“Las tradiciones racistas y antiestatistas más radicales del país [...] parecen estar más activas que nunca en la actualidad”, sostiene la historiadora Ana L. Bochicchio en Cruzados de Dios. Cristianismo, supremacía blanca y antisemitismo en los Estados Unidos (Ediciones Imago Mundi, 2022). Sí, la frase aplica también a la Argentina, por lo cual la entrevista que sigue hace un aparte para ver hasta qué punto el discurso “libertarista” de Javier Milei entronca con esas tradiciones.

Enfocado en una grupo específico llamado Christian Identity, Cruzados de Dios dibuja en verdad el mapa completo de la ultraderecha estadounidense actual, hallando sus primeras semillas en la fundación misma del país y detallando parecidos y semejanzas entre sus diversas líneas, que van desde el segregacionismo sureño previo a la Guerra de Secesión, el llamado “nativismo”, el minarquismo, el racismo antinegro y antisemita, el supremacismo blanco, las milicias y las raíces judeocristianas del imperialismo yanqui.

En la entrevista que sigue, Bochicchio señala que todo nace en la matriz puritana de los padres fundadores, que implantaron la idea de “excepcionalidad estadounidense”. De allí se extiende a la Conquista del Oeste, la ley del revólver, el Destino Manifiesto, el mesianismo, el esclavismo, el segregacionismo, el neofascismo y la fundación y continuidad del Imperio, desde los últimos años del siglo XIX hasta Donald Trump y las guerras extraterritoriales.

--En Cruzados de Dios traza una línea histórica de la derecha mesiánica en Estados Unidos. Se retrotrae hasta la propia fundación de la nación, con la idea del Destino Manifiesto.

--En realidad lo que está detrás de ese mesianismo es la idea de la excepcionalidad estadounidense, que se retrotrae prácticamente a los primeros asentamientos coloniales en la zona de Nueva Inglaterra. Va más allá de la derecha en sí. Es una idea de raíz puritana que sostiene la elección divina de las personas allí instaladas. Estos puritanos se veían a sí mismos como propietarios de un pacto con Dios, semejante al de los israelitas de la antigüedad. La idea de fondo es que los Estados Unidos han sido una nación escogida por la Providencia para constituirse en un modelo político y moral para el resto de la humanidad. El término “Destino Manifiesto” es el nombre que adoptó dicho excepcionalismo durante un momento específico: con la anexión de Texas en 1845. Podría decirse que es un hito en el avance territorial sobre Norteamérica --a costa de México--, lo cual va a derivar en 1898 en el imperialismo global.

--¿Esta idea es la que justifica, expresamente o no, todas las intervenciones de Estados Unidos, oficiales o secretas, en el resto del mundo?

--En gran medida, sí. El excepcionalismo supone que Estados Unidos se autoperciba como un “faro” para el mundo. Por lo tanto, la supuesta elección divina legitima y sustenta su política internacional imperialista. Sobre todo teniendo en cuenta que la influencia estadounidense en el mundo no es de avance territorial, sino basada en el poderío económico, bélico y cultural. El “pueblo elegido” no busca establecer colonias ni mezclarse con los pueblos “no elegidos”.

--¿La lógica judeocristiana de oposición entre el bien y el mal le da sustento religioso al belicismo?

--El maniqueísmo es un elemento central de la lógica imperialista estadounidense. Éste supone un marcado dualismo, es decir una cosmovisión que divide al mundo y a la Historia en “buenos” y “malos”, los escogidos y los que se les oponen. Por lo tanto, el belicismo tiene una gran carga ideológica sustentada en ese principio, aunque realmente lo que importe es la economía (lo mundano) y no lo religioso (lo trascendental).

--¿En qué consiste el “nativismo”, y en qué medida Trump lo recupera al sostener que los mexicanos son ladrones y violadores, justificando así la culminación del muro que en verdad había comenzado a levantar Obama?

--El concepto de nativismo refiere al esfuerzo de ciertos sectores estadounidenses nativos por evitar que los extranjeros obtengan los mismos derechos que ellos en el país. Detrás de ello hay un enorme odio hacia lo culturalmente diferente y un gran temor por perder las propias prerrogativas. Generalmente, los picos nativistas se han dado durante periodos de gran inmigración. Donald Trump recuperó ese discurso en referencia a los inmigrantes latinos, que han crecido enormemente en los últimos años. Lo hizo en base de captar a cierto electorado proclive a consumir esa idea. Para justificar el intento de disminuir el ingreso de estos extranjeros al país, se los criminaliza. De ahí que la creación del muro pareciera una acción defensiva necesaria. Como bien señaló, no fue Trump quien inició el proyecto. Obama no tuvo una retórica anti-inmigrante explícita pero colaboró en la construcción del mismo y durante su gobierno hubo muchas deportaciones.

