Donde van, las mujeres de la Comunidad Indígena del Pueblo Kolla Finca Santiago se destacan. A sus sombreros y sus rebozos típicos, le agregan la alegría de sus cantos con caja, que suele prestarse para el contrapunto y la picardía. 

Tienen voz para la copla, pero también para gritar "basta de violencia en todas sus formas", según reza el petitorio que llevaron al Tercer Parlamento de Mujeres y Diversidades Indígenas por el Buen Vivir, realizado del 22 al 25 de mayo en Chicoana. Además de alegrar con sus cajas, las mujeres de las localidades de Isla de Cañas y Cortaderas llevaron también sus preocupaciones, referidas particularmente a la violencia contra ellas y los niños y niñas y al daño que se está haciendo al ambiente, en su propio territorio. 

"En nuestro Ayllu (grupo de familias, en quechua), las mujeres estamos en una orfandad jurídica frente a diferentes modos de violación: no hay abogados en nuestro medio, hay desconocimiento de los instrumentos legales específicos en materia de violencia contra las mujeres y niñes: Los soportes jurídicos están a 68 Km (en Orán), falta personal especializado en las comisarías para recibir las denuncias de las mujeres luego de haber sufrido situaciones de violencia, sin que eso represente una reiteración de la experiencia traumática", entre otras falencias, reseñaron en el documento que leyeron en el Parlamento. 

También reseñaron que necesitan apoyo financiero para ofrecer instancias de formación sobre los instrumentos legales que protegen los derechos de las mujeres. "Queremos vivir una vida libre de violencia", subrayaron. Añadieron que pese a la normativa legal, "no se perciben garantías para las mujeres, quienes día a día vemos vulnerados todos nuestros derechos", y pidieron a las autoridades "del ámbito nacional, provincial y local que den cuenta de los avances realizados y resultados obtenidos de sus politicas públicas". 

En cuanto a la juventud de estos ayllus, las mujeres reclamaron que se hagan campañas de prevención de adicciones. Y señalaron la "falta de oportunidades laborales para nuestros hijos jóvenes". En el Pueblo Kolla, a veces, "Ser trabajador golondrina es la única chance de desarrollo para muchos, pero con esto se desarticula la estructura familiar y se debilita paulatinamente nuestra identidad". 

En el otro extremo, reclamaron "Dignidad para nuestros mayores", que en su mayoría se encuetran en estapa de "gran dependencia, tanto de cuidados físicos, en lo económico y fundamentalmente en la faz emocional". Explicaron que para su pueblo es importante proteger a las personas mayores porque "son los portadores de diversos saberes ancestrales que no están sistematizados ni escritos". Y "En general, toda la estructura familiar necesita ser orientada para poder reestructurar los vínculos y disminuir la asimetría que se establece", señalaron. 

La deforestación 

En varias ocasiones, durante el Parlamento, las mujeres de Isla de Cañas y Cortaderas se pusieron serias para hablar de su preocupación por el daño ambiental que ven en su territorio y denunciar el corte indiscriminado de madera, por parte de propios comuneros. 

"La contaminación y la degradación del medio ambiente, constituyen una grave amenaza para nuestra comunidad porque vivimos en un ecosistema frágil y sensible a las alteraciones del medio ambiente físico", afirmaron en el petitorio, en el que destacaron que esa deforestación la "llevan a cabo los propios comuneros", es una "práctica difícil de regular" y "tiene efectos devastadores, ya que afecta la rica biodiversidad". Esta es uno de los aspectos que genera escozor en la organización, contó a Salta/12 la coordinadora del Consejo Kolla de Isla de Cañas - Departamento Iruya, Alicia Yurquina. 

También en este caso las mujeres pidieron a los gobiernos que "defiendan nuestra integridad y no sean cómplices con las prácticas de deforestación", la minería y los megaproyectos de infraestructura. "Queremos revertir las acciones mercantilistas de nuestras yungas y que las prácticas estén reguladas para garantizar sostenibilidad", para "satisfacer las necesidades actuales sin afectar la capacidad de las futuras", afirmaron. Y recordaron que las acciones humanas que deterioran el ambiente son las que el Movimiento de Mujeres y Diversidades Indígenas por el Buen Vivir han denominado Terricidio. 

