A las 14.45 del jueves 17 termina el desfile de testigos en el juicio contra Higui, acusada de homicidio por haberse defendido de una violación correctiva grupalpara sacarle el lesbianismo”.

Final de la audiencia y la fiscal Liliana Tricarico exige al Tribunal Oral Criminal Nº7 de San Martín (integrado por los jueces Julián Descalzo, Gustavo Alfredo Varvallo y Germán Adolfo Saint-Martin) que permitan presentar los alegatos a continuación, ese mismo día.

Una de las abogadas defensoras de Higui, Gabriela ”Chiqui” Conder, pide pasar a cuarto intermedio hasta el martes 22, el día que estaba previsto por el Tribunal para la última audiencia. La abogada Claudia Spatocco pide tres horas para redactar el alegato en defensa de Higui y los jueces otorgan dos horas. A las 17 las defensoras de Higui deberán presentar su alegato en la sala de audiencias.

UNA LESBIANA SE DEFENDIÓ

Nervios, tensión. Contenida por su psicóloga Raquel Elena Disenfeld, Higui regresa con las pibas, pibes y pibis de la Asamblea por la Absolución, que ocupan la avenida 101 Ricardo Balbín frente al Palacio de Tribunales de San Martín, y activan las redes para convocar a todes les compañeres que puedan llegar, porque la sentencia es inminente.

Una lesbiana se defendió/ se llama Higui queremos la absolución, cantan les mostris.

Gabriela Conder y Claudia Spatocco, en el bar de la esquina, se dividen las tareas. “Chiqui” Conder se encarga de redactar lo relativo a la legítima defensa y al intento de violación correctiva grupal. Mientras, Claudia Spatocco piensa lo atinente a la perspectiva de género lesbiana, que estuvo ausente durante las audiencias, excepto en las preguntas de las abogadas defensoras. Si Higui resulta absuelta, sus abogadas defensoras renunciarán a cobrar honorarios.

ALEGATO DE LA DEFENSA

Inicia Gabriela “Chiqui” Conder

La fiscal dice que no existió una agresión previa, que cuando estaban en la reunión en Yrurtía 1136, todo transcurría en forma normal. Se pelearon un hombre de 28 años con un adolescente de 16. La violencia de Cristian Espósito cuando el adolescente F. M. rompe una botella de vino y como respuesta le pega una patada. Cristian Espósito, Sandro Ramírez y el adolescente F. M. recorrieron más de 100 metros y todavía seguía la violencia. No podían calmarlo a Espósito. Pero parece que no había ninguna alteración, que era el Día de la Madre y este fue solo un incidente. O sea que la reunión familiar no fue sin disturbios.

No pudieron decir todos donde estaba el cuerpo de Espósito. No coincide el levantamiento de rastros con el lugar donde estaba el cuerpo. Todos los testigos que declararon por la fiscalía, todos de la familia de Espósito, coincidieron en que el cuerpo estaba a 30 metros de la casa cuando para describir el lugar los testigos no tenían noción de las dimensiones. (Uno llegó a decir que la pequeña sala de audiencias medía “como” 30 metros de largo).

Si los testigos de la fiscalía fueron contestes, estuvimos en otro debate, porque no vimos eso. Todos iban al portón y nadie se cruzó con los otros. La fiscalía tomó un poco de un lado, un poco de otro, e hizo un guiso. Trata de cocinar con dos palitos un asado para 15 personas.

La fiscalía describe la situación como que todos acuerdan que sale F. M., entra Karina, etcétera, pero ninguno ve entrar a Sandro, y Sandro dice que entra (y deja cosas que compró en el pasillo). Sandro dice que Cristian no entra al pasillo, pero nadie vio entrar a Sandro. Los testigos no son contestes.

La vieron a Higui llegar tomada. La familia Recalde (a la que pertenecía Cristian Espósito) también estaba tomando desde el mediodía. No le pidieron a Higui que se porte bien. Que se porte bien era que no reaccione si hay una agresión. ¿A quién llevaron adentro (de una de las casas)? Al adolescente de 16 años, porque (Espósito) lo iba a cagar a palos. Con Higui lo mismo. Si las cosas se ponían mal, le dijo Caty, se iba adentro. (Era costumbre en esa familia que si se desataba la violencia contra alguien más débil, lo hacían entrar a una de las casas para protegerlo).

