Rusia anunció treguas locales en varias ciudades de Ucrania a partir del martes tras otra fallida ronda de negociaciones para encontrar una salida al conflicto bélico, que siguió escalando con la muerte de trece personas en el bombardeo de una panadería a cincuenta kilómetros de Kiev. Las fuerzas rusas continuaron su asedio con misiles y artillería contra varias ciudades y regiones de Ucrania, especialmente en Jarkov, la segunda mayor ciudad del país, y las regiones de Sumy y Odessa, de acuerdo al ejército ucraniano.

"Desde el comienzo del día 12 de la invasión, el enemigo continuó realizando ataques con cohetes-bomba y artillería contra posiciones de Ucrania", señaló el mando general de las fuerzas armadas ucraniano en su último parte de guerra. Sobre el terreno, la situación no deja de agravarse. Al menos 13 personas murieron en un bombardeo contra una panadería de Makariv. Los servicios de emergencia también informaron que habían rescatado a cinco personas atrapadas entre los escombros de la fábrica, que fue clausurada.

La situación humanitaria se agrava día tras día, con varias ciudades asediadas en las que los víveres comienzan a escasear y de las que la población intenta salir a toda costa. Para llevar ayuda humanitaria a las zonas de hostilidades, la ONU "necesita corredores seguros", declaró el secretario general adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, en el Consejo de Seguridad. La ofensiva rusa, lanzada el 24 de febrero, llevó a más de 1,7 millones de personas a salir de Ucrania, según la ONU, y muchas más han sido desplazadas dentro del país o están atrapadas en ciudades bombardeadas por Rusia. 

Ataques en Jarkov y Odessa

De acuerdo con el Servicio Estatal de Emergencias, en Jarkov, donde las tropas rusas entraron hace ocho días, hubo ataques aéreos contra edificios residenciales cerca del Servicio de Aplicación de la Ley Militar de las Fuerzas Armadas de Ucrania y sus alrededores, contra un policlínico del ministerio del Interior y la torre de televisión. Al menos ocho personas fallecieron en los bombardeos y unas 200 personas fueron rescatadas, según informaron autoridades ucranianas.

El puerto de Odessa, a orillas del mar Negro, también está amenazado. Muchas familias dejaron a sus parientes más ancianos, demasiado débiles como para huir de la ciudad, y a sus animales domésticos en el monasterio Arcángel Mijailovsky. "Pero desgraciadamente no podremos recibir a todo el mundo, y además tenemos problemas de dinero", comentó la responsable del monasterio de cúpulas doradas, Madre Serfaim.

A su vez, hubo bombardeos rusos en barrios residenciales y suburbios de Mykolaiv que provocaron incendios. Mientras en la ciudad de Irpin, donde el domingo fallecieron ocho personas por ataques rusos en medio de una evacuación, según el alcalde Oleksandr Markushyn, hace más de tres días que no hay luz, agua o calefacción.

En Kiev, la capital, los soldados ucranianos se preparaban ante un posible ataque. "La capital se prepara para defenderse", dijo el alcalde Vitali Klitschko, por Telegram. "¡Kiev resistirá! ¡Se defenderá!", agregó.

La ofensiva rusa empezó el 24 de febrero con ataques de misiles y un despliegue de paracaidistas en Gostomel, el suburbio más alejado de Kiev. Los soldados ucranianos rechazaron el ataque inicial y destruyeron algunos de los primeros vehículos blindados rusos. Pero Moscú envió refuerzos desde Bielorrusia que llegaron a principios de la semana pasada. Desde entonces, la ofensiva viene cobrando impulso.

Bucha en ruinas

Las fuerzas terrestres rusas se apoderaron de varias zonas en torno a Gostomel y utilizaron incesantes bombardeos para llegar más al sur, hasta la ciudad de Bucha. "El viernes por la mañana había una bandera ucraniana sobre Bucha, y luego los equipos rusos empezaron a entrar", dijo Vitaly Shichko, un residente.

Este hombre de 47 años lleva una venda sobre dos heridas de bala en la muñeca izquierda y otra para cubrir varios hematomas en su cara. "Al principio, parecía que enviaban tropas a las que no les importaba perder", dijo Shichko. "Pero cuando estaba escondido en el sótano, los rusos que nos encontraron eran serios, bien equipados, con linternas y comunicaciones completas, básicamente fuerzas especiales", indicó.

Gran parte de Bucha está ahora en ruinas. La ciudad sigue siendo bombardeada con fuego de mortero y un humo oscuro se cierne sobre su horizonte. "Las personas mayores o las que no pueden caminar se quedan", dijo Marina Manfyorova, una residente, mientras se apresuraba hacia los colectivos de evacuación que esperaban en el lado que da a Kiev del río que separa Irpin de la capital ucraniana. "Todavía tienen la esperanza de salvarse", agregó Manfyorova.

Presencia de francotiradores

Varios testigos dijeron que los rusos habían instalado francotiradores en un bloque de edificios altos con vistas a las calles desiertas y a los campos de barro por donde los residentes huían hacia Kiev. "Hay un francotirador en ese edificio azul", dijo Oleksiy Cherikalov, un soldado, mirando por encima de su hombro derecho. El militar de 40 años se tomó un día libre para evacuar a su propia familia de Irpin. Pero incluso siendo soldado le impresionó la magnitud de la violencia.

Otros testigos y soldados dijeron que los rusos habían obligado a algunas personas a abandonar sus casas para establecer nuevas posiciones de tiro. "Los rusos se están posicionando en edificios residenciales, apartamentos, tiendas", dijo Konstantyn Lokhmitskiy, un soldado de 38 años. "Después empezaron a disparar exclusivamente a los civiles", aseguró Lokhmitsky, quien agregó:  "Yo también luché. Esta es mi tercera guerra, pero esto no solía ocurrir. Nadie disparaba a los civiles en aquella época".

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