¿Qué traen esos momentos en los que se tejen lazos eróticos entre amigas? ¿Cómo se dan los cruces entre erotismo y amistad? ¿De qué maneras se habilitan esos espacios? ¿Es otra dimensión de la felicidad? ¿Hay un plus en esos estímulos cuando se descubren? Las preguntas son muchas y algunas respuestas se van desplegando en una búsqueda de placer que tiene en los lazos de amistad otras posibilidades de conexión. Olores, caricias, texturas, masajes, latidos y cosquillas pueden ser un cobijo entre amigas que fortalece y ayuda a resistir a las presiones e injusticias patriarcales.

Tati Español, autora del libro Todo sobre tu vulva (Planeta), cree que el erotismo entre amigas puede abrirnos las puertas a un mundo de estímulos y disfrute al que no fuimos preparadas ni incentivadas a vivir o a generar, y por eso es tan revolucionario. “Es erotismo sin los fines reproductivos o sin la idea del casamiento, la familia tradicionalmente impuesta, la pareja, el perro y todas las convicciones sociales. El placer sin otro fin más que el amatorio nos mueve demasiadas estructuras porque no nos lo dieron habilitado por default, lo tenemos que habilitar”. 

Tati también observa que si no tenemos las cosas un poco claras puede salir mal, pero con cuidado, empatía e interés en la otra “puede ser súper interesante y satisfactorio”. Y agrega: “Un lazo erótico con amigas es algo que lleva unos buenos niveles de trabajo personal y desestructuración de los andamiajes del amor disney o romántico y la mononorma que tanto nos han inculcado”.

Tal vez porque crecimos con la idea de que las amigas están para otra cosa, sumado al peso de una sociedad patriarcal que impulsa la heteronorma, los vínculos con matices eróticos entre amigas quedaron como escondidos. Tati señala que hemos aprendido que el estímulo erótico tiene que venir sí o sí de una pareja: “Hay quienes aún sienten como una traición el hecho de que su pareja se erotice con otras personas. Pero también habemos otres que sentimos esta idea un tanto limitante y pesada. Sería rarísimo (más no imposible) que nos erotice solo una persona en este mundo. Los celos, la posesión, la idea de pertenencia en nuestros vínculos sexoafectivos, nos han inoculado la idea de que si nuestra pareja se calienta con otres es porque ya no le gustamos o porque le estamos perdiendo. Pero somos seres sociales, el amor, el erotismo y el placer que necesitamos puede venir de un montón de frentes, uno de esos pueden ser las amigas con las que logramos vínculos profundos, que nos dan y dieron amor, un amor más sincero, más cuidado que el que estamos instruidas a recibir, sin tantos condicionamientos ni expectativas”.

-¿Cómo caracterizarías estas conexiones entre amigas?

Tati: Las amigas nos conocen, nos saben, saben hacia donde disparan nuestras psiquis, saben cómo mambeamos, saben cuidarnos y valorarnos. Y a veces ese amor que tenemos por nuestras amigas, busca de un contacto físico, el tacto nos despierta a otro mundo de sensaciones. A veces en búsqueda de una conexión más profunda, los mimos, las caricias o el sexo pueden tornarse un interés en un vínculo amical.

Reaprender a jugar

Iara Vilardebó es madre, cineasta, terapeuta holística, investigadora y activista. En 2021, creó Desmadre, una serie de nueve episodios sobre sexualidades y maternidades que se puede ver en YouTube. En torno a este tema se pregunta “¿Qué tipo de sexualidad anhelo y deseo?” Desde ese interrogante plantea que entre amigas puede habilitarse un espectro de lo sexual muy diverso y profundo: la investigación de una sexualidad no falocéntrica, ni coitocéntrica.

 “Una caricia, una mirada, el modo en el que respiro, pueden ser gestos sexuales. Habitar ese encuentro en el cual podamos conocernos, con tiempo, ternura y cuidado, crear ese espacio de intercambio para darle lugar a la investigación y recuperar la sexualidad como un juego es algo que no es para nada menor en esta sociedad machista y patriarcal”. 

Entre amigas puede ser más fácil explorar una relación no coitocéntrica, dice Iara Vilarderbó 

Explorar lo que sentimos sin caer en mandatos, ese es el puntapié que lanza Luz desde la ciudad de Paraná, en Entre Ríos. Tiene 33 años, es licenciada en filosofía, docente de nivel secundario, socorrista y lesboambientalista. Dice que algunas lecturas iluminaron ciertas experiencias, sin embargo prefiere no caer en lo teórico. 