Están acreditados los golpes que recibió Higui. Y la fiscalía no habló de eso. Sandro dice en su declaración que Espósito le pega una piña a Higui. Higui no tenía una piña, estaba cagada a palos. Cuando Higui llega a Yrurtía 1136, no tenía ningún golpe, entendemos que la fiscalía no puede explicar los hechos como son. La fiscalía no habló de la funcionaria policial que declaró hoy y dijo cómo estaba Higui y de los cuidados que debía tener (en la comisaría) para que no convulsionara.

La fiscalía no dice el móvil. Sostiene que Higui tiene un problema con Cristian. Dice “es sabido”. No dice cuál.

PERSPECTIVA DE GÉNERO NO ES FORMALIDAD

Continúa Claudia Spatocco

Es indispensable en este caso, a nuestro entender, que la decisión tenga perspectiva de género. Pero cuando hablamos de perspectiva de género no hablamos de una formalidad sino del análisis en el caso concreto. Hay un fallo de 2019 de la Corte Suprema de Justicia de la Nación donde se explica qué es analizar un caso con perspectiva de género, entonces debemos analizar el contexto, la historia de vida, la mecánica del hecho, descartando además el uso de estereotipos. Están obligados los jueces a juzgar dejando a un lado esos estereotipos. Aquí lo que vemos por parte del Ministerio Público (la fiscalía) es un compendio de estereotipos, que dice que “Higui es sucia, pelea como un hombre, es borracha”, etcétera.

Cuando hablEmos de perspectiva de género, hagámoslo mirando la realidad que indica esquemáticamente que los varones están acá arriba (señala con una mano señalando un tope arriba), las mujeres mucho más abajo y las lesbianas y disidencias sexuales en el subsuelo. Hay que verlo eso. La vulnerabilidad de Higui es producto de todas esas desigualdades que existen en esta sociedad. Eso por un lado.

O sea que es indispensable que se ponga en relevancia esas relaciones de desigualdad que hay entre los varones hétero cisgénero, y en este caso una lesbiana.

Porque lo que la fiscalía pretende es que ese día (el 16 de octubre de 2016) recibieron a Higui en la casa de Yrurtía 1136 diciéndole que se porte bien, porque Higui tenía problemas con Cristian Espósito. Ahora bien, decir que Higui era la que tenía los problemas con Cristian es invisibilizar los problemas que Cristian tenía con Higui. Porque lo que la fiscalía pretende es que ese tipo de broncas cruzadas anula toda la violencia estructural. Para la fiscalía todo se reduce a que Higui tenía problemas con Cristian. “Eso era público y notorio”, sostiene la fiscal. Pero como dijo Gabriela Conder, en ningún momento la fiscal nos explicó cuáles eran esos problemas. Todos los integrantes de la familia Recalde dijeron que Higui tenía problemas con Cristian, pero no sabían exactamente cuáles eran.

Perspectiva de género es darle una importancia fundamental al relato de la víctima, que es Higui. Perspectiva de género es que la fiscalía, cuando investiga un delito, lo haga con la debida diligencia reforzada según el artículo 7 de la Convención de Belem do Pará. Nosotras nos encontramos con una instrucción totalmente deficiente. Dice la fiscalía que “no hay prueba del relato de Higui” y nos preguntamos ¿por qué no hay? Sencillamente porque no se investigó. ¿Alguien peritó el pasillo o el patio delantero donde Higui relata que sucedieron los hechos? Nadie. ¿Alguien probó si había sangre en la ropa de Higui? Nadie. ¿Alcanza con preguntarles a los familiares de Cristian Espósito, que además entraron en muchísimas contradicciones, si el señor era violento? ¿Alguien se tomó el trabajo de investigar lo que Higui dijo en la indagatoria? No. La instrucción ni siquiera tuvo en cuenta el descargo de Higui. ¿Cómo va a haber prueba?, si nunca se investigó. Hemos escuchado a muchos policías que acudieron al lugar alertados ante la presencia de un masculino con herida de arma blanca. Relataron que al llegar al lugar encontraron a mucha gente alrededor del cuerpo de Cristian Espósito, ¿pero cómo fue entonces que no consiguieron un solo testigo que no fuera familiar? Un Día de la Madre a las 11 de la noche, un día festivo en el barrio.

