Todo para disfrutar: el partido, el resultado, la milonga con variaciones del segundo tiempo, los tres goles uno más lindo que otro, la Copa, la exhibición colectiva, el altísimo nivel de algunas individualidades, las tribunas coloreadas de celeste y blanco, el profesionalismo de los 90 minutos, y sobre todo ese contagioso y emocionante espíritu amateur expuesto en el festejo con los saltos, y con Messi revoleado por el aire al compás del canto que alimenta una enorme ilusión. 

Wembley -y el mundo entero- fueron testigos de una actuación fenomenal que le permitió a la Argentina quedarse con la Copa en juego, entre el campeón de Europa y el de Sudamérica.

Podrán decir los abogados del diablo que enfrente estuvo una Italia desmotivada porque no va al Mundial, y reducida en sus posibilidades por la ausencia de algunas de sus figuras más emblemáticas; se podrá argumentar que en el equipo argentino hubo algunos momentos de confusión y de zozobra sobre la mitad del primer tiempo, pero nada de eso opaca la actuación brillante de un grupo que se siente seguro, confiado, que tiene claro cómo jugar, cómo sacrificarse para recuperar la pelota y cómo usarla cuando se la consigue. 

Italia está por debajo de su propia altura, pero es una de las selecciones más importantes de Europa y eso es indiscutible. 

Podrán decir los exagerados de siempre que no hay rivales a la vista; que la victoria sobre Italia demostró que este equipo le puede ganar caminando a cualquier europeo, pero por suerte los propios jugadores argentinos, ponen los pies sobre la tierra a la hora del análisis, no se suben a esos acelerados carros triunfales. Saben lo peligroso que puede resultar pasarse de rosca en la euforia.

Las claves de todo lo que ocurrió en el segundo tiempo, el del baile a toda orquesta, hay que encontrarla en los dos goles del primer período.

En el primero, Lo Celso se aprovechó de un gran quite de Tagliafico para darle la pelota a Messi; éste se aprovechó de Lo Celso para recibir, girar, llevarse a la rastra a Di Lorenzo hasta el corazón del área, y Lautaro Martínez se aprovechó del pase de Messi hacia el medio para empujar la pelota al fondo del arco. Hasta ahí el partido era parejo, pero podía verse que Argentina se sentía bien en el manejo del balón. El gol certificó esa insinuación.

En el segundo tanto se cortó la reacción de Italia que en el vaivén del juego se iba acercando, y obligaba a duplicar el esfuerzo de la línea de fondo de Argentina cuando los del medio eran sobrepasados. Sin llegar a dominar claramente, Italia daba señales de vida hasta que Lautaro Martínez encabezó una contra a gran velocidad, y en el momento indicado metió el estiletazo a las espaldas de Chielini, para el pique de Di María, que levantó la pelota con clase por sobre la cabeza de Donnarumma. 

Tampoco es que Italia había puesto en grandes aprietos a Emiliano Martínez, pero había tenido sus aproximaciones. El punto de inflexión definitivo fue el segundo gol, ahí quedó claro quien se iba a quedar con todo.

En el segundo tiempo Mancini intentó toda clase de variantes, pero no consiguió que la pelota dejara de circular lúcidamente en los pies de los futbolistas argentinos. Toque de Otamendi o Romero en la salida, toque de Lo Celso en el medio, gambeta de Messi tirado atrás, toque de Di María incontenible, pique de Lautaro arrastrando a toda la defensa, tiki-tiki en el mejor sentido de la expresión. Baile, milonga, paseo, sainete o como lo quieran llamar. 

Los italianos parecían pedir por favor que se acabara pronto el suplicio de correr detrás de la pelota, al ritmo del ole tribunero. El tercer gol estuvo rondando los tres palos de Donnarumma de grandes atajadas en el segundo tiempo (a Messi le sacó dos clavados),  pero llegó sobre la hora con un remate de Dybala, que había entrado un par de minutos antes. La frutilla de un postre que paladeamos todos los argentinos en una tarde inolvidable.         

3 ARGENTINA: E. Martínez; Molina Lucero, Romero, Otamendi, Tagliafico; De Paul, G. Rodríguez, Lo Celso; Messi, L. Martínez, Di María. DT: Lionel Scaloni.

0 ITALIA: Donnarumma; Di Lorenzo, Bonucci, Chiellini, Emerson; Pessina, Jorginho, Barella; Bernardeschi, Belotti, Raspadori. DT: Roberto Mancini.

Estadio:
Wembley (Londres). Arbitro: Piero Maza (Chile). Goles: 27m L. Martínez (A); 45m Di María (A): 90m Dybala (A). Cambios: 46m Lazzari por Chiellini, Locatello por Bernardeschi y Scamacca por Belotti (I), 62m Spinazzola por Pessina (I), 75m Palacios por De Paul (A), 77m Bastoni por Emerson (I), 85m Pezzella por Romero y Alvarez por L. Martínez (A), 90m N. González por Lo Celso y Dybala por Di María (A).

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