Era cantado: el fuerte “run run” de los conocedores del paño rojo y los vestidos de gala más sofisticados anticipaba que, a diferencia de que lo que ocurrió hace dos años con el premio mayor de la Academia de Hollywood a Parasite, del surcoreano Bong Yoon-ho, esta vez el galardón a la Mejor Película a secas estaba destinado a una película de habla inglesa. Sin embargo, sí se cumplió el otro pronóstico de relevancia, y el más reciente largometraje del cineasta nipón Ryusuke Hamaguchi, titulado Drive My Car, se terminó llevando a tierras japonesas el premio Oscar a la Mejor Película Internacional. Se trata de un merecidísimo reconocimiento a un realizador que no es ningún neófito en las artes cinematográficas, a pesar de representar a la generación más joven de directores de ese país. Una coronación en la industria de cine más poderosa del mundo gracias a una obra que es apenas el último eslabón de una filmografía integrada por más de una docena de títulos, entre documentales y ficciones.

Basada muy libremente en tres relatos breves de Haruki Murakami, todos ellos incluidos en el volumen Hombres sin mujeres, Drive My Car narra la vida de un actor y director teatral luego de la muerte de su esposa, mientras se dispone a dirigir una particular puesta multi lingüística de El tío Vania, de Chéjov, en la ciudad de Hiroshima. La película estará disponible en la plataforma Mubi a partir del inminente 1° de abril y tendrá cuatro proyecciones especiales –ya agotadas– en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín durante los fines de semana del 9 y 16 del mismo mes. El “efecto Hamaguchi” no termina allí: el éxito de Drive My Car impulsó a una distribuidora cinematográfica local a adquirir los derechos de su largometraje anterior, la extraordinaria La rueda de la fortuna y la fantasía, cuyo estreno en salas tendrá lugar este jueves, mientras que Mubi incluirá como gran bonus track a partir del martes 5 de abril Asako I & II, film realizado por Hamaguchi en 2018 y premiado entonces en el Festival de Cannes.

No es la primera vez que una película gestada en las islas asiáticas se lleva el premio a la Mejor Película Internacional, hasta hace muy poco conocido como Mejor Película de Habla no Inglesa. De todas formas, el único film de ese origen en hacerlo en tiempos recientes, con la actual estructura competitiva de cinco nominaciones, fue el drama Departures (2008), de Yojiro Takita. 

En los años 50, cuando el galardón era un premio honorífico elegido a dedo, sin nominaciones previas, el primer japonés en hacerse con la estatuilla fue nada menos que Akira Kurosawa, con Rashomon, en 1951. Unos años después, en 1954 y 1955, La puerta del infierno, de Teinosuke Kinugasa, y Samurai, la leyenda de Musashi, de Hiroshi Inagaki, respectivamente, demostraban el enorme impacto mundial del cine nipón luego de que el film de Kurosawa-san le abriera las puertas del mercado internacional.

En las décadas siguientes, doce títulos producidos en el país del sol naciente tendrían nominaciones sin resultar ganadores, entre otros El arpa birmana (1956), de Kon Ichikawa, Una mujer en la arena (1964), de Hiroshi Teshigahara, Kwaidan (1965), de Masaki Kobayashi y El samurai del atardecer (2003), de Yoji Yamada. El propio Kurosawa participó de la ceremonia de premiación en otras tres oportunidades, dos de ellas como representante de la cinematografía japonesa –Dodes'ka-den, en 1971, y Kagemusha, la sombra del guerrero en 1980– y otra más por la Unión Soviética con Dersu Uzala, el film de 1975 enviado por la U.R.S.S, su principal país coproductor. El Oscar a Drive My Car vuelve a demostrar la inestimable relevancia del cine japonés tanto a nivel artístico como industrial.

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