LINGUI - 7 PUNTOS

Chad/Francia/Bélgica/Alemania, 2022

Dirección y guion: Mahamat-Saleh Haroun

Fotografía: Mathieu Giombini

Duración: 87 minutos

Intérpretes: Achouackh Abakar Souleymane, Rihane Khalil Alio, Youssouf Djaoro, Briya Gomdigue, Saleh Sambo

Estreno exclusivo en la plataforma Mubi.

No parece haber película más indicada que ésta para estrenar en la semana del 8 de marzo. De mayoría musulmana, Chad es uno de los países donde los derechos de las mujeres se violan en una gama que Lingui, del experimentado realizador de ese origen Mahamat-Saleh Haroun -premiado en Cannes y Venecia por films previos, ver entrevista-, despliega con amplitud. En ese país del centro de África las quinceañeras son sometidas a casamientos forzados, de modo de garantizar que su vida sexual tenga lugar únicamente bajo la capa legitimadora del matrimonio. Las violaciones pasan por “consentimiento”. Se desatiende a las niñas, se desalientan sus estudios y, la práctica más aberrante de todas -no es Chad el único país donde se lleva a cabo-, el rito de iniciación de la ablación clitoridiana, destinado a eliminar de raíz todo exceso en el goce.

Lingui es una película hecha de miradas de soslayo, de dolor, de miedos, de secretos que las retorcidas callecitas de la aldea parecen reproducir. Pero también de decisiones drásticas, como la que tiene lugar en el rincón de uno de esos pasajes. “No te vi en el rezo de la madrugada”, advierte veladamente el imán local a Amina (Achouackh Abakar Souleymane), que carga con la condena social de ser madre soltera. Amina y un grupo de otras mujeres viven de una artesanía inédita, que Haroun reproduce con mirada documental. Sacan los cables de acero de las llantas de auto en desuso (la escena inicial muestra el esfuerzo físico y la diversidad de esforzadas habilidades manuales que Amina emprende en un depósito de ocasión) y con ellos e infinita paciencia hacen cestería, cargando de a tres canastos de distintos tamaños sobre sus cabezas. Con el producto de esa venta Amina está en condiciones de mantenerse, a ella y a su hija María (Rihane Khalil Alio). Pero María ha llegado a los 15 años, y a la inminente ablación se le suma el abuso cometido por un vecino anciano y “respetable”, que amenaza con poner a María en línea con la condena social sufrida por la madre.

No son sin embargo mujeres victimizadas las que protagonizan el film de Haroun. Así como exhiben una enorme dosis de ingenio y fuerza física para ganarse el pan cotidiano, Amina sabrá qué hacer al enterarse de la noticia. Recorre junto a María (a quien llama “Mamita”) consultorios donde se practican abortos clandestinos, consulta a mujeres que practican ablaciones falsas y canaliza finalmente su furia sobre el violador. Amina es una persona que sabe cómo usar sus instrumentos, se trate de los que requiere la fabricación de cestas o el necesario para el castigo. Lingui reavivará el debate sobre la legitimidad de la justicia por mano propia, pero en un medio en el que los jueces raramente castiguen a un violador, a Amina no parece quedarle mucha más opción que el silencio. El propio o el ajeno.

Como suele suceder en el cine de los países de África Central (Costa de Marfil, Malí, Burkina Faso), cada plano de Lingui parece una pintura naif. Acentuado por el uso de filtros de color, las paredes de arcilla estallan con abundancia de ocres y el azul-celeste que los italianos llaman azzurro. Los vestidos exhiben la más vasta variedad de estampados, sobre violetas, azules oscuros y rojos encarnados. Contradiciendo esa suerte de fauvismo espontáneo, no hay ninguna naiveté, ninguna ingenuidad, en un sistema que condena la no asistencia al rezo pero no la violación. Como tampoco la hay en la suma de astutas e inteligentes formas de rebeldía con que Amina afronta la ley patriarcal.

Como nota al pie, seguramente causará asombro el clima de fiesta en el que las mujeres de la aldea celebran el más brutal de los rituales de su cultura, que las tiene por víctimas. Tal vez sea una forma de síndrome de Estocolmo: ya se sabe que entre víctimas y victimarios muchas veces se establecen lazos impensados. Quizá sea a esos lazos a los que alude el título original. Aunque es más posible que éste refiera a los que Amina y María construyen como forma de seguir sobreviviendo, en un sistema en el que parecen funcionar como convidadas de piedra.