En 2011, la UNESCO proclamó al 30 de abril como Día Internacional del Jazz para “dar voz al mensaje de diálogo y libertad” y unir a las personas “para reforzar el respeto por los valores compartidos, los pilares universales de paz, libertad y solidaridad que transmite el mismo”.

Como parte de la celebración, la institución homenajeará hoy a las mujeres del jazz en África con un concierto que será transmitido en línea a través de sus redes.

Por otro lado, a las 21, en el Teatro Provincial “Juan Carlos Saravia” actuará Quattro Jazz en un recital gratuito, con reserva, que se repetirá el 3 de mayo. En este contexto festivo, Salta/12 dialogó con artistas que han escrito, entre standards y obras propias, la historia del jazz en este punto del NOA.

Acordes en la Niebla

La niebla no es para los salteños solo un fenómeno climático. Más bien, y desde hace 35 años es sinónimo indiscutido de jazz local, desde que suena "Niebla". La banda estrenó canciones que iban de Pappo a Al Di Meola en 1987, y tres décadas después grabó su primer material “Entre la niebla y la realidad”, con fusiones de malambo y otros ritmos y ecos de las progresiones que supieron cultivar Miles Davis o Chick Corea.

En ese marco, el guitarrista Julio Lamas, que comparte las seis cuerdas con Raúl Pekiné Lamas, indicó sobre la fecha conmemorativa: “Es importante la celebración porque el jazz se ha transformado en un lenguaje universal, digamos. A través de ello se expresa libertad (monetaria, cultural, de pensamiento, intelectual). A pesar de todos los recortes económicos, el jazz siempre va a estar, va a existir y va a estar vigente", recalcó, y amplió: “Siempre hay un balance positivo. Vimos crecer la cantidad de público y también las bandas y músicos en la participación de actuaciones y de festivales. El género ha crecido últimamente con la realización del festival de jazz salteño trayendo a grupos y músicos del resto del país. Pos pandemia se está reactivando la actividad jazzística con clínicas y actuaciones de grupos en los distintos locales".

Por su parte, Daniel “Palmito” Flores, bajista del grupo desde sus comienzos hasta 1998 y de 2009 hasta hoy, ilustró: “Todos estos años así han sido de constante aprendizaje, no solo musical, sino también humano, gracias a los amigos que generosamente han compartido sus conocimientos. Este crecimiento continúa con la aparición de nuevos músicos salteños, con sus composiciones que hacen esperanzador el próximo paso para esta música en Salta”.

Asimismo, el fanático de Jaco Pastorius, catalogó al 30 de abril como una marca importante en el calendario, para que el género esté “representado con el aporte de quienes quieren apoyarlo”

En esa línea y mirando hacia atrás, el hombre de las cuatro cuerdas, se mostró agradecido “con todos los que hacen posible que esta música crezca constantemente. Quisiera recordar, aunque por supuesto me voy a olvidar de algunas personas, a quienes compartieron la banda: Orlando Jiménez, Cirilo Vargas, Coco Carrasco, Eduardo Sajama, el Chino Torres, Pablo Arnedo, Leonel Vidaurre, Mirko Petrocelli, Richard Martínez, Daniel Tinte. Quiero acordarme también algunos nombres de músicos tremendos de nuestra Argentina que tuvieron la sencillez y la humildad de compartir escenario, conocimientos, anécdotas con nosotros, como Luis Salinas, Javier Malosetti, Ricardo Pelican, Leo Álvarez, por nombrar algunos”, enumeró y reiteró emocionado: “Estoy agradecido con todos los músicos que, con su sensibilidad, aportan un granito hermoso de alegría y de esperanza a esta música”.

En consonancia con su compañero, el baterista Carlos Barcatt manifestó que el día del jazz “es una ocasión para reunirnos con varios colegas para celebrar musicalmente, como debe de ser”. A la vez, expuso: “ Salta está considerada como una provincia importante del folklore, por eso es que nosotros no dejamos de tocarlo, a nuestra manera. Dentro del repertorio tenemos la Zamba del pañuelo, La Pomeña o algunos tangos, como El día que me quieras, que lo hacemos en ritmo de candombe”.

Más aún, el responsable de los bombos y platillos, acentuó que si bien hacen piezas tradicionales, se han volcado al latin jazz, “que incluye una combinación entre música brasilera -como el samba-, centroamericana -como la salsa-, todo eso pero estilizado. También la zamba argentina estilizada, y baguala tradicional” y apuntó: “Luego de 30 años tuvimos la oportunidad de grabar un disco donde intervine con un tema propio con ritmo de malambo, como homenaje al gran Domingo Cura, en un solo de batería”.

“El jazz es improvisación, para mí es alimentar el alma al marcar un sentir, al traducir con el instrumento lo que sentimos y cómo lo expresamos. Gracias a Dios, a la gente le gusta lo que hacemos, y eso es una fortuna, porque nosotros, más que nada, nos alimentamos del aplauso”, concluyó Barcatt.

