Cierto halo de misterio envuelve al mercado de capitales dentro del imaginario social. Es habitual que quien no se encuentre familiarizado con las finanzas, sienta que esa especie de submundo se encuentra reservado para prestigiosos economistas o avezados analistas. Tal es así, que existe cierta fantasía, a esta altura prácticamente una narración mitológica, que se ha construido en el imaginario colectivo acerca de este grupo de iluminados que integran el cónclave del mundo de las finanzas.

Tan lejano suele presentarse este universo, que es frecuente referirse a los integrantes del mismo como “gurúes”. Es decir que se los considera como una especie de maestros espirituales, de acuerdo al significado original del término en el marco del hinduismo. Tan inaccesibles se nos presentan estos referentes de las finanzas que es habitual referirse al lugar donde desempeñan sus funciones como la “City porteña”, una especie de ciudad amurallada dónde sólo los iniciados pueden ingresar. 

Se cree de este modo que los gurúes de las finanzas dominan conocimientos ancestrales que les permiten ganar significativas sumas de dinero a partir de sofisticadas y complejas operaciones, sólo reservadas para estos operadores bursátiles y para unos pocos afortunados que han sabido ganar sus favores. 

Sin embargo, ninguna de estas creencias en torno al ámbito del mercado de capitales y las finanzas en general se encuentra fundada en la realidad. Si bien existen determinadas instancias en donde la complejidad del mercado puede exigir conocimientos específicos, los mismos no resultan en absoluto inaccesibles y por el contrario, con una mínima noción al respecto es posible comenzar a participar.

Entender las finanzas

El desconocimiento generalizado en torno a las características fundamentales del mercado de capitales, no solo ha generado la sensación de inaccesibilidad al mismo, sino también una mala impresión en aquellos que no conocen con claridad su verdadero rol y su indudable potencial. Es frecuente escuchar expresiones que asocian al mundo bursátil con la mera especulación, la “timba” o el “escolazo”. Se asocian las prácticas del mercado de capitales a operaciones manifiestamente espurias o estrictamente vinculadas al terreno de los ardides dolosos. Sin embargo, la razón de ser del mercado de capitales dista largamente de este tipo de concepciones.

El mundo de las finanzas implica siempre cierta especulación, pero esto no implica necesariamente algo negativo. De hecho, cualquier acción vinculada a la actividad económica implica de una manera u otra, determinada especulación. Montar un negocio, iniciar un emprendimiento, postularse a un puesto de trabajo, contratar personal o invertir en un desarrollo tecnológico, son actividades que indudablemente implican especulación. 

La particularidad del caso radica aquí en que el sistema financiero en su conjunto no genera valor, sino que su rol es el de reasignar valor entre sectores, de allí que su aspecto negativo sea la reasignación de valor hacia estratos no productivos que en poco tiempo puedan obtener cuantiosas ganancias, atentando contra el deseable desenvolvimiento de la actividad económica. Y es justamente por ello que resulta indispensable regular su funcionamiento de forma tal de dirigir todo su potencial hacia los sectores productivos, apuntalando la inversión y la innovación de largo plazo.

En términos generales, el mercado financiero actúa como una polea de transmisión entre los ahorros existentes en una economía y aquellos sectores que requieren de fondeo para emprender, concretar inversiones o simplemente consumir. De esta forma, un mercado debidamente regulado logra generar un mecanismo virtuoso en el cual los ahorristas obtienen un rendimiento o una remuneración para sus excedentes, al tiempo que logran concretarse proyectos o consumos que de otra manera no hubieran sido posibles. Lo cual genera, en definitiva, un impulso para la actividad económica en su conjunto, favoreciendo las inversiones de largo plazo, la innovación y el desarrollo.

