso solo lo puede lograr ampliando la base de su gobierno llegando a un acuerdo con una centro derecha parlamentaria de origen provinciano que creo estaría a favor de determinados cambios, como en los temas de las pensiones, los monopolios, la defensa de los consumidores, la descentralización, la entrega de bonos de ayuda a los sectores vulnerables”. “Otro desafío del presidente -agrega- es volverse a conectar con las demandas sociales. La sociedad que demandaba cambios y que votó por cambios al hacerlo por Castillo se siente abandonada. La razón por la que en las encuestas se desaprueba a Castillo no es por su posición política, sino porque no está promoviendo los cambios que había ofrecido. Conectarse arriba con la centro derecha parlamentaria y reconectarse abajo con los sectores populares son los dos grandes desafíos del presidente”.

Adrianzén indica que “para derrotar a la derecha golpista, Castillo debe movilizar a la gente en las calles y enfrentar ese golpismo en un debate político público”. “Hasta ahora no está respondiendo como debería”, asegura. El exparlamentario andino señala que el presidente “tiene que hacer los cambios que ha prometido: cambios en educación, avanzar más en la segunda reforma agraria, generar empleo, insistir en la reforma tributaria (recientemente el Congreso bloqueó una reforma tributaria para subir impuestos a las grandes mineras favorecidas con el alza de los precios de los minerales y al uno por ciento más rico del país). Y debe tener una política exterior acorde con un gobierno de izquierda, ahora la política exterior no está mal, pero es tímida”.

Los tres analistas coinciden en que el presidente debe cambiar un estilo de gobierno marcado por la poca transparencia y con preminencia de un cuestionado círculo de amigos.

“Creo que Castillo -señala Sinesio López- es una persona limpia, pero como no tiene un equipo de gente para gobernar que él conozca de antes y no confía en los profesionales, entonces confía solamente en la familia y sus paisanos, y ahí hay pillos que se están aprovechando. Debe romper con el círculo cercano que tiene y lo viene complicando. Tiene que confiar en la gente más capacitada de la izquierda, que no está en Perú Libre sino en ese sector que Vladimir Cerrón (secretario general de PL) critica llamando ‘los caviares’ (término usado despectivamente por la derecha para atacar a una izquierda intelectual, profesional, y que ahora Cerrón repite), y ponerla en el gobierno en lugar de gente que no da la talla”.

Juan de la Puente dice que “cuando la gente le pide a Castillo realizaciones, eficacia, le está pidiendo un cambio de estilo”. “Su mayor desafío -precisa- es cambiar un estilo de gobierno de profunda desconfianza, de mantener una presidencia muy achicada, no relacionarse, no rendir cuentas. Para lograr la alquimia de la necesidad de cambios y de consensos, Castillo necesita tener un círculo más abierto, tener más transparencia, mejores filtros para la designación de funcionarios, recuperar un discurso de cambios ciertos porque el radicalismo vacío ya está agotado, gobernar para el país y no para el Parlamento. Si no cambia el estilo, eso puede terminar siendo la perdición de Castillo”.

Un reto pendiente para el primer maestro que llega a la presidencia es volver a abrir las escuelas para comenzar el nuevo año escolar con el retorno a las clases presenciales, un tema en el que Perú está a la zaga en la región.