HIGUI NO MIENTE

El fiscal de instrucción (Germán Weigel Muñoz) no evacuó citas. Simplemente dijo que el relato de Higui no concordaba con lo que decía la familia de Espósito y ahí terminó la investigación. No le creyó a Higui. Hoy pudimos escuchar a Higui. Yo creo absolutamente en la veracidad de lo que dice. Ese relato debe ser analizado junto con el resultado de las pericias tanto psicológicas como psiquiátricas en donde fundamentalmente dicen que Higui no miente. Su relato es verdad. ¿Es realmente investigar que el fiscal le pregunte a la familia si Cristian Espósito era o no violento o si tenía alguna denuncia por violencia? Escuchamos aquí a la esposa de Sebastián relatar que sufrió episodios de violencia de género, y a pregunta de la defensa respondió que no había hecho denuncia alguna. ¿Por qué no se denuncia en esos barrios? Porque las cosas se arreglan así, la ley del más fuerte.

Creo absolutamente en la versión del hecho de Higui, el hecho sucedió en el pasillo y patio delantero de la casa. ¿Por qué el cuerpo de Cristian Espósito aparece en otro lado? Es una pregunta para la que no tenemos respuesta. (En su declaración, Higui dice que cree que la familia movió el cuerpo de Espósito a la calle para no tener problemas).

Cuando decimos perspectiva de género, también pensamos en el sistema penal y particularmente en la legítima defensa. Si una lee el Código Penal, se da cuenta de que la ley ve a las mujeres de la misma manera en que los hombres ven a las mujeres, porque en definitiva la ley fue escrita por hombres. Si intentamos aplicar los presupuestos de la legítima defensa a este caso, seguro vamos a llegar a una solución injusta. ¿Por qué? Porque está pensada para el supuesto de que deba aplicarse entre dos hombres. No es lo mismo que un hombre se defienda ante otro hombre a que una lesbiana se defienda de uno, dos, tres o cuatro hombres, como en este caso concreto. Entonces no podemos aplicar aquí la textualidad de la norma. La norma debe ser interpretada necesariamente bajo la perspectiva de género. Porque acá lo que en definitiva se está discutiendo es si ante un ataque las mujeres podemos defendernos o no. Si nos defendemos, ¿vamos a ir presas? Las mujeres, las lesbianas y el resto de las disidencias sexogenéricas ¿podemos defendernos? ¿Nos van a creer a nosotras cuando denunciemos? ¿Le creyeron a Higui? No le creyeron. Y lamentablemente tampoco le cree la fiscal. Y digo lamentablemente porque la Comisión Interamericana de Derechos Humanos está comenzando a sancionar a los Estados que dejen de lado esta indispensable perspectiva de género en caso de violencia contra las mujeres. Yo digo “mujeres”, y discúlpenme, porque tengo esta cosa de división entre hombres y mujeres, pero la división es mucho más amplia. Porque además no es lo mismo una mujer cisgénero heterosexual que una lesbiana. Ni siquiera es lo mismo una lesbiana de Palermo que una lesbiana de barrios pobres, o una lesbiana que tiene aspecto masculino. No es lo mismo. La discriminación se suma. En Higui se intersectan un montón de violencias. El primer contacto que tiene Higui con el Estado es esta Justicia penal. Y todos como sociedad somos culpables de eso. Tenemos que hacernos cargo de eso. ¡Basta de violencia! ¿Por qué no van a creerle a las mujeres, por qué no creen en Higui?

