A fines de 2015, una banda santarroseña se coló entre las revelaciones del indie nacional de ese año. Si bien Knei ya había causado sorpresa no sólo por su origen, sino también por crudeza y potencia, Las Sombras vapuleó cualquier escepticismo sobre la base de una propuesta que revisitaba a Manal, Pappo’s Blues y Pescado Rabioso desde una lectura actual, así como exenta del resabio y la magullada magnificencia, de la tradición del rock nacional. Eso le permitió abrirse camino en el circuito porteño, luego en otras ciudades del país y más tarde en Chile. Y allanó el camino para la aparición de una tercera pata pampeana: Los Siberianos, que en 2016 mostraron una tez bien de cuelgue, luminosa y lúdica, con respecto a los otros grupos, pero siempre narcótica. Todo esto invitó a brindar por la revelación de una nueva escena federal, la “Mafia Pampeana”, así como sucedió anteriormente con La Plata, Mendoza, Córdoba, Mar del Plata o Rosario. Aunque, sin duda, ésta era más inesperada y enigmática.

No obstante, además de su lugar de procedencia y su contemporaneidad, lo que aúna a estas tres bandas son sus integrantes, quienes comparten proyectos impulsados por su aproximación al sonido y por sus necesidades unipersonales. Y eso convirtió a esta comunidad musical en una cofradía. Justo así le llaman a la casa en la que conviven, ubicada a una cuadra del Abasto porteño. “Cuando se fue la piba que vivía acá, les avisé a los chicos y de esa manera surgió esta cofradía”, explica Manuel Fernández, vocalista y guitarrista de Las Sombras. Mauro López, baterista de esa banda, agrega: “Vivir acá y tener esta sala nos permitió agruparnos y armar esto”. Devenido en estudio, uno de los cuartos del lar está a medio camino entre la calle y el patio interno. Antes de ingresar ahí, una mesa con aperitivos y cervezas ameniza la previa. “El primer día que pusimos un pie acá ya existían estas tres bandas”, ahonda Ramiro Achiary, baterista de Los Siberianos. “Pero como hay tantos miembros en común, terminamos viviendo juntos.”

Pese a ser bandas desconocidas para la mayoría del público local, los músicos que las constituyen tienen algún tiempo en el ruedo. “Venimos tocando desde hace al menos cinco o seis años, y esto de las movidas federales no convocaba tanto. Hay un cambio generacional en el rock”, asegura Mauro, también bajista de Knei, grupo que la semana pasada presentó en El Emergente su nuevo disco, Juventud de la gran ciudad, el primero publicado a través de un sello (gracias a la sociedad entre la disquería Exiles Records y Aqualand Records, brazo discográfico de Poseidótica).

Nicolás Lippoli, guitarrista y cantante de Knei, agrega: “La movida nuestra creció porque acá vive mucha gente de La Pampa que, aunque no toque, le encanta ir a ver grupos. Y eso hizo que se ramifique”. Julián Pico, cantante y bajista de Las Sombras y responsable de las cuatro cuerdas en Los Siberianos, remata: “Hay una retroalimentación constante: nos robamos entre todos”.

El primer hito de esta generación de la diáspora pampeana en Buenos Aires sucedió en 2010, cuando Knei, que acaba de cumplir su primera década, le abrió un show a Los Natas. “Fue súper arriba”, recuerda Manuel. “Y a partir de eso surgieron los demás proyectos.” Antes de eso, el integrante de Las Sombras, así como sus colegas, debía elegir en cuál ciudad establecerse una vez que finalizara la secundaria. “Las facultades que hay allá son para un tipo de carrera determinada, Agronomía o Derecho, y todos nosotros, que somos un poco volados, preferimos irnos. Está concientizado que al terminar el colegio te vas a Córdoba, La Plata o a Capital Federal”.

Eso mismo fue lo que le pasó a Nicolás Rainone, aunque a fines de los ‘90. “Es muy cierta esa frase que dice que ‘Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires’”, corrobora el cantautor. “Si bien me hubiera encantado quedarme en mi provincia, por querer cultivarme en la música me tuve que venir para acá.” Sin embargo, al exponente de General Pico, la segunda ciudad más importante de La Pampa, mal no le fue: forma parte de la banda con la que Gustavo Santaolalla presenta su nuevo álbum, Raconto, y el también multiinstrumentista colaboró con Nicolás “Colacho” Brizuela, Barbarita Palacios e Hypnofón.