“Y no porque no quiera politizar las cosas -subraya- porque el erotismo entre amigas es en sí mismo una política de las afecciones, las sensaciones, las emociones y los cuidados feministas”. Así define ese espacio entre amigas que a veces se habilita y a veces no. “Creo que el erotismo entre amigas es algo casi natural y cuando digo natural me refiero a la inconcebible cantidad de cosas que podemos sentir y vivir las personas. Eso es lo natural para mí: todo lo posible para la sensación y la imaginación.” 

Luz cuenta que tiene amigas a las que ama y otras que son como hermanas. “Con estas últimas hay una suerte de bloqueo por incesto y no ha aparecido erotismo. Pero con las primeras me pasan cosas. Esas personas y esas relaciones me han sostenido y contenido repetidas veces en mi vida adulta. En las mayores angustias y en situaciones de placer. Algunas se sostienen, otras caen, otras las hacemos caer, otras no sé. 

"De algunas me enamoré primero y después me hice amiga, de otras al revés, de otras dejé de ser amiga. Quizás dicho así, parezca inocente: a veces sigo lo que siento y a veces lloro ante lo que siento”. Luz dice que en ella el erotismo está en una fibra muy íntima y sus amigas “hermanas” lo saben. 

Los consensos y los límites se van viendo, revela Luz y enseguida cuenta lo que le sucedió con una amiga: conoció a F hace ocho años. La pandemia hizo que se vieran menos pero cada vez que se veían había mucho por hablar, reír y a veces discutir. F acompañó a Luz en situaciones traumáticas relacionadas a una familia heterosexista y con historias de abusos intrafamiliar. F, que es diez años más chica que Luz, le enseñó algunas cosas sobre el amor, la amistad y la familia. 

Ahora están enojadas porque tienen distintas lecturas políticas de la coyuntura y por lo que fueron decidiendo hacer con sus vidas. Luz recuerda que hubo veces que se gustaron y hubo veces que no. Hubo veces en pandemia en que se escribieron todo lo que tenían ganas de hacer-se. Y otras, también en pandemia, en las que acostadas en la arena leyeron un libro sintiéndose la piel mientras caía el sol y todo era perfecto. 

Una noche, Luz estaba de viaje y llegó tarde a la ciudad donde vivía F. Había dejado unas cosas ahí así que se quedó a dormir. Luz traía consigo miles de sensaciones después de visitar un movimiento campesino. “Estaba algo sucia y bastante chonga”, se acuerda. Esa noche se durmieron juntas, se despertaron y empezaron a chapar. F solía andar en tetas por la casa así que su desnudez no era una novedad para Luz pero sí el roce de las pieles. Al otro día sus vidas siguieron. Pero Luz era todavía más feliz. “F me cambió la vida, y con eso me refiero al tejido que hicimos para acompañarnos en momentos que fueron como morir y revivir”.

A veces tampoco es necesario concretar ninguna acción, está el deseo y eso es más que suficiente. Por eso, Tati observa que las amigas que están, las que nos ven cuando nos miran, las que nos escuchan cuando hablamos, pueden llegar a estimular el deseo. Sin embargo, al mismo tiempo le parece necesario destacar que no tiene por qué ser una obligación para nadie: “Porque hoy, a medida que los feminismos blanqueamos ideas o modos de vida, la cultura popular los toma y los banaliza, los vuelve mandato y pareciera que si no cumplimos con ello fallamos como feministas. Por eso me parece importante destacar que el erotismo entre amigas no debería nunca convertirse en un nuevo mandato. Que no podemos ponernos en el lugar de que lo que es placentero para nosotres lo va a ser para todes. Hay amigas con las que podemos mimarnos, dormir la siesta, hacer cucharita, coger, o bailar pegadas, y otras que no podrían soportar tal cosa. No estaría bueno que ahora pasemos a forzar este tipo de vínculos con nadie”.

Conocerse antes de conocerse

Anabela Musante es investigadora y activista menstrual, creadora de Utera y autora de los libros Curanderas y Algo que nos devuelva el fuego. Dice que a partir de sus amigas se abrió una nueva forma de habitar la sexualidad. Un lugar en el que fueron apareciendo respuestas a la pregunta sobre qué es la sexualidad: “Quizás sea un espacio donde mi cuerpo se conecta con su potencia vital y placentera. La sexualidad como parte de mi salud, de mi ser íntegro”, dice. 

