Después del fuego, la segunda novela de Javier Núñez (Rosario, 1976), es la primera que publica Le Pecore Nere, nueva editorial "transnacional" ítalo argentina con sede en Rosario, creada por María Pina Iannuzzi (traductora y editora italiana) y Regina Cellino. Al igual que los personajes de la novela, que se presenta este sábado a las 19 en la Facultad Libre de Rosario (9 de Julio 1122), las editoras decidieron un día empezar un nuevo camino. Le Pecore Nere significa "la oveja negra". Y eso es el narrador protagonista de Después del fuego, novela de iniciación literaria y autobiografía ficticia que toma elementos de la picaresca, del melodrama y de la cultura popular.

Desde su primer libro de cuentos, La risa de los pájaros (2009), Núñez explora encuentros fortuitos entre cultura y clases populares. En La doble ausencia (finalista del premio Emecé 2011 y ganadora en México del premio latinoamericano de primera novela de la Editorial de la Universidad Veracruzana), el autor reelaboraba como ficción la historia verídica de un libro quemado de la Editorial Biblioteca Vigil. En las dos novelas hay un huérfano y un padre perdido; en la segunda, el progenitor es un suicida. El padre escritor de la primera se ha multiplicado en un calidoscopio de figuras tutelares. Alternando la sordidez de la miseria con evocadoras descripciones de las esquinas más luminosas o pintorescas de Rosario, Después del fuego recorre una galería de tópicos románticos tan trasnochados como sus personajes, mientras va desplegando una biblioteca de seres que se reinventan.

Oliver Twist de Dickens, El Gran Gatsby de Scott Fitzgerald, o La tía Julia y el escribidor de Mario Vargas Llosa son algunas de las referencias explícitas más intencionales en un relato que se da a leer en varios niveles: el narrador autor, de voz cultivada; las andanzas de un protagonista errático, que ni siquiera tiene nombre, y series de citas donde además de la alta cultura son recurrentes las canciones de los diferentes álbumes de Sandro. El primer epígrafe nos da una clave.

"Cuando quise arrancarme la máscara, estaba pegada a la cara", escribe Fernando Pessoa, cuyo apellido (que en portugués significa "persona", que en griego significa "máscara") le sirve de apodo al anónimo protagonista, quien terminará por nombrarse así. En el medio, Pessoa transitará una historia de venganza y redención, atravesada por traumas sociales "glocales" (globales y locales) como el desamparo y la consiguiente crueldad de los adolescentes en los años '90.

Núñez entrama un mundo anacrónico de artistas famélicos y de viejas de 50 con lo real de las heridas colectivas que crean identidad, y con los bálsamos comunitarios que sanan aquellas quemaduras. Leer literatura o cantar canciones, parecen decir los personajes, es la cura para el mal de vivir. La novela de la tarde termina siendo Cumbres borrascosas, de Emily Brontë, madre de todos los culebrones y que la portera Amanda (ciega a raíz del crimen del título) escucha leída en voz alta por Pessoa, como un radioteatro, y recuenta luego en una versión cabeza.

Además de un humor callejero extrañamente culto, los momentos más profundos y verdaderos de esta novela son aquellos donde resuenan estas preguntas: ¿Quién soy? ¿Soy alguien para algún otro?

La pregunta por el lugar que se ocupa en el otro excede la trama del relato de amor y se instala literariamente como cuestión existencial y política.