En 2012, Rainone lanzó su único trabajo en solitario: Grito pampeano en el patio de la luna, en el que el Gaucho Martín Fierro recibe, en medio de una de esas espectaculares noches estrelladas de la llanura, a Björk, Radiohead y Cerati. “Cuando lo hice, fui a Japón y me encontré con otra manera de tocar”, señala este músico cuya adolescencia osciló entre Nirvana y las peñas folklóricas. “Ese disco está inspirado en un viaje que hice al oeste de La Pampa. Además de entrar en contacto con una comunidad ranquel, fue muy intenso toparme con un panorama desolador en el que comprobás la importancia del agua. Como los ríos están cortados, la mitad de la provincia está seca y la otra inundada. Y eso se volvió un problema.”

La geografía delineó la identidad de las diversas manifestaciones musicales que pululan en La Pampa, incluyendo el rock y más recientemente el indie. “Las letras de la poesía pampeana son súper interesantes, pues tienen que ver con la llanura, y la música ha ido encontrando su sonido con el tiempo”, afirma Rainone. “Combinado también con la gente nativa que vive ahí, se va armando de a poco”.

Pero Nicolás Lippoli, de Knei y Las Sombras, se lo toma con cautela. “No creo que haya un sonido pampeano, lo que pienso es que al hacer música sale a la luz tu idiosincrasia. El paisaje está muy presente en quien no es de Capital Federal, pero no me gustaría que eso se convirtiera en un estereotipo.” Al tiempo que su socio en ambos proyectos, Mauro López, resalta: “También estamos muy influenciados por la ciudad. Hace muchos años que estamos acá. De manera que está marcada esa mezcla entre lo pampeano y la gran ciudad, y eso quizá puede significar una diferencia en el estilo. O algo así”.

Al igual que la historia misma de La Pampa, una de las provincias más jóvenes de la Argentina (tras haber sido Territorio Nacional, se provincializó en 1951), esa escena musical se encuentra en construcción, pese a que los primeros antecedentes del rock local se remontan a mediados de los ‘60, con bandas como The Darlings (de lo que da fe el libro Pampa y Rock. Una aproximación a la historia del rock de La Pampa, publicado en 2014 y escrito por Diana Acebo, quien recrea la evolución de la movida en las diferentes localidades pampeanas entre 1964 y 2004). “Debido a que todo es nuevo, no tenemos referentes. Fuimos autodidactas”, expedita Milton Fernández, guitarrista de la agrupación santarroseña de indie rock Alter Pop y padre de Manuel, componente de Las Sombras. “Sucedió lo mismo con el folklore. No tuvo copia de otras provincias ni de artistas pampeanos anteriores. Lo inventamos acá mismo. En mi caso, vengo del punk de los ‘80. No se me dio mirar atrás. The Clash, The Cure o Sumo no te permitían escuchar a Manal. Era muy antiguo para mí.”

Otrora integrante de la banda punk La Gringa y de Los Lanceros de Pincén, que mezclaban canciones en español y en lengua ranquel, y asimismo fotógrafo (en 2013, su muestra Estado de rock expuso la escena santarroseña de los ‘90), Milton alega que en casa su hijo nunca escuchó el blues rock que hoy hace parte de su identidad artística. “Nos comenzó a gustar el rock argentino de los ‘70 cuando llegamos a Buenos Aires”, corrobora Lippoli. “De pendejos, explorábamos cosas más internacionales.”

Pico, cuyo proyecto Los Siberianos comenzó a grabar el pasado fin de semana su álbum debut, adhiere: “Cantábamos en inglés y luego nos dimos cuenta de que era una estupidez. Musicalmente, somos muy intuitivos. Si bien estamos atravesados por las influencias, nada es adrede. Cuando nos preguntan sobre nuestros gustos, siempre hacemos referencia a Buenos Aires. Por lo que es muy loco que digan que sonamos ‘pampeano’. Es justamente ver la ciudad desde la perspectiva de un chabón que viene de otro lado”.

