Si hay algo que amo locamente, que me da un placer tremebundo, que me rebalsa de alegría el cuerpo es: estar con poca ropa zambulléndome en el agua. Nado y me acerco a piscinas y mares y lagos y ríos desde que soy pequeña buscando lo que ningún otro contacto con la materia me puede dar. Me siento una con la naturaleza, una conmigo misma, una con el cosmos. Tanta felicidad claro, no podía ser tan perfecta.

Corrían los años 90 y mi padre fiel a sus no convicciones políticas gastaba sus dólares en la playa más gordoodiante del Río de la Plata: Punta del Este. Y no solo eso, la alternábamos con la segunda playa más gordoodiante: Pinamar. La mirada con asco, el destrato, la ignorancia. La imposibilidad de hacer amigues.

¿Cómo explicarle a un padre, también gordoodiante, que mejor no, que me quedaba con mi remera gigante en los fichines mirando de lejos el mar que me llamaba sin éxito a salticar entre las olas?

Qué infierno. Las gordas cuarentonas como yo somos las adolescentes que crecimos pensando que el verano y todos sus beneficios eran para las flacas. Es verdad, yo al menos iba al mar, soy una gorda burguesa de Versalles. Soy una gorda privilegiada. Ni quiero pensar los veranos de quienes no saben lo que es tener vacaciones. O sí, quiero justicia ya. Quiero vacaciones para todes. Ocio por doquier.

Mi padre era un señor que sentía vergüenza de mí y mi cuerpo entonces un buen día ya ni siquiera me siguió invitando a la playa. Me dejaba sola con mi angustia de la que solo podía hacerse cargo pagando costosos tratamientos para adelgazar, asumía que allí estaría mi felicidad. Pues no, señor. He sido sometida a tantos tratamientos que mi cuerpo ya no es lo que se dice un santuario. #chistechiste #chistedeverano #chistegordo

Hoy en día veo tantas posibilidades de trajes de baño que me emociono, me agarra una locura por tener mil bikinis de todos colores y estampas. De hecho, amo posar para @nolineal, porque me siento libre. Siento que libero a la Marujita de 14 que lloraba y escribía en su diario sobre lo feliz que sería si existiera la máquina de adelgazar o personas que solo se fijaran en mí por mi gracia innata y no por cómo me quedara un mini short.

Cuando volvía al colegio siempre había historias de amores de verano que yo solo escuchaba resignada, no me pasaba nunca eso, no iba a lugares donde eso me pudiera pasar. Las personas no te hacen gancho con nadie si sos gorda. A veces ni te preguntan si te gusta alguien porque asumen que será en vano la pregunta, si nadie se va a fijar en vos.

Nos infantilizan desde peques, hay algunas cosas de grandes que no nos van a pasar por ser gordes, entonces nos dan comida o nos enseñan a hacer otras cosas, si tenemos suerte.

Hace rato que pienso que tanto a las gordas como a las lesbianas nos infantilizan, como si no existiera el erotismo para nosotras, a unas porque no merecemos y a otras porque nos falta. Una vez le dije a un director de teatro, que hacía que todos se besen en una perfo menos a mí, porque no pasaba por su mente, por su red conceptual, la idea de que una gorda pudiese besar y erotizar al público. Se puso colorado y se río. No se lo imaginaba de verdad. Solo veía en mí una nena, un osito.

Nos pasa también cuando nos acusan de enamorarnos de nuestros amigos homosexuales, somos nosotras las enamoradas, ellos no hacen nada. Ellos no generan un vínculo erótico, No. Somos las infantilizadas gordas las que nos inventamos un cuento de hadas.

Luego de darme cuenta de esto decidí dar el siguiente paso, dejar los cuentos de hadas y probar con cuentos de misterio, dramas, picaresca, teatro. Este último sí que me gusta mucho, amo el teatro, me deja ser la mejor versión de mi misma.

En mi adultez, por suerte, no me interesa tanto lo que diga la gente sobre mi cuerpo. Si todavía me preocupa bastante respecto al acceso al trabajo, pero eso es otra historia. Me costó mucho pensarme erótica, hermosa, veraniega, potra, diosa, total del universo. Me pongo lo que quiero y disfruto del verano como me gusta dentro de lo que puedo. Nado, entro en el agua, ando en traje de baño todo el día. Intento dar el ejemplo. Uso mi cuerpo de farol de aliento. Si yo puedo, vos podés.