De lugares y pioneros

Si acaso hay un sitio obligado para todo jazzista salteño, ese es el Café del Tiempo. El local ubicado en Necochea y Balcarce fue fundado por el bonaerense Lucas Urtasún quien, desde los 2000 está al frente de ese espacio, que alberga también otros estilos.

Así, el gestor, reveló: “Es una alegría participar del grupo que hace jazz en Salta, y música en general. Somos aficionados del arte bien hecho. Creo que el jazz tiene esa condición naturalmente. Hoy desde ese género se vienen generando muchísimas cosas desde esa visión de esa cultura musical, de ese valor por la improvisación, por entender y por valorar la cultura musical. Entonces, es muy importante participar, más que ser la cabeza de algo, ser uno más de los que generan recursos humanos para que esto siga”.

Optimista, Urtasún enunció que desde el principio del siglo hasta la actualidad se logró hacer mucho, “que haya público que responda, que valore el trabajo de los músicos, que los músicos también adquieran compromiso y poder seguir evolucionando, porque pueden sentir que hay alguien que los escucha y que los va a ver”. Más aún, subrayó: “En estos 21 años, se lograron modificar cosas para que Salta hoy tenga un grupo artístico bastante desarrollado. Muchos de los que tocaban en el Café a los 15 años, ahora están tocando con los grandes del mundo o estudiando afuera. Para eso también sirvió el Festival Salta Jazz, hizo que toda esa gente se conecte y se relacione. No sé si somos los generadores de todo eso, pero somos parte y eso me pone muy contento”, cerró.

Oscar Echazú y Ana Miles en 2012.

Con una sensibilidad infinita, que le puebla la garganta, Ana Miles se sinitió conectada con el arte desde pequeña y es una pionera en el cosmos regional del jazz. Se formó en cantó lírico, realizó una gira internacional con el coro Ars Nova, estudió ritmos autóctonos en Bolivia y con Sara Mamaní en Buenos Aires. Sin embargo, el punto de inflexión en su camino sucedió cuando escuchó a Janis Joplin y Natalie Cole. Se enamoró del jazz y el blues y tocó en diversas formaciones, incluido un mítico dúo junto a Oscar Echazú: “Fue una de las experiencias más hermosas de mi vida”, apunta y revela: “El jazz siempre fue el estilo que más me gustó y con el que más me identifico, en cuanto a la expresión y la musicalidad. Cantar esencialmente es como elevar una oración, es desnudar el alma, es la libertad y amor. Y el jazz es la expresión musical más linda que existe”.

En retrospectiva, la cantora comenta: “Cuando empecé a actuar en público, eran muy pocas las mujeres que cantaban. El ambiente era bastante masculino y era complicado moverse siendo mujer. Actualmente, me parece que la mujer tiene más protagonismo porque hay más instrumentistas y cantantes que han tomado un espacio que antes no tenían así que me parece buenísimo".

En otro orden de cosas y casi como una máxima, Walter Guzmán opina: “En Salta siempre hubo jazz, pero no estaba muy difundido porque no había mucho había muchos lugares, era todo muy a pulmón. Hoy en día está el corredor de la Balcarce que tiene muchos bares donde se puede tocar”, retrata el oriundo de Caleta Olivia, Santa Cruz. En los 90 se formó en la Escuela de Música Popular de Avellaneda y, de padres salteños, diez años después, se instaló definitivamente en la provincia.

Leo Goldstein y Walter Guzmán.

El guitarrista, junto con junto con Leo Goldstein y otros colegas, trazó “una especie de vanguardia en esos años. De a poquito se fue generando lo que hoy es un lugar de referencia. De todas maneras, insisto, el jazz siempre estuvo aquí. Ya en los 80 venían Armando Alonso y Dino Saluzzi a dar conciertos. Tal vez nosotros, los jóvenes de esta época, teníamos otra impronta que era entrar con toda la dinámica de poder hacer cosas nuevas y de generar movidas. Ese momento se prestaba porque estaba muy en auge toda la música en la Balcarce”, recordó.

Según Guzmán, la creación de la Orquesta Sinfónica de Salta impactó en el paisaje del jazz de la época: “Eso ayudó a que hubiera músicos de otros lugares y a que se pudiera hacer una especie de intercambio. Muchos se sumaron a lo que hasta entonces era un grupo reducido”, subrayó.

El también docente especificó: “Con el paso del tiempo, fuimos haciendo una especie de escuela, con el hecho de tocar, que generó que muchos jóvenes, que hoy son los que siguen tocando, ya en esta época se empaparan de las ganas. Para mí eso significa una satisfacción enorme”.

Finalmente, el instrumentista aseguró que “el jazz ofrece la libertad de poder tocar y compartir, desde un lugar de improvisación y amistad, dónde interactuamos y no somos ni más ni menos, somos iguales, y eso es muy gratificante. Siempre nos hemos apoyado entre todos y hemos gestado esta movida que por suerte continúa”.