Con la mirada puesta en un futuro cada vez más demandante a nivel tecnológico, 500 carreras de Ingeniería de universidades de todo el país iniciaron un proceso de “transformación curricular”. El objetivo es contar con una enseñanza más enfocada en los alumnos, que fomente la formación por competencias y que prepare a los futuros profesionales para enfrentarse a la “cuarta revolución industrial”, impulsada al ritmo de las nuevas tecnologías del conocimiento.

Para adentrarse en este proceso de reconversión académica nacional, el Suplemento Universidad dialogó con Graciela Utges, decana de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y vicepresidenta del Consejo Federal de Decanas y Decanos de Ingeniería (CONFEDI).

Utges abordó los cambios curriculares más significativos, junto con las razones y las intenciones de este proceso de transformación que “ya comenzó”.

–¿Por qué es tan necesaria esta transformación?

–Es necesaria por muchas cuestiones. Una de ellas, porque las carreras de Ingeniería tienen un montón de desafíos que enfrentar, y se sabe hace tiempo. Otra es el problema de la duración de las carreras, que son muy largas y llevan a la deserción y al desgranamiento. Nuestras carreras son demasiado estructuradas, rígidas en la formación, y por lo tanto tienen dificultades para aggiornarse en función de las transformaciones tecnológicas que se dan en el tiempo.

–¿Qué cambios están pensando desde las universidades?

–En las Ingenierías tiene que darse una transformación curricular. No estamos hablando del plan de estudios en sí, sino más bien la modalidad de la enseñanza que llevamos adelante en las carreras. Esas modalidades tienen que transformarse. Necesitamos que realmente la enseñanza esté más centrada en el alumno. ¿A qué me refiero con esto? Una de las cosas tiene que ver con que hay una modalidad de enseñanza tradicional que es esa enseñanza donde el profesor recita y el alumno es el que toma nota y luego estudia. Eso en nuestras carreras en particular cada vez se ha demostrado más que se trata de una manera obsoleta de enseñar. Porque el problema es que los tiempos van cambiando, los contenidos van cambiando y, mientras tanto, tenemos docentes que se estancan recitando siempre lo mismo con los mismos contenidos. Y lo que necesitamos no es un alumno que aprenda todas las tecnologías de hoy y que tenga que volver a recitarlas, sino una formación mucho más flexible. Necesitamos, sobre todo, que el alumno aprenda a aprender. Por eso hablamos de una enseñanza centrada en el estudiante. A lo mejor con otros formatos, con más talleres o seminarios para que el estudiante participe y se haga artífice de su propio aprendizaje. Este tipo de transformaciones no son a veces transformaciones del plan de estudio, sino que son parte de una transformación curricular, transformaciones en los formatos de enseñanza, en los modos de enseñar y aprender. Por eso hablamos de que, más que contenidos, tenemos que centrarnos en el desarrollo de competencias. Un estudiante de Ingeniería es alguien que tiene que formarse para poder aprender toda la vida, porque las tecnologías de hoy no son las tecnologías de dentro de cinco años. Hoy necesitamos ingenieros que no solamente sean capaces de ejecutar, sino también de emprender. Y esas competencias requieren de una formación no de tipo enciclopédica, sino de una formación ligada al hacer, a un protagonismo en la formación para que el estudiante se haga protagonista de su propio aprendizaje.

"Hoy necesitamos ingenieros que no solamente sean capaces de ejecutar, sino también de emprender. Y esas competencias requieren de una formación no de tipo enciclopédica, sino de una formación ligada al hacer".

–¿Cómo converge esta transformación en la industria 4.0?

–Hay una incorporación de contenidos ligados a dónde apunta la tecnología en el mundo. Estamos transitando un camino que en Argentina comienza a desarrollarse, que se denomina la “cuarta revolución industrial”. Esta revolución está signada por los avances que se van dando en distintos campos: en la automatización, pero una automatización vinculada también a Internet, en Internet de las cosas, en cómo se está utilizando la computación en la nube, en el desarrollo de la inteligencia artificial, en la impresión 3D, por mencionar solo algunos. Todas estas innovaciones avanzan en una transformación importante de las tecnologías de fabricación y en las cadenas de producción y comercialización de los productos, y obviamente que van a tener un impacto muy grande en el desarrollo del mundo en los próximos años. Argentina tiene el desafío de transformar su industria, fundamentalmente las pequeñas y medianas empresas, y ojalá que nosotros, desde las universidades, podamos colaborar y ayudar a que ese desarrollo se pueda dar.

–¿Cómo imagina al futuro graduado de Ingeniería?

–Desde las universidades argentinas venimos formando muy buenos ingenieros, a la altura de las necesidades de la industria. En eso no hay ninguna duda. Los problemas tienen que ver con la mirada hacia adelante y con lo que significan estas transformaciones tan tremendas que el mundo globalizado nos va marcando. ¿Cómo lo imaginamos a futuro? Como un profesional capaz, no solamente de conocer las tecnologías que tiene que llevar adelante, sino también capaz de emprender, de relacionarse de la mejor manera con otras disciplinas, de participar y trabajar en equipo, y de relacionarse a nivel mundial en la nube. Eso es fundamental. Hablamos de capacidades que, por supuesto, son las específicas, pero también esta posibilidad de diálogo, de interacción y de adelantarse a los acontecimientos. Quisiéramos que nuestros ingenieros contribuyan al desarrollo de la Nación con los desafíos enormes que tiene un país como Argentina para con el mundo.