Cuando asumimos al frente del primer Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, lo hicimos con una convicción que nos acompañará hasta el último día de gestión: honrar el mandato de las calles y el grito de “Ni Una Menos”, y trabajar sin descanso para que esa demanda esté, cada día, más cerca de ser una realidad en nuestro país.

Teníamos el enorme desafío de crear una nueva institucionalidad y desarrollar políticas públicas que nunca se habían desplegado con semejante magnitud y alcance territorial. Pero, sobre todo, teníamos la necesidad de hacerlo estando cerca de la gente, escuchando, acompañando y comprendiendo cómo las desigualdades y violencias atraviesan de formas muy distintas a las mujeres y LGBTI+ indígenas, migrantes, rurales, con discapacidad, jóvenes, adultas mayores. Había que llegar a todxs, escuchando a todxs y reparando una enorme deuda del Estado.

A pocos meses de creado el Ministerio, y en plena pandemia de Covid-19, el Presidente de la Nación presentó el Plan Nacional de Acción contra las Violencias 2020-2022, construido de manera participativa, transversal y federal, como la principal herramienta del Poder Ejecutivo Nacional para abordar la problemática de las violencias por motivos de género.

Con este Plan propusimos un cambio de paradigma, el abordaje integral de las violencias por motivos de género. Esto implicó diseñar políticas públicas que permitan generar las condiciones materiales para el desarrollo de proyectos de vida autónomos. A las políticas de prevención, asistencia y protección de las violencias se les sumó la promoción y acceso a derechos y el despliegue de políticas de igualdad.

Dos años después, hemos logrado un altísimo nivel de cumplimiento de las acciones propuestas en aquel Plan. Se trata de un primer paso. Para ello, fue fundamental el trabajo realizado junto a los gobiernos de todos los niveles y las organizaciones sociales y comunitarias, a la par de la activa participación de todos los ministerios y organismos nacionales para la transversalización de las políticas de género y diversidad.

Tenemos claro que los desafíos que enfrentamos son de gran magnitud y adquieren características particulares en los diferentes territorios de nuestro país. Hoy contamos con el programa Acompañar que permite que el Estado brinde una asistencia directa durante 6 meses a más de 160 mil mujeres y LGBTI+ en situaciones de violencia, con equipos interdisciplinarios en todas las provincias del país que acompañan y asisten a mujeres y LGBTI+, con la Campaña Nacional “Argentina Unida contra las Violencias” que promueve acciones concretas de prevención de las violencias por motivos de género, con programas de apoyo y fortalecimiento a provincias, municipios y organizaciones comunitarias, entre muchas otras. Nuestra convicción es que estas políticas integrales y transversales son imprescindibles para la construcción de proyectos de vidas autónomos y libres de violencias.

Somos conscientes de que existe una clara demanda social de reducir y eliminar las violencias por motivos de género y que este Gobierno Nacional ha trabajado desde el primer día por ese objetivo. La baja de las últimas cifras de femicidios, travesticidios y transfemicidios constituye una señal de que estamos por el camino correcto, que la respuesta se construye con más políticas públicas.

Una vida libre de violencias de género no es una utopía, sino un objetivo por el cual tenemos que trabajar incansablemente como sociedad. Soy una convencida de que cuando las políticas públicas se despliegan con firmeza, convicción y persistencia producen cambios en la vida de la gente y nos hacen una sociedad mejor. Necesitamos más esfuerzos y más recursos para que estas políticas se sostengan, se profundicen y lleguen a cada rincón del país. No alcanza con todo lo hecho, por eso buscamos convertir la lucha contra la desigualdad y contra la violencia de género en políticas de Estado.

Tenemos el reto de consolidar lo hecho y avanzar en lo que falta. Vamos hacia una profunda transformación estructural para conmover los cimientos que sustentan las desigualdades y reproducen las violencias. Esto requiere acciones que, necesariamente, trascienden una gestión de gobierno y demandan acuerdos transversales para políticas sostenibles en el tiempo y un consenso primario y fundacional: para terminar con las violencias por motivos de género necesitamos más Estado.

Todos los días escuchamos discursos que intentan hacernos creer lo contrario. Estos discursos encierran graves peligros. Cuando se pregona eliminar ministerios y "achicar el Estado”, se está diciendo, sobre todo, que desaparecerán derechos y oportunidades para millones de personas. Ya vivimos en una Argentina sin Ministerio de Salud, y no queremos volver a eso. Para terminar con las violencias necesitamos un Estado fuerte, presente, cercano y el compromiso de toda la sociedad.

Esa es nuestra apuesta estratégica y el motor de nuestro trabajo. Seguiremos trabajando sin descanso para que todas, todes y todos podamos vivir en una Argentina mucho más justa, con verdadera igualdad y libre de violencias.

*Ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación