El acuerdo para sobrevivir deja un sabor amargo, de impotencia, frente a un mundo adverso, no solo frente al amenazante FMI; las políticas del FMI y otros organismos de crédito internacional son en parte el alimento del poder mundial.

El Gobierno del país ha llegado a un acuerdo para postergar por algunos años, con condicionamientos, el pago del capital e intereses que endeudó estratégicamente el gobierno del expresidente Macri. Logra sobrevivir, que no es poco.

En la Vuelta de Martín Fierro, el viejo Vizcacha le aconseja que el primer cuidado del hombre es defender su pellejo; defender el pellejo es poder sobrevivir, después veremos. El “acuerdo” alcanzado permite salir del default con sus consecuencias sociales que festejaban anticipadamente la oposición y los medios. Es la estrategia del sobreviviente que nos cuenta Primo Levi y reconoce Elías Canetti. El FMI nos estará vigilando y condicionando por varias generaciones, como se juraron lograr Mauricio Macri y Christine Lagarde.

El modelo socioeconómico y político inaugurado por Ronald Reagan y Margaret Thatcher en 1980 es un proceso que evolucionó hacia el capitalismo neoliberal financiero: gobernar a partir del crédito, o sea a partir de crear deudores. En la creación de deudores participan organismos financieros, como el FMI, el BE, el BM y su contraparte, determinados gobiernos que contraen una cuantiosa deuda impagable en los plazos acordados pero redituable para el capital crediticio, esa forma vampiresca decía Marx en el marco del modelo de acumulación del capital financiero. Esto no ha sido un acto aislado sino el resultado de una estratégica política en el que si bien las relaciones de poder en la historia humana siempre tuvieron un componente de violencia delictiva, en el capitalismo financiero adquiere o se expresa en un entramado que lo hace más sólido en el tiempo y en el espacio a nivel mundial.

El Poder siempre se ilusionó en ser universal, que su orden fuera hegemónico, pero solo pudo lograrlo a finales del siglo XX cuando encontró una forma que uniera el modelo capitalista con el deseo humano, como dijera Gilles Deleuze.

Ya no atrae el socialismo, y solo de manera circunstancial el cooperativismo, o el bien común para decirlo en otro lenguaje. Atrae el éxito económico, el triunfar sin importar cómo, lo social subsumido en lo individual con sus formas de socialización en los que la imposición del consumo y los medios de prensa son sus pilares.

El colega Pablo de Marinis me recordó hace unos días una reflexión de Pier Paolo Pasolini: “Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manifestarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En no ser un trepador social, en no pasar sobre el cuerpo del otro para llegar primero. Ante esta antropología del ganador, prefiero al que pierde”, decía Pasolini en referencia a la derrota producida por la impotencia.

Ya no existe, creo, posibilidad alguna de un proyecto político universal que pretenda instalar el socialismo, fuera de la apelación a la retórica, aunque ésta continúa cumpliendo una función nada desdeñable a la hora de ciertas confrontaciones; lo emocional al que se apela ayuda en la resistencia, aunque se esfuma al gestionar un nuevo orden. Pero queda la sensibilidad social, algo que siempre ha sido el objetivo a neutralizar por el poder.

La sensibilidad social es solidaridad con los de abajo, con los de a pie, con los derrotados y es en la derrota que el sobreviviente tiene la posibilidad de la resistencia, de la indignación, de la lucha. Claro que también ayudan las ideas, no solo la emoción, como decíamos, pero la sensibilidad la incluye, se alimenta con ella.

La organización económica socialista se ha vuelto contradictoria con los deseos humanos creados en y por el desarrollo capitalista; estos se han transformado por primera vez en la lógica del Capital y por lo tanto en una fuerza material encarnada en un sistema de poder, en un determinado orden social. Y a él se enfrentaba el Gobierno con el default que Macri fue produciendo estratégicamente desde 2016 tomando miles de millones de deuda que no se invirtieron en el desarrollo del país; no significó inversión alguna y solo quedó liberado a la especulación de integrantes de su gobierno. Esto debe seguir siendo investigado penalmente como lo que interpusiera el Gobierno ante el Poder Judicial contra los responsables de estos delitos perpetrados, esos actos lesivos para el patrimonio de todos nosotros.

El FMI es el de siempre, un organismo multilateral de otorgamiento créditos con un dinero que los países que lo fundaron habían acumulado de manera delictiva en el final de la Segunda guerra mundial, créditos otorgados generalmente inducidos a solicitar; así un poseedor de dinero se transforma en acreedor. No olvidemos que el orden es el del Código Civil, es no solo el derecho de propiedad sino los derechos del acreedor y las obligaciones del deudor. En la lógica del Capital el acreedor no se propone que se le devuelva el dinero prestado si está asegurado, sino percibir una renta de él, transformar su dinero inerte en capital al introducirlo en el sistema financiero.

El endeudamiento fue una política estratégica del gobierno neoliberal de la alianza Cambiemos que se propuso crear así las condiciones de un país sometido a los dictados del poder económico mundial; además la deuda contraída no afecta en lo personal a los funcionarios que la contrajeron en nombre del gobierno; afecta y afectará y por muchos años a los ciudadanos que ocupan los últimos seis o siete deciles de la pirámide social. El capitalismo financiero gobierna a partir del crédito otorgado, gobierna a partir de la deuda, dice Mauricio Lazzarato.

Podemos pensar que la realidad de la deuda soberana a nivel mundial ha creado un nuevo sujeto social como fuera considerada la clase trabajadora en el siglo XIX y parte del XX: me refiero a los países y sus pueblos endeudados. El sistema, el modelo de capitalismo financiero ha creado la base material para esto. ¿será solo una ilusión que los países deudores y sus pueblos despertaran transformándose en un sujeto histórico capaz de lograr un mundo mejor?

La Alianza de Juntos por el Cambio que forma parte del bloque del poder con las grandes corporaciones extranjeras y nacionales, los medios de comunicación y el poder judicial no ven con buenos ojos la opción tomada por el gobierno porque les puede hacer peligrar su suerte en las elecciones del 2023.

 

Ahora se inicia otra etapa para el sobreviviente, la del gobierno que necesita de la ciudadanía toda y de su movilización para impedir que el FMI imponga una política de ajuste sobre las políticas sociales, la reforma laboral y jubilatoria, obstáculos al desarrollo científico e inversión de la obra pública y demás medidas destinadas al crecimiento económico; esto podría lograr una mejor situación para seguir negociando y postergar vencimientos impagables que acordara el gobierno de Cambiemos para debilitar toda autonomía y soberanía nacional; estamos vivos, veremos si alcanza.  

Juan S. Pegoraro pertenece al Instituto de Investigaciones Gino Germani-UBA.