La legítima defensa 

Respecto de la legítima defensa y la agresión ilegítima que sufrió. Ha declarado Mariana, la hermana de Higui, que ese día la acompañó al colectivo. En ese momento, Higui no presentaba ninguna lesión. Los testigos de la familia Recalde la vieron llegar normal, sin ninguna herida. Cuando Higui intenta irse del lugar se producen los golpes, la tiran, la patean, le rompen la ropa. Higui tenía los ojos prácticamente cerrados e inflamados los párpados por los golpes, sagrado de la cabeza producto de las patadas que recibió, se le cayó una muela tal cual declaró hoy, hematomas en los antebrazos, hematomas en la zona de los riñones. ¿Cómo explica la fiscalía todo eso? No lo explica. Ante la prueba concreta de estos golpes, del sangrado, de sus ropas rotas, estado que además aún hoy recuerda la funcionaria policial de la comisaría 2ª de Bella Vista, que según su relato Higui llegó tan golpeada que la iban a ver cada 20 minutos porque temían que convulsionara, ¿es posible que la fiscalía mantenga invisibles estos hechos? ¿Qué ni siquiera intente explicarlos? Cuando hablamos de violencia normalizada es justamente la violencia que se invisibiliza. Los hombres no la sufren. Las mujeres la sufren, las lesbianas más aún, las travestis son las que peor la pasan. ¿Vamos a seguir mirando para otro lado? ¿No se pueden defender ante una agresión?

Ahora resulta que, según la fiscal y la familia Recalde, el barrio de Mariló es como una isla en este continente, donde no hay violencia estructural contra las mujeres. En esa isla les encantan las travestis, no tienen ningún problema con las lesbianas. Pero ¿cómo vamos a creer eso?

La propia ley de protección contra la violencia asume la tesis de esta violencia estructural al definir distintos tipos de violencia en todos los ámbitos. La violencia es estructural. Entonces, ¿tenemos que seguir probando, caso por caso, que una chica lesbiana, pobre, negra, de aspecto masculino, es violentada y fue violentada durante toda su vida? ¿De verdad?

Prosigue y finaliza Gabriela Conder

Respecto de la legítima defensa y de la agresión ilegítima que sufrió Higui. Hay fotos de legista de las lesiones. También constan las fotos que días después le tomó la hermana y donde se ve a Higui toda desfigurada.

Todos los testigos declararon que la vieron normal a Higui. No describen ningún golpe previo. La piña que Sandro dice que Cristian Espósito le dio a Higui debe ser descartada porque la médica autopsiante, la doctora Alejandra Sartor, dijo que era imposible que Espósito pegara una piña en ese estado (en shock hipovolémico producto de la puñalada). Es imposible que hayan visto normal a Higui, como dicen dos de las mujeres de la familia, apenas “con los pelos revueltos”.

PARA HIGUI, LA ABSOLUCIÓN

Sobre la proporcionalidad de la defensa. Higui tiene golpes en zonas vitales, en la cabeza, en los riñones, el sangrado que tuvo después de la golpiza. Los golpes dan cuenta de la cantidad de personas que le pegaron. La contextura física de Higui y su alcance de brazos, su estatura 1,50. Cristian Espósito medía 1,75. Sandro declara que mientras él contiene a Pino con los brazos para que no vaya a atacar a F.M., Higui va de atrás y por encima de su hombro le clava dos puñaladas en el corazón a Pino, que reacciona pegándole un golpe en la mandíbula a Higui, algo a todas luces imposible.

La tildada de violenta y problemática era Higui. Cristian “Pino” Espósito, que le pegaba a los adolescentes, no. Quedó claro que Pino estaba sacado. La alteración que tenía Pino en ese momento la describe el propio Sandro, su amigo. Así como los asistentes a esa reunión, todos de la misma familia, dicen que no vieron entrar a Sandro, tampoco vieron el ataque a Higui. O sí lo vieron. Dicen que la vieron normal, y hay constancia de las lesiones que presentaba.

Al momento de hacerle el estudio psiquiátrico, dice el doctor Enrique Stola acerca del estrés postraumático que los flashes que vivencia Higui refieren a los hechos que se están debatiendo aquí. Y son producto también de que no tuvo intención de matar a Espósito. La fiscal en ningún momento hace referencia a que Higui tuviera intención de matar.

Higui tenía golpes en las zonas genitales con resultados fisiológicos inmediatos. No es que sus ropas estaban sucias previamente. Higui relató que le tiraban de las piernas. Consideramos que está probada la agresión sexual.

En ese hogar se ejercía la pedagogía de la violencia. Allí se enseña a las patadas que “hay que respetar a los más grandes” (a los hombres cisgénero heterosexuales mayores de edad). La expresión “te voy a hacer mujer” pone en evidencia que querían castigar la manera de ser lesbiana de Higui, que va en contra de los parámetros de género de esos hombres.

 

Por todo esto vamos a pedir la absolución de Eva Analía De Jesús, Higui.