Mel nació en Necochea hace 36 años. Migró, regresó y se (re)conoció. Tenacidad podría ser una palabra para caracterizar su personalidad ya que es lo que le ha permitido formarse profesionalmente, hacerse un camino y ser hoy le primer profesore en Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata.

Sobre los motivos que le llevaron a elegir esa carrera, dice a SOY que “desde muy temprana edad y por motus proprio empecé a leer novelas, clásicos, como niño esponja que empieza a consumir bienes culturales y también como una forma de evasión de la realidad. Los libros fueron mis primeros amigos”.

La llegada a la ciudad de las diagonales le significó “encontrar ‘el’ espacio donde se alojan todas las discusiones y contradicciones. Durante muchos años mi activismo estuvo vinculado a la agenda feminista, que no es la que es la de hoy en día”.

En 2016, tras graduarse en la Licenciatura y con el 80 por ciento del Profesorado regresó a “Neco” y eso resultó en una disparidad de experiencias. En medios, logró desarrollar una columna en una radio comunitaria que luego se transformaría en un programa. “Fue como me pasó con el título, empujando para que se haga, luchándola”, afirma y expone que “mi estrategia tiene que ver con la visibilización, eso lo aprendí del activismo lésbico. Lo que no se nombra no existe, con la palabra creamos mundos y realidad, entonces poder nombrar a todas las identidades es un ejercicio político”.

Lo que no se nombre no existe

En 2018, migró nuevamente, esta vez a Los Polvorines para cursar una Diplomatura en Género, Política y Participación en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Esa nueva ciudad le presentó otras realidades.

“Mi cuerpo empezó a mutar y también mi expresión de género que nunca fue muy femenina o muy masculina pero el passing a la noche o en determinados lugares es súper importante. Mi expresión genera preguntas, esa confusión me divierte muchísimo, siempre me quedé pensando y cuando me quise acordar…”, dice y amplía “me ayudaron a poder nombrarme. Entonces pensaba ‘me parece que en cualquier momento prefiero la E’ sabiendo que no es solo un fonema, es una manera de entender que el género es una forma fluida, dinámica, multiforme y también amorosa”.

Así fue fluyendo también apropiándose del nombre Mel Randev.

Una “X”

En pandemia completó lo que le restaba cursar y a fines de julio de 2020 rindió el último final. Pasó un año hasta que en un mail le informaron que los títulos iban a comenzar a tramitarse y ese fue el momento en el que consideró era la oportunidad de ser llamade como se autopercibe con una Ley de Identidad de Género que le respaldaba.

Aún faltaba un año para que la “X” se estableciera como alternativa al binomio en el DNI. El decreto, dice, le cayó “fatal, no tuvo el aval del colectivo activista, el groso de la militancia de la disidencia no estaba enterada. Fue muy evidente que era una estrategia de voto joven en línea con las elecciones”.

“Fue un chasco, trajo más problemas que soluciones, hubo un montón de problemas, personas que no se pudieron vacunar o votar, que todavía no pueden regularizarse en AFIP. Una modificación no la tiene que decidir un presidente, ya tenemos una ley. El decreto hizo más confusa la aplicación de la ley 26.743”, marca.

“No me sirve que me trates con E si después me bloqueás todos los accesos. La medida no fue exitosa”, resume.

El tiempo pasaba y Mel seguía respondiendo a mails, llamados e intentando avanzar en la obtención de un título en el que su derecho a la identidad sea respetado.

Encontró algunas voluntades pero también muchas resistencias. A fines de 2021, participó de un zoom donde le acompañaron Todes con DNI y la activista travesti Marlene Wayar, quien fue contundente al afirmar que obstruir derechos con obstáculos administrativos es un “identicidio social”.

En el décimo aniversario de la Ley de Identidad y en el Día Internacional de la Visibilidad Lésbica, recibió la noticia de que el título llevará su nombre Mel Randev Gutiérrez y la enunciación será no binarie.

Mel asegura, y cómo no creerle, que “debés tener un montón de fuerza de voluntad para que no te coman el bocho. Emocionalmente, este título me sale carísimo”.

“Desde el primer día cuando hablé con las autoridades les dije que a mí esto como un beneficio personal no me servía o se cambiaba para siempre o nada. Sepan quienes están con este trámite que acá estoy, me pueden consultar”, cierra le flamante profesore que militando ya dio su primera clase de Derechos Humanos.