Daniil Medvedev es una roca. Nada puede moverlo de su eje. Nada puede inmutarlo. Es una máquina, un robot, un buque llamado a llegar a destino sin desvío alguno. El inicio del nuevo paradigma del tenis masculino está en sus manos.

Con una personalidad de hielo y un abanico de golpes heterodoxos desde el punto de vista técnico, característica que lo convierte en un enigma por la capacidad para esconder los tiros, el ruso edificó un camino que lo llevó a ocupar, desde este lunes, la cima del ranking ATP, sitio del que desplaza a Novak Djokovic, el jugador que permaneció más semanas en la cumbre (361).

El serbio miró a todos desde lo más alto en varios períodos desde que tomara el lugar de privilegio por primera vez el 4 de julio de 2011. “Felicitaciones a un muy merecido Daniil Medvedev, que ahora se convertirá en el número uno", publicó Djokovic tras la derrota 6-4 y 7-6 (4) del pasado jueves en Dubai y la certeza de que cedería su liderazgo.

Los tiempos marcan que, sin dudas, surgirá una nueva era: el valor agregado de Medvedev, en términos estadísticos, es que se transformó en el primer número uno del mundo después de 921 semanas de hegemonía absoluta por parte del Big 4, los cuatro fantásticos: Roger Federer (310 semanas), Rafael Nadal (209), el propio Djokovic (361) y Andy Murray (41).

El último número uno diferente de ellos había sido el estadounidense Andy Roddick el 1º de febrero de 2004, nada menos que 6602 días atrás. El ruso es apenas el 27º jugador que llega al número uno del mundo desde la creación del ranking ATP, el 23 de agosto de 1973.

Profesional desde 2014, Medvedev tiene 26 años y mide 1,98 metro, dato que lo erige como el número uno del mundo más alto de los tiempos. Además es el tercer ruso que se instala en ese sitio después de Yevgeny Kafelnikov (seis semanas en 1999) y Marat Safin (nueve entre 2000 y 2001).

Desde el comienzo de su carrera en la elite conquistó trece títulos de nivel ATP, entre ellos el histórico US Open del año pasado en el que evitó que Djokovic lograra el Grand Slam Calendario, el Campeonato de Maestros de 2020 y cuatro Masters 1000. También ganó la Copa Davis 2021 y llegó a otras tres finales de Grand Slam: US Open 2019, Australia 2021 y Australia 2022.

"Muchos dicen que mi manera de jugar es aburrida o que me parezco a un robot. Tengo un estilo de juego muy diferente. No sé por qué juego así pero no voy a cambiar. No creo que haya técnica buena o mala. En realidad no me importa: lo único que yo quiero es ganar", disparó Medvedev, años atrás, en una pequeña descripción de su pensamiento.

Para ganar no sólo utiliza golpes inusuales desde la cosmovisión técnica sino que, además, apuesta a métodos con base en la biomecánica, en herramientas de la medicina china y en la filosofía de los guerreros shaolín. Fanático de Quentin Tarantino, del ajedrez, de los videojuegos y de los autos, el ruso sostiene sus cimientos de trabajo con dos piezas fundamentales de nacionalidad francesa: el entrenador Gilles Cervara y la psicóloga Francisca Dauzet.

"Cuando un shaolín pelea nunca se distrae con el entorno. Se concentra sólo en la lucha. La cabeza de Medvedev es como una computadora: grande y compleja. Podemos decir que es un genio y que tiene todo para llegar a la cima", había explicado, años atrás, la psicoanalista que trabaja con el ruso desde 2018, la arquitecta que moldeó la cabeza de un número uno capaz de soportar puntos interminables sin exhibir ni una muestra de fragilidad.

El salto de calidad de Medvedev no sólo llegó por haber conseguido un extremo control mental adentro de la cancha. Si Dauzet pulió su mente con las herramientas milenarias chinas, entonces Cervara resultó clave. El coach que lo acompaña desde 2014 sumó al equipo a la psicoanalista en 2018, cuando el ruso ya era top 80 del mundo, pero también adoptó técnicas de biomecánica para exprimir al máximo los casi dos metros de un jugador al que, en aquel momento, le faltaba un último empuje a la elite.

Cervara comenzó aquel proceso en un laboratorio de biomecánica que, a través de un sistema avanzado en tecnología, analizó confluencia entre la altura, el posicionamiento en la cancha y la velocidad de los tiros de Medvedev, cuyo resultado fue complementado por el prestigioso fisiólogo Yann Le Meur y el preparador físico Eric Hernández. El premio más valioso llegó varios años más tarde: el robot enterró la mayor hegemonía del tenis moderno y va por todo.

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