6 - LOCOMOTORA
(Argentina/2021)
Dirección, Guion y Montaje: Andrés Vernetti
Duración: 85 minutos
Estreno exclusivo en Cine Gaumont

Alejandra “Locomotora” Oliveras maneja su auto por autovías, rutas y calles de tierra de la provincia de Córdoba, hasta llegar a una parcela terrosa en la que, entre perros y chatarras varias acumuladas, se levanta una casa pequeña hecha de materiales, aunque de una indudable aura precaria. En una de las habitaciones pasa los días su padre, un hombre al borde de la ceguera y con las piernas amputadas al que trata con ternura infinita. Si compartir una pasión es una de las tantas formas de querer, el caso de los Oliveras es paradigmático: fue gracias a él, boxeador en su juventud, que de chica descubrió el deporte de los guantes y las vendas. De lo que siguió se ocupa el documental Locomotora, en el que el realizador santafecino Andrés Vernetti repasa su trayectoria y, entrelíneas, pinta las particularidades de un universo deportivo alejadísimo del glamour grasoso de Las Vegas y las bolsas millonarias que reparten los varones.

Ya en elección del nombre queda claro que a Vernetti le interesa más el personaje que la persona. Ese personaje que, a fuerza de golpes y perseverancia, de disciplina y empuje, llegó a consagrarse seis veces campeona mundial en categorías distintas y participó de la primera pelea femenina a 12 rounds de tres minutos, cuando originalmente se disputaban a diez de 120 segundos. Pero al principio fue distinto. La voz en off del padre recuerda, mientras se ven imágenes de la infancia y adolescencia de Alejandra, que empezó compartiendo entrenamientos y rings con hombres porque “las mujeres ni siquiera tenían para empezar”, introduciendo así una cuestión de género que permeará el relato, aunque sin ocupar un centro narrativo reservado para las vísperas de su enfrentamiento contra la mexicana Leslie “Explosiva” Morales, realizado en 2019 en la localidad santacruceña de Las Heras y bautizado “La pelea por la igualdad”, pues allí se instauró la extensión de tiempos.

A cargo del montaje y el guion además de la dirección, Vernetti sigue a sol y a sombra a su objeto de estudio durante los días previos, aprovechando cada recuerdo, cada disquisición hacia el pasado, para repasar las principales postas de una carrera que alcanzó uno de los puntos culminantes cuando, con un metatarsiano de su mano hábil quebrado, venció por KO y de visitante a la mexicana Jackie Nava, ganando así el primero de sus títulos. El problema para ella fue que la Tigresa Acuña, una de las referentes nacionales de ese deporte y a quien la película ubica como su némesis, le hizo morder la lona en el Luna Park, sacándole sus cinturones y, siempre según Locomotora, empujándola a un olvido que la obligó a pelear por poco más que el pancho y la coca.

Un personaje descripto como íntegramente noble y con una infancia difícil (ella cuenta que empezó a entrenar a escondidas para defenderse de su pareja golpeadora), un ascenso hacia la gloria, una caída estrepitosa y la posibilidad de una redención asomando: la parábola resulta conocida, pues pocas películas sobre boxeo no apelan a ella. Hasta secuencias de entrenamiento tiene Locomotora, cuyos ecos van desde Rocky hasta Toro salvaje, pero con un pátina artesanal y mundana que la acerca una realidad mucho más terrenal que la construida por el ideario hollywoodense.

A diferencia de la criatura de Balboa y el Jake LaMotta de Robert De Niro, Alejandra tiene que pagar de su bolsillo un flete que debía costear “la muni”. El horario del pesaje, sugiere uno de sus asistentes, debe ser a la noche -y no de tarde, como quiere ella- porque “hay que llenar el lugar”. La vestimenta para ese evento está hecha por una modista local que propone lentejuelas y brillos según el color elegido. Al celular la llaman desde el banco por una consulta para su hijo que ella se encarga de responder. Todo, horas antes una pelea que, como suele ocurrir, marca el pico dramático tanto de la película como de esa etapa de la vida de una mujer que hoy –retirada de los rings y dedicada a las acciones sociales con perspectivas de género– ha dado vuelta la página.