Barajar y dar de nuevo con el mismo mazo de cartas. Esa es la promesa de la cuarta temporada de Westworld (ya estrenó por HBO Max y HBO). La distopía colisiona en estos ocho episodios la realidad futurista con un retorno al parque temático de Delos. Ya no hay rastro de Dolores –la ciborg que comandaba la rebelión de las máquinas- aunque la actriz Rachel Wood le de vida con la misma postura y gelidez a Christina. ¿Quién es entonces esta nueva creación que luce como una doppelganger de la vaquera robótica? Una mujer muy solitaria y rutinaria que diseña historias para una compañía de entretenimiento digital llamada Olympiad.

En ese espejo distorsionado, reaparecen William (Ed Harris) como el “hombre de negro”, en tanto Maeve (Thandiwe Newton) y Caleb (Aaron Paul) mantienen su plan tirabombas. Charlotte (Tessa Thompson) y Bernard (Jeffrey Wright) se suman con versiones upgrade de su historia. “Vamos a ver nuevos mundos que son realmente divertidos”, prometió Lisa Joy, la creadora de la serie junto a Jonathan Nolan. Las preguntas existenciales, los escenarios bombásticos, los fantásticos inserts musicales, siguen como pilares de la ficción que reimagina la novela y película de Michael Crichton (1973). “Quiero una historia con un final feliz”, lanzó Christina. ¿Se cumplirá?