Se lo extraña tanto a Horacio González, una figura clave de la conversación pública argentina, que ante las derivas políticas de los últimos meses muchos se preguntarán que diría o qué escribiría sobre el ascenso de la ultraderecha de Javier Milei o sobre el acuerdo con el FMI, entre otros temas dramáticos para el destino del país. Se extraña tanto su voz, esa lengua díscola, que el duelo colectivo continúa (y continuará). Lo que no es extraño, de un tiempo a esta parte, es que broten pequeños homenajes con tantas capas de sentido, donde se superponen trayectorias vitales e intelectuales que despliegan sus propias entrelíneas. El Consejo Superior de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) resolvió que la Biblioteca de la universidad lleve el nombre de “Horacio González”, en reconocimiento a “un intelectual fundamental de la Argentina y al valor de su colaboración amistosa y generosa con la institución en general y con su Biblioteca en particular”.

Ningún otro escritor, sociólogo, ensayista, intelectual generó comunidades tan intensas como lo hizo con sus clases en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA o en la Universidad Nacional de Rosario; desde las páginas de la revista El ojo mocho, en los años 90, o con el trabajo en la Biblioteca Nacional (BN), esos diez años que van de 2005 a 2015 en los que logró transformar una institución compleja y difícil innovando en los legados. Como director de la BN acompañó el crecimiento de la actividad bibliotecológica y editorial de la UNGS, a través de iniciativas conjuntas como la edición de una colección de 25 libros sobre temas de política y cultura y la creación del Museo de la Lengua de la UNGS, una especie de hermano menor del Museo del Libro y de la Lengua, que González inauguró en 2011, y que estuvo a cargo de María Pía López primero y que ahora dirige María Moreno.

González -quien murió el 22 de junio de 2021 a los 77 años- dio distintas conferencias en la UNGS; una de las más destacadas fue la que inauguró el Encuentro de Bibliotecas del Noroeste del Conurbano Bonaerense en 2010. El filósofo, docente y exrector de la UNGS, Eduardo Rinesi, recuerda que a González le gustaba mucho un artículo de Mariano Moreno en La Gaceta de Buenos Aires sobre la función de las bibliotecas, que comentó en ese encuentro con los bibliotecarios bonaerenses. “Las bibliotecas deben servir para la liberación de los pueblos y si no sirven para eso mejor sería que ardieran, como la de Alejandría. No deja de ser provocador que el director de la Biblioteca Nacional dijera esto ante 200 o 300 bibliotecarios del Conurbano. A Horacio le gustaba hacer esas provocaciones”.

El autor de Restos pampeanos y La crisálida, entre otros ensayos fundamentales, protagonizó Las armas y las letras, un ciclo de cinco clases abiertas, producido y transmitido por UNITV, el canal de televisión de la UNGS, en los que abordó La Comuna de París, La Revolución de Octubre (en dos partes), Mayo del 68/Liberación del Tercer Mundo y Cosmogonía Argentina de los 70. El vínculo entre González y la UNGS es más extenso porque también brindó cursos de formación continua y de posgrado, evaluó tesis y asesoró al Rectorado y la dirección de la Unidad de Biblioteca y Documentación en temas de su especialidad. Después de su muerte, la UNGS convocó a la presentación de fotografías, videos, textos y/o anécdotas escritas o en audio que tengan al ensayista y escritor como protagonista en sus múltiples facetas, con el objetivo de crear un archivo y muestra colectiva, que se exhibirá en marzo de 2022.

“Los temas de Horacio eran los libros y los grandes mitos; fue un pensador de los mitos y de las instituciones, de los mitos que son instituciones y de las instituciones que son mitos, como la Biblioteca Nacional y la Universidad”, plantea Rinesi y subraya que escribió “dos libros impresionantes” sobre estas instituciones: La historia de la Biblioteca Nacional y Saberes de pasillo, una compilación de ensayos sobre la cuestión universitaria. “Horacio pensó que la lucidez no estaba afuera de los mitos, igual que la libertad no estaba afuera de las instituciones", compara Rinesi. "Que la lucidez y la libertad consistían en habitar los mitos y las instituciones críticamente y eso es lo que hizo toda su vida”.