Cuando terminó de esbozar Fuego, Juana Aguirre sintió que estaba siguiendo un impulso. Aunque luego eso se tornó en un augurio, porque lo que había consumado en esa noche verborrágica en su casa fue todo un punto de inflexión en su música y también en su vida. "Vivía en San Fernando (zona norte del Gran Buenos Aires), y no escribía mucho", dice la juglar en su laboratorio de operaciones en el barrio porteño de Núñez. "Si bien estaba transitando un cambio drástico, ese tema habla de eso. Del inicio de algo nuevo", amplía. La pandemia se encargó del resto…

Y es que la otrora frontwoman de Churupaca de pronto se volvió adulta, al igual que esos chicos o chicas que pegan estirones abruptos en la adolescencia. Sin embargo, en vez de las extremidades, a ella le crecieron canciones con otros matices. Dejó de reconocerse, pese a que seguía siendo la misma. O eso creía. Ese color rioplatense, así como esa cadencia sudamericana, mutaron su dirección y empezaron a mirar hacia adentro. Bien profundo. Se sumergió, y nadó. Braceó hasta los ribetes del abismo. Entonces paró.

Ahí conoció la magia de la refracción, y esa experiencia la volcó a los 11 temas que le dan forma a uno de los mejores álbumes argentinos del año pasado: Claroscuro, que apareció el 11/11, lo que lo vuelve tan oscuramente escorpiano como místico. Según la numerología, esa fecha simboliza el mundo espiritual. "Es muy loco. Hay gente que me dice que parezco muy dark y otras que me comentan todo lo contrario", se descoloca. "Romántica, eso es lo que soy. Y también me considero muy cancionera. Compongo desde hace mucho tiempo."

Además, añade otro dato que no es menor: "Soy capricorniana. y con un grupo de capricornianos me junto a hacer canciones. Esto es real. Podemos encarnar diferentes personajes, como si fuera Luis Miguel. Es un estado de juego. Hay temas del disco que están hechos en ese contexto".

--Hiciste de la canción tu fitness…

--Es un músculo que tengo ejercitado. Lo que me pasa es que hacer canciones es un estado de mucha tensión. Hay un control y también una cuota de libertad. Cuando hacés una canción, hay algo muy críptico pero a la vez palpable y sensible. Hay una convivencia y una polaridad.

--Y tu voz es el principal instrumento del disco…

--Soy mala expresándome y soy tímida. Paso mucho tiempo sola. Las canciones son el lugar en el que me sentí cómoda. Me cubro a través de ellas. Hay algo con la voz, un minimalismo complejo. No soy buena instrumentista, y con la voz no pasa eso. Por eso los arreglos y la producción están construidos a partir de ahí. La palabra cantada me propone algo, un orden nuevo. En ese sentido, hay una construcción muy grande. La presencia de la voz es enorme, y genera complejidad.

--¿Sos compleja o complicada?

--Depende del día.

► Una casita musical en el bosque

Dos años le llevó hacer Claroscuro a la cantautora de 31 años. "El contexto de ese sonido es el bosque. Es el Sur, es el invierno. Hay mucho del silencio, del aislamiento. Lo produje estando a las afueras de Bariloche, cerca de Villa Mascardi." El sonido tiene que ver con la montaña, el bosque, el silencio, el viento y la lluvia. Aunque algunas canciones las compuso previo al aislamiento.

--¿Te fuiste allá a pasar el encierro?

--En realidad estaba allá cuando decretaron el aislamiento, y me terminé quedando. Me había llevado unas herramientas para armarme un estudio. Mi placa, un sintetizador y un micrófono que me prestó un amigo. Sólo tenía ropa de verano, y me tuve que comprar abrigo. Viví allá nueve meses.

--Absorción, mimetización o diálogo… ¿Cómo lograste retratar ese paisaje?

--Desde que estaba en Churupaca mis canciones tienen esa sensación de intimidad y nostalgia. Eso sigue estando latente. Es la forma como me relaciono con la música, la herramienta que tengo para procesar ciertas emociones. Es un lugar seguro y de mucha contención. Este disco me permitió explorar eso de una forma más íntima y personal, y poder recrear esos paisajes de una manera fiel. Lo hice con los recursos que tenía, que eran pocos, y con otros que eran nuevos para mí. Grabé con programas nuevos en la compu o tocaba botones que no sabía para qué servían. El proceso fue muy experimental.

En este debut solista que es una oda al folk y al indie narcótico, la recreación de la inmensidad acerca a Juana a Leda Valladares, en tanto que la nostalgia tiene ese sinsabor a Violeta Parra. También algo de José González aparece en el trato introspectivo, y al momento de hurgar en la oscuridad evoca el minimalismo de Fever Ray.