“Porque compartir mi sexualidad entre amigas puede significar muchísimas cosas, pero lo primero que siento es que es un lugar seguro y protegido. Puedo abrir mi deseo, mi tristeza, mi placer, mi creatividad. Puedo abrir mis poros. También puedo compartir mi cuerpo, la piel, el goce. Hoy es un posible refugio, como cuando mis amigas me abrazan, me ven llorar o cuando hablamos sobre la herida y la incomodidad. Siento que sea cual sea la forma de habitar un espacio sexual con ellas, hay algo medicinal y saludable para mi cuerpo. Una guarida donde mi cuerpo puede sentirse libre y expresar su potencia gozosa”.

-¿Cómo juegan en este sentido la educación y los medios?

Tati: En general refuerzan la idea de que la amistad es un vínculo “inferior” a la pareja, por eso no se nos incentiva a compartir momentos eróticos ni sexuales entre amigues. El sexo, lo erótico, queda reservado al ámbito de la familia y la procreación. Es un modo más de control de los cuerpos y de programación de las afectividades. Un pensamiento que no deja de responder a las antiguas y patriarcales estructuras de valorización y sacralización de la célula familiar y la reproducción. Pero a medida que vamos destrabando estas ideas, podemos darnos cuenta que hay tantas formas de recibir amor, cuidado, placer y estímulos como personas en el mundo. Hay quienes se erotizan solo con sus parejas, hay quienes encuentran erotismo en el arte, en la actividad física, en la comida o en las amistades. Ese erotismo puede desencadenar en un encuentro sexual o quedar ahí, en el plano del deseo, del estímulo, de los olores, de las texturas.

Iara, que también escribe Apuntes para recuperar mi sexualidad, un newsletter quincenal gratuito y además estrenó con amigas el podcast “La crisis del amor”, suma: “Me resulta muy creativo e inspirador poder pensar y sentir a la sexualidad como algo más abarcativo, hondo y entramado que lo que nos contaron. Fuimos educades en un sistema patriarcal que nos enseñó que la sexualidad es aquello que sucede entre dos cuerpos (uno con pene y otro con vulva), en el ámbito de lo privado, en la casa, en la cama.  Somos una generación que está poniendo en jaque el modo de vincularnos entre nosotras las mujeres. En esa búsqueda aparece un abanico de sensaciones, emociones, percepciones que se escapan del relato que aprendimos de chiquitas y adolescentes. Además, en este sistema machista, la mayoría de nosotras tenemos una memoria de violencia, de abusos, y en muchísimos casos, no solo la memoria, sino la realidad del presente”.

-¿Qué traen esos momentos en los que se tejen lazos eróticos entre amigas?

Anabela: El erotismo entre amigas puede resultar un puente de recuperación del placer y de la sensibilidad. Cuan eróticos y potentes pueden ser esos diálogos en tanto y en cuanto pongan de manifiesto la libertad sensorial del cuerpo, la piel entregada, los órganos relajados (sea el espacio y el contexto que sea creado entre amigas). Para mí no hay mayor erotismo que la sensación de sentirme cuidada, abrazada y escuchada. Y no hay mejor erotismo que el que es entre amigues porque ¿con quién nos vamos a desnudar más?

La sensualidad nace de una intimidad relajada.

-¿Cuál es el plus que puede haber entre amigas que se dan esa posibilidad en relación con la otra?

Tati: Esta conexión más profunda muchas veces deviene en aumento de la autoestima. Tanto hablamos de autoestima en estos tiempos, pero poco decimos de que en realidad querernos a nosotras mismas no es un trabajo que podemos hacer solas, sentirnos deseadas, eróticas, buscadas, queridas, pensadas, vistas sin tantas condiciones como el modelo de pareja propone, por alguien que ya nos conoce, que nos sabe, es parte de la construcción de nuestra estima también. Una amiga siempre va a tener una mirada más cálida sobre una misma, una mirada más amorosa, que no busca el cambio, sino que nos acepta y ama por cómo somos. Y ese es un medio muy nutritivo para el amor y el erotismo.

-¿Es otra dimensión de la felicidad para las mujeres?

Tati: Sí, porque al corrernos de las lógicas de la heterosexualidad, de las normas patriarcales impuestas y establecidas, generamos lazos muchísimo más profundos y valiosos, con otros cuidados, con otra base. Sean vínculos afectivos o sexoafectivos. Igualmente digo esto sin perder de vista que no siempre es así, a veces los vínculos entre mujeres repiten un montón de las estructuras patriarcales. Porque todes crecimos educades en esta cultura, y a veces no alcanza con una orientación sexual disidente para correrse de esas lógicas.

