Para Juntos por el Cambio, la renuncia de Máximo Kirchner fue como maná del cielo. En lugar de concentrarse en sus propias internas, decidieron que era refrescante dedicarse -aunque sea por un rato- a las del oficialismo. El objetivo fue --como es de manual-- sacarle el mayor aprovechamiento político posible a las diferencias en el Frente de Todos, que magnificaron para plantear una situación límite del Gobierno ("el caos está a la vuelta de la esquina", "el presidente perdió el control del bloque", fueron algunas de las declaraciones hiperbólicas). El jefe del bloque del PRO, Cristian Ritondo, alertó que con este clima "va a ser muy difícil lograr consenso en el Congreso". También dedicaron parte de sus energías a repudiar la marcha para pedir cambios en el Poder Judicial, a la que trastocaron en la "toma por asalto" de Tribunales. "No jodan más con las instituciones", lanzó la exgobernadora Vidal, acusada de perseguir opositores. 

Era cantado que, tras años de buscar la división entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la renuncia de Máximo Kirchner les iba a venir como anillo al dedo. Y así fue: diversos integrantes de la alianza opositora, tanto del PRO como de la UCR y la Coalición Cívica, comentaron animadamente la carta de renuncia del expresidente del bloque del Frente de Todos. No obstante, ninguno recogió el guante que dejó Máximo Kirchner en su carta, cuando aludió a que las espadas de Cambiemos en el Congreso le decían por lo bajo que no estaban de acuerdo con las medidas de Mauricio Macri, pero en público se callaban.

A la cabeza estuvo el presidente del bloque PRO, Cristian Ritondo, que dijo: "Imaginense uno viendo desde afuera la película: el presidente del bloque oficialista, la espada parlamentaria del oficialismo, renuncia porque no está de acuerdo con lo de Fondo. Y mientras tanto otro sector muy grande del Gobierno, marchan en contra de otro poder del Estado en plena democracia. Si uno lo mira de afuera, es inentendible". Tambien aprovechó para cuestionar el viaje de Alberto Fernández: "En medio de la negociación con el FMI, en la que EEUU tiene una gran influencia, nos vamos a Rusia y a China, en medio de la crisis de Ucrania. Inentendible", insistió. Ritondo concluyó: "Si no se ponen de acuerdo entre ellos va a ser muy difícil lograr consenso en el Congreso. Tienen que dejar sus conflictos internos de lado y empezar a pensar en el país. No podemos perder más tiempo".

Pero el tweet más comentado, involuntariamente, fue el del senador Julio Cleto Cobos, recordado por haber sido el vicepresidente de Cristina Fernández de Kirchner que votó en contra de su Gobierno -por primera vez en la historia argentina- en la discusión por la resolución 125.

"Como sucedió luego de las PASO, las internas del oficialismo impactan en el gobierno de nuestro país. En este caso es peor: lesiona la autoridad presidencial y quita credibilidad y estabilidad. Por el bien de Argentina pedimos responsabilidad a todos los sectores del oficialismo", afirmó Cobos, quien no pareció percatarse de la simetría entre lo que hizo en 2008 y lo que estaba cuestionando ahora.

Algunas de las respuestas que recibió fueron: "Claro, Máximo debió quedarse como presidente del bloque y cuando le tocara votar, ahí si.... mi voto es no positivo, no?"; "¿Vos venís a hablar de responsabilidad, "no positivo"? Cerrando la 8!!!"; "Pero mira vos!! te atreves a hablar? vos que votaste en contra de tu propia presidenta". Y así sucesivamente...

El presidente del interbloque de Juntos por el Cambio en el Senado Alfredo Cornejo, por su parte, sostuvo que "Máximo Kirchner acaba de mostrar la fractura expuesta del FdT que vengo advirtiendo hace dos años. No han hecho más que generar incertidumbre desde que están en el Gobierno".

La mayoría de los diputados radicales fueron en esa misma línea. Por ejemplo, el titular de uno de los bloques de la UCR, Mario Negri, consideró: “Es la primera vez que un presidente peronista pierde el control de los bloques. Alberto Fernández se va a Moscú justo cuando hay una escalada con Ucrania que tiene al mundo en vilo y cuando una decena de procesados por corrupción marcharán para tomar por asalto a la Corte”. Las hipérboles estuvieron a la orden del día.

 “Veníamos diciendo que había un silencio que aturdía de parte del kirchnerismo duro con respecto al acuerdo del Gobierno con el FMI. Hoy queda claro que hay una grave crisis interna dentro del Frente de Todos que parece ir ganando gravedad y volumen”, aseguró (o deseó) Negri.

Desde la Coalición Cívica, el diputado Juan Manuel López planteó que "no es bueno para el país que el oficialismo no sepa tramitar sus diferencias. Ojalá se arreglen entre ellos. En la oposición tendrá que haber más inteligencia, templanza y seriedad que nunca, sobre todo cuando el caos está a la vuelta de la esquina".

Sobre la marcha del 1F siguieron cayendo las críticas: el bloque que conduce Negri sostuvo que "el kirchnerismo quiere simbólicamente tomar por asalto la Justicia, por eso decide salir a la calle para agredir a los jueces del Máximo Tribunal del país". El adláter de Patricia Bullrich, Eduardo Amadeo, aseguró que "la marcha 1F solo busca atacar a los jueces, debilitar la división de poderes y garantizar la impunidad de los procesados K". Nada se salió del registro de la catástrofe. Por su parte, María Eugenia Vidal --investigada por armar causas judiciales para perseguir opositores-- pidió que "no jodan más con las instituciones".

El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta se sumó a la ola de críticas pero se concentró en la marcha que reclama la democratización de la justicia. "Es un hecho de enorme gravedad institucional que repudio absolutamente", afirmó y dijo que espera que el Gobierno acional "corrija el rumbo, garantice la división de poderes y siga los caminos que marca la Constitución".