"Como pueblo indígena, tenemos una relación espiritual con nuestra madre tierra (Pachamama) y somos guardianes de nuestro medio ambiente. Protegemos la biodiversidad como nadie porque es parte de nuestra cultura y de nuestro sumaj kausay (buen vivir)", añadieron. En este sentido, invitaron a volver a las prácticas agropecuarias ancestrales para revertir la paradoja de sufrir de inseguridad alimentaria "aun albergando una importante biodiversidad y sobre todo disponiendo de tierras".  

Por otro lado, reclamaron pediatras y ginecólogos permanentes y "médicos con conocimiento y respeto por nuestra medicina ancestral, que curen no solo el cuerpo, también el alma y se respete la espiritualidad". 

En cuanto a la educación, señalaron: "Deben incorporarse contenidos sobre Derechos de los Pueblos indígenas y, de modo impostergable, sobre cultura, historia, lengua e identidad en los diseños curriculares de los establecimientos educativos para dar competencias a los jóvenes y que recuperen el sentido de pertenencia por sus orígenes indígenas". 

Asimismo, reclamaron "políticas públicas que respeten y no excluyan a las gobernanzas de los pueblos indígenas. Porque las gobernanzas trabajan sin banderías políticas para cubrir necesidades de los comuneros, basados en sus propios reglamentos consuetudinarios, que incluyen defensa de la cultura, de la identidad de la lengua y de la cosmovisión como pueblo indígena. Sería un modo de reivindicar el Derecho a la libre determinación de los pueblos indígenas", afirmaron.

El petitorio contenía también propuestas para ser debatidas en el Tercer Parlamento, como insumo para definir las acciones que llevarán adelante en contra del chineo, los abusos sexuales cometidos por criollos en perjuicio de niñas, y mujeres, indígenas.

Caminos sinuosos y bellos 

Isla de Cañas, uno de los cuatro Ayllus que conforman Finca Santiago, etá a 307 kilómetros de la capital de Salta y a 68 kilómetros de la ciudad de Orán por un camino sin asfalto y sinuoso, con una geografía de gran atractivo. 

También se puede llegar a Isla de Cañas desde el pueblo de Iruya, por un camino que los comuneros adjetivan como "deslumbrante". Pero advierten que solo se puede hacer ese recorrido en tractor o motos enduro, y que "sólo es recomendable usar este camino alternativo en invierno, tiempo que los ríos son transitables". Haciendo ese recorrido, al llegar a Isla de Cañas hay un mirador desde el que hay una vista panorámica del pueblo.  

El pasado 19 de marzo de este año se cumplieron 25 años desde que el Pueblo Kolla de Finca Santiago fuera reconocida como comunidad indígena y pudiera recuperar su territorio, que fue expropiado mediante la Ley 24334, dada en 1997. 

La Comunidad está constituida por cuatro Ayllus: Colanzuli y Volcán Higueras, en la Puna y Río Cortaderas e Isla de Cañas en las Yungas. El ayllu de Isla de Cañas "fue epicentro de la lucha y dolor entre los originarios y los 'dueños' de turno. El territorio fue arrebatado por terratenientes y sus habitantes históricamente fueron mancillados, utilizados como mano de obra barata en los ingenios y obligados a pagar arriendos por ocupar tierras que le pertenecieron ancestralmente", reseña el Consejo Kolla.

A estos Ayllus pertenecían los hombres y mujeres que llevaron a cabo acciones para recuperar su territorio, como el Malón de la Paz (en 1946 y 1996).

"Cumplimos 25 años de recuperarlo, pero nuestros ancestros, como todos los pueblos indígenas, hace más de 520 años luchan por conservar y/o recuperar la cultura, territorios y la lengua madre, el quechua. Desde ese entonces hemos sobrevivido a un sinfín de adversidades, despojos, atropellos, desvalorización y discriminación por parte de los invasores y posteriormente por el estado nacional y la sociedad misma", recordó el Consejo. Y añadió: "Nuestro pueblo, gracias a su poder de resiliencia, exhibe hoy un desarrollo económico de autoabastecimiento basado en la agricultura, ganadería y producción de artesanías textiles y de madera", en una relación "espiritual con nuestra madre tierra (Pachamama)".