Amistad y erotismo en todas las edades (foto Constanza Niscovolos)

Iara dice que le agradece a los feminismos haberle dado la posibilidad de encontrarse con otras mujeres no desde la competencia sino desde la solidaridad, la inspiración, la atracción. Continúa: “Entonces de repente, sacar del centro a los varones cis, calentarte y disfrutar con tu amiga, abriendo un espacio seguro para explorar el placer, desde la ternura, la vulnerabilidad, la confianza, en el cual no hay estrategias, ni ‘pruebas de amor’, ni entregas dolorosas, me resulta profundamente revolucionario. Por otro lado, creo que cuando nos damos el lugar a explorar nuestra sexualidad con una amiga, sin necesariamente desear formar una pareja o un proyecto en ese sentido, estamos dándole un jaque muy potente al sistema de pensamiento monogámico. Cogemos, nos amamos, nos cuidamos, pero no somos pareja, ni nos interesa serlo, porque somos algo mucho mejor: somos amigas.

Brigitte Vasallo trabaja estas tangentes en su libro Pensamiento Monógamo, terror poliamoroso. Habla de la jerarquía de los vínculos, como la matriz monógama, y la jerarquía que ese vínculo puede tener. Siguiendo esta línea de pensamiento Iara, completa: “Nos enseñaron que el vínculo de pareja o sexoafectivo, debe tener un lugar más jerárquico, más protagónico que el de las amistades. Hay una gran felicidad y libertad, en cuestionar este sistema jerárquico y binario en relación a los afectos. No solo en mi vida personal, sino en la vida comunitaria”.

-Amistad, cuidado, placer y erotismo, ¿qué reparan en esta sociedad machista?

Tati: Vivimos en mundo que es horrible, es cruel y duele. Por eso los lazos de amistad nos dan parte de lo necesario para sobrevivir a él. Cuando querés mucho a alguien, sus olores, sus manos, los abrazos, sus besos, a veces se vuelven deseo, nos dan calma. Es alguien que te da escucha, cuidado, mimos (eróticos o no). Las mujeres no fuimos educadas en los placeres propios sino en los ajenos, entonces encontrar placer con otres, con otros cuerpos, con amor, y los cuidados que una amiga, de empatía, comprensión y conocimiento, termina siendo revolucionario, es la trinchera que podemos armar frente a este mundo tan frívolo, y doloroso.

Anabela: La amistad, el cuidado, el placer y el erotismo reparan años y años de memorias de abuso, de miedo, de tensión y dolor, de silenciamiento de nuestros espacios sexuales y erógenos. Reparan la herida cultural que sostiene lo placentero. Reparan los diálogos entre mujeres y la forma de verse, validarse, admirarse. Sana la mirada falocéntrica, genital y opresora que se ha forjado sobre la excitación, la calentura y la estimulación en esta sociedad. Habitar el goce, la sexualidad y la vulnerabilidad en la amistad destroza años de patriarcado.

Pero también aparece el lado B de la cuestión y Luz dice que ese sentir entre amigas se da en la medida en que haya coincidencia. Tati trae la sinceridad como ingrediente frente a los desencuentros: “Ser sinceras y poder expresar nuestras ganas (de lo que sea) a la otra sin las expectativas del amor romántico, sin creer que el rechazo es lo peor que nos pueda pasar, dejando de lado la idea de que si expresamos lo que sentimos a alguna amiga, el vínculo se va a arruinar o que si nos dicen que no el vínculo muere ahí. Tenemos que dejar de asumir cosas y empezar a hablar más”. 

La no reciprocidad también existe. Entonces Iara agrega: “Creo que también ahí hay mucho aprendizaje, si habilitamos la comunicación en ese ‘des-encuentro’. Algo súper tabú también. Me pasó hace un tiempo que tenía ganas de explorar-me sexualmente con una amiga. Era tan hermoso lo que sentía, que se lo dije. Con miedo a que eso ‘cague el vínculo’ porque claro, eso fue lo que nos enseñaron. Animarme a hablarlo con mi amiga (que finalmente no sentía lo mismo que yo) fue hermoso. Me dolió al principio. Pero con el tiempo siento que nos permitió conocernos más íntimamente, nos volvimos más confidentes. Me siento muy cómoda cerca de ella porque siento que nos conocimos siendo vulnerables, nos dimos el lugar a ser honestas y a compartir lo que nos pasaba a las dos”.