Nunca las partes lo dirán de manera directa, pero el acuerdo de Argentina y el Fondo Monetario (FMI) para resolver la deuda que contrajo el Gobierno de Mauricio Macri es un pacto abierto, con condimentos políticos y sujeto a procesos de revisión naturales en un contexto geopolítico altamente convulsionado por la guerra en Ucrania y su impacto en los países emergentes. Así, a veces ocurren cosas que dan señales en ese sentido. En las últimas horas, dos muy claras: la primera, el vocero del Fondo, Gerry Rice, blanqueó, con una frase del ex líder británico Winston Churchill, que el programa con Argentina está en el "comienzo del final" y sostuvo los mismos conceptos dados hasta ahora respecto a la capacidad de la economía argentina para reaccionar a los principios del acuerdo. En síntesis, dijo sin decir que lo relevante estará en la negociación política a darse sobre la marcha. 

El segundo gesto, la decisión oficial de comunicar este viernes un bono de entre 5000 y 8000 pesos para los jubilados de la mínima en un contexto ultra inflacionario, gasto que no estuvo incluído en un acuerdo con el FMI que, hipotéticamente, sugiere una serie de correcciones al gasto que son el corazón del mismo. De esta manera, en el Gobierno ven una posición del organismo en línea con lo pautado y una disposición a charlar en las revisiones trimestrales las formas de llegar a los objetivos, más que encuentros en los que se trabarán los avances o desembolsos por no alcanzar metas. Por eso, aseguran en la Casa Rosada, el mayor problema para el país no será la deuda sino "resolver de manera urgente la cuestión inflacionaria". 

"Lo que importa, sobre todo, es la implementación (del acuerdo); parafraseando a Churchill: estamos en el final del comienzo", dijo Rice en su habitual conferencia de prensa global. Aclaró que "hay riesgos excepcionalmente altos, pero creemos que el programa tiene objetivos pragmáticos y realistas; si se implementan, podrán lograr los objetivos". Y se encargó de aclarar que "son excepcionalmente altos porque la situación económica y social de la Argentina es frágil y nuevos shocks se han materializado", en relación al impacto de la guerra. Y destacó una frase pocas veces dicha por el FMI: "la economía argentina experimentó tres años de recesión entre 2018 y 2020, muy alto riesgo de pobreza junto con alta y persistente inflación. Mientras la economía se está recuperando de manera más fuerte que lo que anticipamos, ahora estamos enfrentando nuevos shocks globales asociados con la guerra en Ucrania, muchos países están enfrentando ese shock como Argentina, así que no es una sorpresa que los riesgos para la economía argentina y por lo tanto para el programa, son elevados”.

En 1942, al finalizar la segunda batalla de Alamein, Churchill pronunció la famosa frase del "final del comienzo" para graficar que, luego del freno de los aliados a los alemanes en el África cuando buscaban quedarse con Egipto, no se había ganado la guerra pero había muchas esperanzas de que eso ocurriera en el futuro. La cita del creador de otros hits como "sangre, sudor y lágrimas", fue usada por Rice casi con el mismo sentido. 

Es que el Fondo ve, al igual que los negociadores argentinos, que la idea de alcanzar las metas sigue viva pero es de extrema complejidad en este escenario, y que el organismo tampoco tiene interés en extrangular países en un escenario semejante. Rice lo puso en palabras al aseverar que "este problema (la guerra en Ucrania) incrementará el costo de vida sobre todo para los hogares más pobres y sumará más riesgos a las presiones inflacionarias previas. Si hay mas riesgo los bancos centrales deberán acelerar la suba de las tasas de interés, pero no hay que crear más trabas ni controles”. Y puntualizó que habrá un golpe de la guerra que "afectará el precio y la cantidad de materias primas y en particular comida y energía", siendo los más afectados "los pobres con mayor gasto en productos esenciales" mientras que "los productores de combustibles a la vez pueden verse beneficiados”.

La flexibilidad de la negociación del acuerdo es un secreto a voces, que no quiere decir que no haya compromiso con las metas, sino que la dinámica global imprime desafíos diferentes. Incluso, aseguran en el Gobierno, tampoco el FMI tiene márgen para presiones cuando ya se avisó que Argentina no tiene capacidad de crecer ajustando. Este diario habló con fuentes de la Casa Rosada y del organismo que conduce Kristalina Georgieva, que ven el escenario en esa línea. En ese contexto se inscribe la gestión de política económica del Gobierno de invertir más para paliar efectos de la inflación con el bono a jubilados, que requerirá más gasto que no se incluyó en el pacto. No será la primera ni la última decisión en ese sentido. 

Con el acuerdo del FMI casi en segundo plano, en el Gobierno hay una sóla obsesión que es, a la vez, una misión de suma complejidad: "la inflación la tenemos que resolver ayer", es la frase más escuchada. Hoy, todos los cañones, retomando la terminología bélica del presidente Alberto Fernández, están apuntados a ese objetivo.