--¿En qué medida el libertarismo, y el llamado “anarquismo de derecha” remite a tradiciones estadounidenses inherentes a su cultura?

--Las ideas de los libertarios se acercan al anarquismo, en el sentido de que su principal enemigo es el Estado. En el caso estadounidense, proviene de una larga tradición que fue recuperada por los círculos de extrema derecha en su acérrimo anti-estatismo. El Estado federal es visto por estos grupos como el principal enemigo y definido como una especie de pulpo que busca extender sus brazos hacia todas las áreas de la vida de las personas para coartar su libertad. Uno de los principales ideólogos recuperados por los extremistas de derecha es Frank Chodorov, que escribió una obra titulada The Income Tax: Root of All Evil (1954). Allí combina planteos políticos con religiosos al asegurar que el impuesto a las ganancias es un instrumento del mal. Otra tradición a la que se suman es la de Jefferson, Padre Fundador que recuperan por su rechazo al avance de los poderes del gobierno federal.

--¿Hasta punto el discurso de Javier Milei entronca con esas tradiciones?

--Él recobró principalmente el discurso minarquista, una filosofía política que propone que el tamaño, papel e influencia del Estado en una sociedad libre debería ser mínimo. Ese discurso es propio de los libertarios estadounidenses y tiene la bandera amarilla con la serpiente de cascabel como símbolo de rebeldía. Esa bandera dice Don't Tread On me, que significa la oposición a que el Estado aplaste la voluntad ciudadana. Ese estandarte fue creado durante la Revolución de Independencia, momento en que el símbolo de la serpiente fue bastante común, por ser un animal que sólo ataca en defensa propia. Su uso simbolizaba la lucha contra la “tiranía” británica.

--El culto de las armas también se remonta al origen, con la conquista blanca del Oeste y la posterior “ley del revólver”.

--Así es. Los grupos antiestatistas de extrema derecha defienden el derecho a la libre portación puesto que lo entienden como su modo de defensa ante el avance estatal. La Segunda Enmienda de la Constitución garantiza ese derecho, al afirmar que los ciudadanos pueden levantarse en armas en caso de que el gobierno se vuelva tirano. En tanto este sector siente que el Estado, efectivamente, es opresor, se entiende por qué defienden tan férreamente ese derecho. En la Conquista del Oeste las armas fueron un elemento central para imponer la hegemonía blanca sobre los pueblos originarios y para conquistar gran parte del territorio mexicano. Por eso el culto a las armas en Estados Unidos está muy arraigado. Esto es algo que se puede ver perfectamente en los westerns, uno de los géneros cinematográficos propiamente estadounidenses.

--La idea de rebelión frente al poder de la derecha actual remite a su vez a previas rebeliones “de derecha”, como la de los rebeldes confederados.

--Justamente, la bandera confederada se utiliza como símbolo de rechazo al gobierno central. Entre los denominados grupos “neoconfederados”, se encuentran personas que revindican la Guerra Civil y defienden la secesión como método de defensa frente al Estado federal. Pretenden separarse de Estados Unidos y formar un territorio con legislaciones propias.

--Lo otro que atraviesa toda la historia es el racismo antinegro, por supuesto.

--El racismo contra los negros en Estados Unidos es inextirpable entre los supremacistas blancos. Si bien hay diferentes posturas, algunas más “suaves” y otras más radicales, en general es un elemento siempre presente en la extrema derecha. En el caso que analizo en mi libro, el del culto Christian Identity, el rechazo antinegro es sumamente extremo ya que se los víncula literalmente con Satán, como sus agentes en la tierra para destruir a la “raza” blanca mediante la mezcla interracial.

--En el epílogo hace mención a un estudio estadístico llamado “Mapa del Odio”. Lo llevó a cabo una ONG a fines de 2020 y pone en cifras lo que podría llamarse la “interna extremista”. El odio generalizado pica en punta, seguido por los nacionalistas blancos. Ambos quedan a considerable distancia del resto del lote, con un segundo estamento integrado por antimusulmantes, neonazis y movimientos anti-LGTB. Más abajo, skinheads, antiinmigrantes, neoconfederados y demás etcéteras. ¿Qué reflexión te merece esta “tabla de posiciones”?

--Es un poco confusa, ya que las diferencias no siempre son claras y quedan por fuera las conexiones existentes entre los diversos grupos. Pareciera que están unos separados de otros y hasta que son incompatibles. En realidad muchos de ellos comparten imaginarios semejantes, aunque lo expresen de diferente manera. Esto tiene que ver justamente con la característica cismática del extremismo de derecha. De todos modos, este “mapa del odio” es un elemento muy útil para seguir la evolución de las agrupaciones, sus locaciones y sus recaídas y picos.

--¿La derecha crece durante los gobiernos digamos “liberales” o los de derecha, caso Trump?