Reasignación

El mecanismo en cuestión parte de aquellas unidades superavitarias, es decir los agentes de una economía que tienen un nivel de ingreso superior a los gastos efectuados en ese periodo. Por ello se encuentran con un excedente monetario que comúnmente denominamos ahorro. A través del sistema financiero, se ofrece la posibilidad de colocar esos excedentes a cambio de una remuneración, la cual se denomina habitualmente tasa de interés. Esta tasa de interés mantiene una relación directa con el nivel de riesgo asumido en la inversión. Lógicamente, a medida que aumenta el riesgo del capital invertido, la rentabilidad exigida se incrementa.

Como contrapartida, aquellos agentes que buscan financiamiento para llevar adelante proyectos de inversión o determinados consumos encuentran en estos mercados la posibilidad de obtener financiamiento, concretando así operaciones que de otra manera no hubieran sido posibles.

Varios mercados

Dentro del sistema financiero, en el mercado de dinero o mercado monetario se concentran las operaciones de crédito a corto plazo, es decir, en él se negocian activos financieros con vencimiento a los pocos días o semanas, que poseen por ende un elevado grado de liquidez. A este mercado acuden las empresas para financiar sus inversiones en activo circulante y sus necesidades inmediatas de dinero. 

El mercado de capitales es en cambio aquella parte del mercado financiero en la que se conciertan operaciones de crédito a largo plazo o, más concretamente, en su acepción más restringida, en donde se negocian activos financieros cuyo vencimiento opera luego de varios meses o incluso varios años. A este mercado acuden las empresas para financiar las inversiones en activo fijo y la parte estable del activo circulante. El mercado de capitales incluye lo que se denomina un mercado primario y un mercado secundario de valores. El mercado primario o mercado de emisión es el mercado en que se venden por primera vez los valores mobiliarios (acciones, bonos, obligaciones negociables, etc.) emitidos por una empresa o por cualquiera otra institución privada o pública, mientras que el mercado secundario es en donde se negocian los valores que han sido previamente vendidos en el mercado primario. El mercado secundario de valores es un mercado de segunda mano o mercado de reventa. 

Las bolsas de valores son una parte, sin duda la más importante y mejor organizada, de los mercados secundarios de valores o mercados de negociación; el resto del mercado secundario es el denominado mercado extrabursátil. Los mercados de dinero y de capitales, del mismo modo que los mercados primario y secundario de valores, están estrechamente relacionados, y ninguno de ellos puede alcanzar un desarrollo adecuado sin un funcionamiento mínimamente eficiente del otro.

A partir de estas características y dadas las particularidades del sistema de acumulación global vigente, la construcción de un mercado de capitales sólido, extendido y debidamente regulado que permita disminuir los costos del financiamiento para el sector productivo y ofrecer alternativas de inversión razonables a los inversores, resulta indispensable para construir un país desarrollado que brinde oportunidades a todos sus habitantes. 

Un sistema financiero debidamente regulado permite poner a disposición del capital productivo sumas considerables de dinero que, en otro caso, permanecerían inactivas. Así, las finanzas se convierten en una palanca de la acumulación sin la cual muchos desarrollos productivos no llegarían a concretarse. En efecto, un sistema financiero robusto y amplio, resulta un efectivo vehículo a través del cual impulsar un modelo productivo caracterizado por la equidad y el crecimiento sustentable.

La escasa profundidad y el cortoplacismo que distinguen al sistema financiero argentino exigen la implementación de políticas y acciones que persistan en el tiempo a fin de incrementar la federalización del mercado de capitales y canalizar la oferta de financiamiento de los inversores a sectores estratégicos. 

Para ello, resulta indispensable promover la educación financiera en todos los segmentos de la población desde una perspectiva social, federal y con perspectiva de género. A su vez, el sistema financiero, apalancado por el fenómeno de la digitalización, hoy tiene el gran desafío de dar respuestas concretas en materia de inclusión de las personas. Esto implica que no sólo cuenta con una gran oportunidad, sino también con la responsabilidad de incluir y brindar sustentabilidad al proceso, en favor del bienestar de la comunidad en su conjunto.

* Economista UBA. @caramelo_pablo