El grupo provincial que más cerca estuvo de jugar en Primera A del rock argentino fue Rey Momo. Creado a mediados de los ‘90, década en que la movida de esa provincia experimentó el despegue, el grupo de funk, rap y hardcore llegó a compartir escenario con el Sindicato Argentino del Hip Hop y A.N.I.M.A.L., lo que los transformó en un referente no sólo de su género y de skaters, sino de la región. Así que, después de probar suerte en Buenos Aires en la segunda mitad de los 2000, lo que incluyó la publicación de un disco producido por Pablo Romero de Arbol (Mucho Momo, de 2005), el cuarteto pegó la vuelta a Santa Rosa, donde sigue funcionado y se transformó en una referencia para músicos tanto del rock alternativo como del hip hop. Justamente, la doble hache, a partir del auge del freestyle en todo el país, cobró importancia en la tierra de los payadores (amén de la métrica cancionera que desarrollaron artistas locales como TKB y 2 Aces). A tal instancia que todos domingos se llevan adelante batallas de rimas en el Anfiteatro provincial o en el parque Oliver.

Y mientras Fat Lo se convierte en uno de los productores referenciales del trap pampeano y Javier Villalba se consolida como el principal trovador bilingüe de la zona (en español y ranquel), el Chipi, ya sea con Mensaje de Unión o con sus dos flamantes proyectos porteños, es la voz del hardcore. “Hace un montón de tiempo que estamos tratando de ubicar a la escena pampeana en el mapa”, desliza el también tatuador, habitante de La Cofradía y responsable del desembarco de agrupaciones internacionales del género en Santa Rosa. “Con Mensaje de Unión tenemos una propuesta a la que llamamos ‘hardcore cabeza’, porque es barrial y al mismo tiempo social. En La Pampa no hay straight. Tampoco fascistas. Somos la única banda que redime ese hardcore noventoso. Si bien había más ‘dosmileras’, luego de nosotros aparecieron otras old school. Con letras muy espirituales y críticas de la sociedad. Y es que somos del pueblo.”

Más allá de las diferencias estéticas o conceptuales, Chipi banca a Knei, Las Sombras y Los Siberianos, y éstos a él. “Somos amigos desde antes de que las bandas existieran”, elucida. “Vivimos todo con intensidad.” Manuel lo confirma: “Antes de Las Sombras, estamos todos juntos desde los 15 años”. Y Ramiro ahonda: “El circuito es bastante inclusivo. Tocábamos con bandas de todos los estilos: desde metal hasta post punk. Hay una cosa de compartir, que no sé si pasa en otro lado del país”. Lo que a Nicolás Lippoli le parece fundamental para que se dé la sintonía de la que hoy disfrutan: “Santa Rosa es un pueblo-ciudad (tiene 100 mil habitantes). Me gusta que mantenga esa cosa de que todos se conocen”. Y Manuel retoma: “En algún punto, creo que todos nos entendemos porque hablamos un mismo lenguaje musical. Nos gustan las mismas cosas y además hay una búsqueda sonora. Somos personas muy seguras de lo que queremos. Sabemos que el show que cualquiera de nosotros hace, pega. Por eso nos abrimos camino en Buenos Aires”.

Luego de que Los Siberianos terminen su disco, Las Sombras, apoyados por el sello Queruza (creado por Luis Balcarce, de Banda de Turistas, y su hermano Tomás), ultimarán su segundo trabajo. “Las Sombras es una banda más cancionero, mientras que Knei es crudo. No hay pedales, no hay efectos. Somos más Riff”, describe Mauro. No obstante, Ramiro define: “Esa es la impronta pampeana”.

Esa dinámica de colectivo es lo que impulsó el nuevo emprendimiento de la Mafia Pampeana: La Ceremonia, que, al incluir teclados, tiene un dejo a The Doors. “Es la banda de Marcos, nuestro fotógrafo”, adjudica Julián. “Estamos ramificados: Rami pinta, Pablo trabaja con Morbo y Mambo.” Si bien su ciudad de origen, donde como mucho podrían tocar cuatro veces al año ante 120 personas), los recibe con los brazos abiertos, en capital sus shows épicos y corporales son toda una sensación: “La nueva generación de público buscaba algo nuevo”, acredita Mauro. Pero Julián lo interrumpe: “Fue culpa de los medios”. Y su colega le devuelve: “No sabíamos que somos hipsters”.

* Las Sombras tocará el viernes 2/6 a las 23 en La Tangente, Honduras 5317. Knei el viernes 19/6 en Pura Vida de La Plata. Alter Pop el viernes 30/6 en el Salón Pueyrredón, Santa Fe 4560. Los Siberianos el sábado 22/7 en Club V, Corrientes 5008.