--Con respecto a la extrema derecha, decrece cuando un gobierno oficial toma para sí parte de sus reclamos y discursos. Por eso el caso Trump fue una anomalía, ya que durante su gobierno estas agrupaciones crecieron. Esto tiene que ver con que por primera vez un presidente los interpeló directamente y coqueteó con ellos en varios aspectos. Por ejemplo, durante la cuarentena, invitó por Twitter a estados como Michigan a rebelarse. O dijo públicamente que las estatuas confederadas no deben quitarse ya que existen dos versiones de la historia y ninguna debe ser acallada. Digamos que muchos sectores extremistas se sintieron bien representados.

--¿Qué peso tiene actualmente el Ku Klux Klan?

--Según el “Mapa del odio”, en la actualidad hay 18 agrupaciones del Ku Klux Klan activas. Creo que su influencia es más simbólica que numérica, ya que ha sido un grupo que logró insertarse en la cultura popular como símbolo del racismo estadounidense.

--“El racismo es un estado mental que favorece a quienes se encuentran en el extremo más fuerte de las disparidades de poder. Sobre todo a los que tienen poco poder”, sostiene el historiador Richard Perry. ¿O sea los blancos pobres, masa crítica de votantes de Trump?

--Algunos blancos racistas pobres --llamados despectivamente white trash-- han sido electores de Trump. Pero no olvidemos que el expresidente no contó únicamente con el apoyo de esta parte de la población, sino también de sectores poderosos como el Tea Party.

--Hace hincapié en el antisemitismo, aunque no figure específicamente en la tabla extremista de la que hablamos más arriba.

--No figura como una categoría per se, pero la mayoría de las agrupaciones extremistas de derecha son antisemitas. Si algo tienen en común es compartir ese imaginario y ver a los judíos como el principal enemigo de la raza blanca. Un enemigo infiltrado en el gobierno estadounidense, que busca destruir al “pueblo elegido” desde dentro.

--¿Y qué pasa con los latinos, que tampoco figuran como víctimas específicas en esa estadística?

--Los latinos estarían incluidos en la categoría “odio general”. Como comentábamos antes, el “Mapa del odio” no siempre es perfecto y muchas realidades hay que leerlas entre líneas. Quizás a la misma ONG no le parezca tan importante resaltar el tipo de discriminaciones que sufren los latinos en Estados Unidos.

--Sostiene que las tradiciones racistas y antiestatistas están hoy más activas que nunca. ¿Hasta dónde pueden llegar?

--Como pudimos ver durante el gobierno de Trump, estas agrupaciones estuvieron muy activas. Desde Charlottesville, las marchas anti-cuarentena y la toma del Capitolio se hicieron muy visibles entre la opinión pública. Es imposible saber hasta dónde van a llegar. La elección de Joe Biden como presidente despertó una furia inicial que, sin embargo, parece haberse calmado. De hecho, el número de agrupaciones ha caído notablemente. Es más que nada el imaginario antiestatista el que está activo en gran parte de la sociedad estadounidense, sumamente dividida en cuestiones políticas.

¿Por qué Ana L. Bochicchio?

Nacida la ciudad de Buenos Aires en 1988, Bochicchio es Doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires y se especializa en historia cultural estadounidense. Realizó investigaciones sobre supremacía blanca y antisemitismo en ese país. Publicó artículos en revistas nacionales e internacionales, como Revista de Indias y Journal of Hate Studies. Actualmente se desempeña como docente en la Universidad Nacional de Tierra del Fuego y es becaria posdoctoral del Conicet. Integró varios grupos de investigación, destacándose en el presente el proyecto del Conicet "Una genealogía de las biopolíticas eugénicas en la Argentina (1880-1980)".

“A partir de la campaña presidencial de Donald J. Trump en 2016, tomó notoriedad pública el extremismo de derecha como fenómeno de la política estadounidense que, en realidad, ha existido desde los orígenes del país”, sostiene en la Introducción a su libro Cruzados de Dios. “Estados Unidos es una sociedad en la que el racismo ocupa una función social específica”, señala más adelante.

Cruzados de Dios investiga específicamente las raíces, historia e influencia de un culto llamado Christian Identity, surgido en los años 50 y caracterizado por sus tesis mesiánicas, supremacistas, racistas y antisemitas. Con ese culto como botón de muestra, Cruzados de Dios amplía el espectro al conjunto de la extrema derecha estadounidense, trazando una línea que va de los orígenes a la actualidad.

Ana L. Bochicchio estudió la Licenciatura y Doctorado en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). También se recibió de Técnica Superior en Cine y Artes Audiovisuales en Cievyc. Actualmente es becaria posdoctoral de Conicet y se desempeña como docente en la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Se dedica a la investigación sobre historia de Estados Unidos. Publicó artículos en revistas académicas nacionales e internacionales, tales como Huellas de Estados Unidos, Quinto Sol, Imagofagia, , entre otras.