El oficialista Lenín Moreno asumió ayer como presidente de Ecuador con la meta de avanzar en el modelo conocido como socialismo del siglo XXI, la huella que deja Rafael Correa en el país y que está en crisis en Venezuela.

Moreno, de 64 años de edad y que sufre una paraplejia, fue juramentado para un periodo de cuatro años por José Serrano, titular de la unicameral Asamblea Nacional, controlada aún por el oficialismo. Correa, ovacionado varias veces durante la ceremonia y a quien se le escaparon algunas lágrimas, le colocó la banda presidencial, ante una decena de mandatarios latinoamericanos, entre ellos los de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Guatemala y Perú. “Son diez años de haber sido testigos de la construcción de caminos, puentes, puertos y aeropuertos. Diez años de la recuperación de la autoestima y del sentido de pertenencia de los ecuatorianos. Este proceso tiene un nombre: revolución ciudadana”, exclamó Moreno en su primer discurso como mandatario.

Respaldado por la temporal bonanza petrolera, Correa privilegió la inversión y la equidad social, mantuvo subsidios para los combustibles y la electricidad y amplió los bonos económicos para los pobres durante la década que gobernó a Ecuador (2007-2017). Pero su “revolución ciudadana” afronta ahora dificultades económicas. La deuda externa trepó en 150 por ciento (a 25.680 millones de dólares, 26,3 por ciento del PIB) en la última década, según cifras oficiales. La economía decreció 1,5 por ciento en el 2016 y el precio del crudo, principal producto de exportación, cayó del récord de 98 dólares por barril en el 2012 a 35 en el 2016.

El nuevo presidente de Ecuador anunció ayer que decretará la austeridad en su gobierno para mantener la dolarización de la economía, que afronta problemas por la falta de divisas. “Como lo ofrecí en campaña, firmaré un decreto ejecutivo de austeridad en el gobierno. Todo gasto, toda inversión pasará por un filtro objetivo de necesidades ciudadanas”, dijo Moreno en la ceremonia en la que fue juramentado por el Parlamento. Agregó que va a sostener la dolarización de la economía ecuatoriana, implantada en marzo del 2000 en medio de una crisis bancaria, y que para ello impulsará todas las políticas y actividades que permitan sumar dólares. “No tendremos una moneda paralela”, aseguró Moreno. 

Además dijo que la nación requiere multiplicar la producción y el empleo con miras a entregar en el año 2021 un país con mejores resultados en los  ámbitos interno y externo. También prometió una “implacable” lucha contra la corrupción. “Vamos a practicarle una cirugía mayor”, insistió. “Combatiremos la corrupción, la de ahora y la de ayer, y la que podría venir, la de adentro y la de afuera. Por eso hemos exigido a Odebrecht, a la justicia norteamericana, a la justicia brasileña que nos entregue la lista de los corruptos, los de ayer y los de ahora”, manifestó Moreno. La Fiscalía ecuatoriana abrió una investigación tras la revelación del Departamento de Justicia de Estados Unidos en diciembre pasado de que la gigantesca constructora brasileña pagó entre el 2007 y el 2016 unos 33,5 millones de dólares a funcionarios ecuatorianos. 

La Justicia de Ecuador dispuso el sábado prisión preventiva por 90 días para Alecksey Mosquera, ex ministro de Electricidad de Correa, que habría recibido 920 mil dólares dentro de la trama de millonarios sobornos de Odebrecht. Además, está con arresto domiciliario por tener 70 años de edad, el empresario Marcelo Endara, tras ser involucrado con Mosquera en el caso.

El nuevo gabinete está integrado por empresarios, dirigentes sociales y funcionarios de Correa, como María Fernanda Espinosa y Miguel Carvajal, quienes serán canciller y ministro de Defensa, respectivamente. Moreno, quien eliminó seis ministerios coordinadores como el de Política Económica, entregó la cartera de Finanzas a Carlos De la Torre, ex asesor del Banco Central, y la de Hidrocarburos a Carlos Pérez, ex directivo de la petrolera estadounidense Halliburton en América.

En los comicios más reñidos para el correísmo, Lenín (como le llaman sus simpatizantes) ganó el balotaje de abril con 2,3 puntos porcentuales más que el opositor de derecha Guillermo Lasso, con lo que el oficialismo suma 14 victorias electorales desde el 2006. Y ante un país polarizado, Moreno prometió ayer gobernar para todos. “Soy el presidente de todos, me debo a todos, respeto a todos. Trabajar‚ para que nadie, absolutamente nadie se quede atrás”.

La oposición recuperó terreno al aumentar su presencia en el Parlamento (de 137 escaños), en la que el oficialismo dejó de tener la mayoría calificada de dos tercios para reformar la Constitución. El oficialismo ahora tiene una mayoría frágil de 74 escaños, frente a los 100 del periodo 2013-2017. Correa, figura de la izquierda latinoamericana, anticipó que se dedicará a su familia y a la academia, sin descartar el regreso a la política. “Me voy con el corazón repleto de gratitud con mi pueblo, que nunca nos falló”, expresó el mandatario saliente el lunes en su cuenta en la red social Twitter.

Por otro lado, Moreno, dijo que no ofrecerá los informes semanales de gestión que durante una década dio religiosamente Correa. En un programa de radio y televisión, que se realizaba cada sábado en distintas partes del país, Correa detallaba sus actividades semanales durante unas tres o cuatro horas frente a simpatizantes. “Soy un conversador, apegado a las conclusiones, gustoso de ir pronto a la síntesis, al resumen. Por eso no haré el enlace semanal”, expresó Moreno. Luego agregó: “Vamos a encontrar otra forma de hacerlo, pues como ordena la Constitución, mantendré informada a la ciudadanía de forma veraz y oportuna sobre toda la gestión gubernamental, que será completamente transparente”.