El arrepentido chofer y escritor de los cuadernos Oscar Centeno se presentó a la Justicia para pedir que le dejen ver los ejemplares Gloria para confirmar si son los que él escribió. El curioso pedido fue realizado dos años y medio después de que los cuadernos aparecieran de la mano del periodista del diario La Nación Diego Cabot. Porque según sostiene el defensor oficial de Centeno, Sergio Steizel, el chofer ya declaró que quemó los cuadernos, pero resulta que sorprendentemente aparecieron seis de los ocho ejemplares intactos. Lo asombroso es que ahora, transcurridos 25 meses, de golpe, Centeno quiere chequear si son los cuadernos que él escribió y que habría quemado. En el escrito, que tiene tres páginas, se ataja de la acusación por falso testimonio agravado. Es que está claro que Centeno mintió groseramente y es posible que se quiera cubrir de las tachaduras y cambios que se hicieron en los textos, diciendo que él no los hizo.

Toda la cuestión de los cuadernos parecería una comedia de enredos si no fuera porque sirvió para perseguir opositores y también porque evitó, en manos del juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli, una investigación en serio sobre hechos de corrupción. Lo notable de la presentación de Steizel-Centeno es que resulta inverosímil que dos años y medio después de la reaparición de los cuadernos, recién ahora, quiera verlos para chequear su autenticidad.

El peritaje privado que puso en duda los cuadernos

Hace apenas dos meses, el empresario Armando Loson mandó a hacer un peritaje privado sobre las fotocopias de los cuadernos. El prestigioso estudio Latour concluyó, por ejemplo, que la dirección de la empresa de Loson, en la avenida Leandro N. Alem, estaba escrita de cuatro maneras diferentes. 

Además, los calígrafos señalaron que, como mínimo, la escritura correspondía a dos personas distintas, que se verifican tachaduras, aplicación de líquido corrector y alteraciones de los textos. Resulta extraño que ya en ese entonces Centeno no haya pedido ver lo entregado por Cabot. 

Es posible que esta presentación tenga que ver con lo descubierto por Loson y tal vez el chofer diga que esas tachaduras no son suyas. Sería un intento de zafar de más acusaciones por falsedades. De hecho, el falso testimonio ya fue cometido: Centeno primero declaró bajo juramento que había quemado los cuadernos y luego los cuadernos reaparecieron.

El papel de Bonadio y Stornelli

Pero la raíz de todo lo que está pasando proviene del dúo Bonadio-Stornelli. Las fotocopias de los cuadernos Gloria aparecieron el 1 de agosto de 2018. Transcurridos casi cuatro años no se hizo ningún peritaje sobre ellos, salvo el estudio privado que mandó a hacer Loson. 

Es el modelo que usaron el juez y el fiscal en todas las causas: acusar sin hacer peritajes ni las medidas de prueba más elementales, tener de inmediato a favor una ratificación de la Cámara Federal, acomodada por el macrismo, y la Casación, poblada de jueces alineados con Juntos por el Cambio o visitantes de Olivos y la Casa Rosada. 

Con eso, se llenaron tapas de los diarios. En ese marco, Bonadio-Stornelli se cuidaron de no grabar ni filmar los testimonios de los supuestos arrepentidos, como marca la ley, ocultando así que a los imputados se les exigía que nombren a Cristina Kirchner para no dormir a la noche en un calabozo.

Lo que salta ahora, entonces, es un chofer-arrepentido que instala la duda sobre todo: las fotocopias, los cuadernos revividos, las tachaduras. Se agrega esto a su declaración ante la Justicia española: “No, nunca vi el dinero, salvo una vez” y otras imprecisiones. Con semejante tembladeral será difícil saber la verdad, sobre todo teniendo en cuenta que a Comodoro Py sólo le importa apuntar a CFK. Y la realidad es que a la expresidenta no se le encontraron ni sociedades ni cuentas ni bienes escondidos. En ese terreno, lo único que se detectó fueron ocultamientos del propio Mauricio Macri y buena parte de sus funcionarios, junto con blanqueos increíbles de millones de dólares que tenían en paraísos fiscales.