Mientras algunos sectores de la oposición se rasgan las vestiduras frente a ciertos impuestos, el exfuncionario Federico Massoni amplió una denuncia realizada en diciembre de 2020 sobre evasión impositiva en la pesca en la provincia de Chubut. La maniobras realizadas a través de empresas “muertas” y prestanombres ya habrían logrado eludir tributos por al menos 4.5 millones de pesos y, entre los mencionados en la denuncia, estaría Ignacio Agustín Torres, legislador en la Cámara Alta por Juntos por el Cambio.

El exministro de Seguridad de Chubut, Federico Massoni, denunció ante la Justicia una maniobra de evasión millonaria de impuestos, con la mira puesta en la llamada “flota amarilla”, los barcos --amarillos-- que operan en los puertos de Rwason, Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn. El ex funcionario apunta a una asociación criminal conformada por empresarios pesqueros, funcionarios nacionales y sindicalistas “que tienen el manejo absoluto de nuestro segundo recurso más importante de la provincia”; de la que también sería parte el actual senador nacional de Juntos por el Cambio, Ignacio Torres.

La denuncia de Massoni señala que empresarios y el Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA) operan de manera conjunta para imponer reglas a otras empresas, al punto de no descargar productos. Paralelamente, esta organización habría comprado empresas muertas pero operativas en Buenos Aires para realizar la maniobra de evasión. Según Massoni, luego cambian a los directores, inscriben como titulares de las empresas a personas humildes a cambio de 30 mil pesos por mes y las hacen facturar millones de pesos en concepto de venta del pescado y servicio de estiba.

La relación que tiene el senador de Juntos por el Cambio, Torres, con la “flota amarilla” es que, a través del control de la empresa Petromar S.A., logró administrar todo el combustible que es destinado para el funcionamiento de lso barcos. Y esto, según la denuncia investigada por la AFIP, habría sido posible gracias a las amenazas de la asociación criminal hacia los dueños de la flora, para forzarlos a ser clientes de la empresa (y “avalar” el trabajo que realizan a diario).