Es. la primera vez que Jacob Young viene a Buenos Aires y es la primera vez que compartirá escenario con su colega José Saluzzi. Nacido en Noruega en 1970, hijo de padre norteamericano, Young es uno de los guitarristas más notables del jazz escandinavo de estos tiempos. Abrevó en el jazz clásico desde muy joven y desde su geografía forjó un estilo propio, hecho de silencios y melodías penetrantes. Saluzzi, por su parte, es un guitarrista versátil, que también desde su lugar supo elaborar su propio jazz, a partir una visión muy personal del folklore y otras músicas. El viernes a las 22, los guitarristas se encontrarán en Thelonious Club (Nicaragua 5549) al frente de un cuarteto que se completa con Quintino Cinalli en batería y Juan Fracchi en contrabajo.

Saluzzi --descendiente de una riquísima genealogía de músicos entre los que están Dino, su papá-- cuenta que planea este encuentro con Young desde hace tiempo. “Conozco la música de Jacob desde hace muchos años, su disco Forever Young, que editó ECM está entre mis preferidos. De él me interesó siempre su sonido y su concepto. El suyo es un jazz muy personal, que logra sonoridades muy particulares no solamente como guitarrista, también como compositor”, dice Saluzzi. “Desde hace tiempo estamos en contacto vía mail y unas semanas atrás me avisó que venía a Buenos Aires y que estaba interesado en conocer más de música argentina. Entonces le propuse tocar juntos, intercambiar nuestros saberes y culturas, que es la mejor forma de aprender. La pandemia nos enseñó algunas cosas de lo que podemos hacer a distancia, pero en la música la experiencia en vivo es única e irremplazable”, agrega el guitarrista argentino.

“Las guitarras al frente”, dice Young y suena como una consigna. “Con esta formación de cuarteto se abren los espacios para el diálogo entre nosotros con la tranquilidad que da el respaldo de una base sólida. Las guitarras son distintas también desde lo tímbrico. Yo toco la eléctrica y la de José tiene cuerdas de nylon, pero ambos compartimos muchos códigos expresivos. Estoy seguro que será un buen concierto”, agrega Young. “Hay un lenguaje en común, seguramente, pero también cada uno de nosotros tiene su background y eso hace que a cada momento surjan sorpresas”, agrega Saluzzi. A partir de estas afinidades, el repertorio del concierto de Thelonious surgió casi naturalmente. “Vamos a tocar música de ambos y algunas cosas argentinas. Me pareció interesante ponerlas en juego con este dúo”, dice Salúzzi y anticipa que también harán a dos guitarras “Y amó a su hermano hasta el final”, un clásico de su papá Dino. “Me interesa mucho tocar esta música con José. Siento que tengo una gran familiaridad con este sonido, con estas cadencias, con la profundidad melódica de esta música”, agrega el guitarrista noruego.

Young cuenta la impresión que le produjo escuchar de niño por la radio la música de Astor Piazzolla. “Yo no tenía idea de qué era eso, pero me impresionó su frescura, su cosa distinta. Muchos años después, ya profesional, descubrí también la música de Dino (Saluzzi) y entendí que ahí había muchas resonancias con lo que yo pensaba y sentía”, dice Young. Más allá de estas referencias que se suman a muchas otras escuchadas por el mundo, el guitarrista desciende musicalmente de esa generación que le dio una identidad precisa al jazz escandinavo. Esa camada de artistas entre los que estaban el saxofonista Jan Garbareck, el guitarrista Terje Rypdal, el baterista Jon Christensen, por nombrar algunos. “Esa fue una generación muy importante para nosotros. Fueron los que sin imitar al jazz norteamericano abrieron y mostraron otro lugar posible para una música que adoptando muchos principios y elementos del jazz partía de nosotros mismos, tenía que ver con nuestro paisaje y nuestra idiosincrasia”, asegura Young.

Los años que Young pasó en Nueva York, tras comenzar su formación en la Universidad de Oslo, terminaron de consolidar en el guitarrista y el compositor una idea de música propia pero abierta. Las lecciones de Jim Hall y John Abercrombie, cada uno desde su lugar, fueron determinantes para incentivar las búsquedas en el horizonte artísticamente generoso de la ciudad norteamericana. “Vivir, estudiar y trabajar en Nueva York me permitió conocer muchas cosas nuevas. Hay muchas partes del mundo que se encuentran en una ciudad de espíritu abierto. Ahí terminé de entender las dinámicas que nutren las distintas músicas y la manera en que la improvisación puede ser un factor de unión”, asegura Young y vuelve sobre la música argentina. “Encuentro que hay una gran conexión melódica entre mi música y la música argentina, en particular con las danzas y canciones del folklore”, agrega. “Yo encuentro que hay un aire común con ciertas zambas”, acota Saluzzi y concluye: “En ese espacio abierto, nos une la improvisación”.