A lo largo de la década de 1920 varias películas utilizaron imágenes de cadenas de montaje para ilustrar el camino hacia la modernidad, la unión relativamente fraterna de las máquinas con los humanos, ya sea en contextos capitalistas como el de la República de Weimar (Berlín, sinfonía de una gran ciudad, dirigida por Walter Ruttman) o comunistas, como en la utopía soviética El hombre de la cámara, de Dziga Vertov. Unos años después, Chaplin aplicaba una fórmula inversa en su crítica a la deshumanización laboral, Tiempos modernos. En Ascensión, el notable largometraje de la estadounidense Jessica Kingdon, las escenas que registran el trabajo cotidiano en centros de reciclado, talleres textiles o las fábricas más diversas –teléfonos celulares, árboles de navidad, pulverizadores de perfume–, conforman uno de los núcleos temáticos del documental, filmado en distintas ciudades de la República Popular China. El país elegido no es casual, tanto en términos personales (Kingdon es hija de madre china) como por la tesis central del film, nominado a un premio Oscar en la categoría correspondiente: una descripción del presente y de un futuro posible no puede dejar de mirar atentamente al gigante asiático.

La cámara se planta y observa sin intromisiones, con una lógica inflexible. No hay voces en off explicativas. Sí se escucha a una supervisora regañando a una empleada que trabaja demasiado lento; también la de una trabajadora que habla pestes de su jefe. Mientras las botellitas de agua se rellenan rápidamente gracias a un aparato giratorio y un par de expertos cortadores de tela desempeñan su tarea de manera casi robótica, los planos de una máquina que dibuja un “Keep America Great” para su posterior bordado en prendas de vestir señala la primera en una serie de ironías. Menos mecánico, el trabajo en una empresa de muñecas sexuales realistas, fabricadas para su consumo en el mercado occidental, ofrece el espectáculo de un grupo de mujeres de carne y hueso manipulando cabezas, brazos, piernas, senos XXL y vulvas perfectamente diseñadas. De lo micro a lo macro, de la calidad estándar al producto de lujo, cada pieza del engranaje humano cumple su función. El eslogan “Made in China” nunca tuvo un significado más diverso que hoy en día.

Ascensión describe a una sociedad llena de contradicciones que ha abrazado el capitalismo extremo sin abandonar las normativas y objetivos del comunismo. El entrenamiento casi militar de un grupo de empleados de una gran compañía, diseñado para grabar a fuego las bondades del trabajo en equipo y la entrega al punto de la extenuación (“la vida por la empresa”, se lee en un cartel inspirador), se entrelaza con una gran pantalla en la vía pública que escracha a aquellos transeúntes que cruzan la calle en rojo o mirando la pantalla de su celular. La entrega individual en pos de un gran plan comunitario, el comportamiento ciudadano vigilado en cada paso, la creciente obsesión por la imagen. En el segundo tercio de Ascensión, el proletariado le cede el lugar a la cada vez más importante clase media china, y la pantalla es ocupada por instagrammers y tiktokers ofreciendo clases de maquillaje o vendiendo productos de belleza.

Un curso de buenos modales protocolares para jóvenes profesionales, en el cual se discute cuántos dientes deben mostrarse al sonreír, se enlaza con un evento empresarial en el cual todos los empleados aplauden y celebran las bromas del CEO en el discurso central de la velada. Sobre el final, la mirada se concentra en las actividades de los nuevos ricos del sistema: absortos en una conversación sobre escuelas de elite, el diseño de un vaso de cristal y la mejor forma de consumir un sofisticado postre. Mientras tanto, un grupo de futuros guardaespaldas es sometido a rigurosas y dolorosas pruebas físicas, no sin una pizca de humillación. Sin subrayados ni admoniciones, lejos del púlpito y la denuncia etnocentrista, Ascensión pinta un mundo que parece lejano, geográfica y culturalmente, aunque muchas de las problemáticas que lo atraviesan son rabiosamente universales. El sueño chino de Xi Jinping es una realidad y un espejo en el cual se reflejan deseos y ansiedades. Individuales y colectivas, de aquí y de allá.

ASCENSIÓN 8 puntos

Ascension; Estados Unidos, 2022

Dirección: Jessica Kingdon.

Duración: 97 minutos.

Estreno en la plataforma Paramount+.