--Parece que tenías ganas de soltar muchas cosas...

--Más que nada de tener esa libertad de poder crear en un estado de capricho. En este disco me permití hacer cosas que pensé que estaban mal. De hecho, hice este disco sin saber si lo podía mostrar.

--¿Te independizaste de tu pasado?

--Hace mucho tiempo. Mi parte de Churupaca me da ternura porque soy yo en otro tiempo. Esto es otra cosa, es un proyecto mío, un nivel de intimidad mucho mayor. Cuando salió, me sorpendió ver mi nombre de pila. Algo así como: "No tengo escapatoria de eso".

--¿Cuándo te diste cuenta de que estabas yendo hacia otro lado?

--Tuvimos 10 años de banda, y sólo hicimos dos discos. Nos costaba concretarlos. Con el primero nos fue muy bien. Pero cuando pasó un tiempo entre ése y el siguiente, escuchaba otra música, tenía otras curiosidades. Había cambiado. Hasta entonces, Churupaca era mi escuela, un grupo de amigos, un espacio de encuentro que disfrutaba muchísimo. Hoy es difícil generar algo así. La música pasa por otro lado: hacés el disco en tu casa y buscás músicos para salir a tocarlo. Era hemoso, pero en un momento cambié. No era el lugar para hacer esta música.

--¿Y antes qué hacías?

--Antes de Churupaca vivía en Bolivia, estuve dos años allá. Es un lugar difícil, pero era adolescente. Todavía me cuesta entenderlo. Iba a bares, tocaba mis canciones y se acercaba gente y me pedía covers. Entonces dejé de tocar. Volví y empecé con Churupaca. Siempre me gustó mucho la música de raíz: Lila Downs, Violeta Parra y Chavela Vargas. También el rock argentino.

--¿De dónde viene ese bagaje?

--De casa. A mi padre le gusta mucho la música, es muy melómano. Mi hermano más grande es compositor, y escribe canciones desde que es chico. Nunca tocó, se dedica a otra cosa. Mi abuela nos regaló una guitarra, éramos muchos hermanos, y medio que nos peleábamos por ella. Una de mis hermanas fue a una clase de guitarra y nos enseñó los acordes, así fuimos aprendiendo a tocar. Mi hermana Lola hacía canciones desde muy chica, y también vi la posiblidad de hacerlas.

Bajo el seudónimo Lola Membrillo, su hermana Lola Aguirre es una de las dos mitades de Perotá Chingó: pioneras en la Argentina de los fenómenos virales en la música, además con canciones fogoneras. Y también es una de las invitadas de Claroscuro, en la canción Ven a visitarme (el otro featuring del álbum es con Santiago Motorizado en El gigante).

► Diseñarse un lugar propio

"Como música, lo que siempre quise es viajar y conocer nuevos lugares. Es muy inspirador. Igualmente, me gustaría hacer música de una forma mejor, con más recursos y poder dedicarle más tiempo. Soy diseñadora gráfica, y trabajo de eso. Tengo mi vida repartida entre ser música y ser diseñadora gráfica. Aunque hoy siento que es un privilegio no vivir de la música. Cada paso que di estuvo bueno. Estoy madurando diferentes cosas y entendiendo lo que significa dedicarme a esto", comparte.

--¿Ves este proyecto solista entonces como una revancha?

--Atravesé años de música queriendo también ser parte de una escena, de los festivales y de la industria. Este disco lo hice sin entender muy bien lo que estaba haciendo, en un estado medio de capricho y de mucha intimidad. Al ser un proyecto nuevo, no había un riesgo, un lugar que ocupar ni oyentes. No sabía qué música estaba haciendo ni qué música quería hacer. Hice canción por canción. Hoy esto sigue siendo difuso.

Aunque podía recurrir a su vínculo filial para abrazar la popularidad o apelar por la continuidad de ese sonido de fusión que la dio a conocer, Juana Aguirre se vistió de valentía y salió a patear el tablero, con su nombre de pila y con una propuesta que la ubica en un lugar insular de la escena. Lo demostró en la pasada edición de Quilmes Rock, donde actuó en el Escenario Geiser. "Canta parecido a la de Churupaca", circulaba por el recinto, mientras daba su primer show con este nuevo proyecto.

"Me resistía a tocar. Pero ahí pasan cosas que no suceden en otro lado", reconoce Juana, que dio su segundo recital en mayo en Eslovenia, como parte de un mini tour europeo que la llevo también por España y Alemania. "Todo tiene una razón de ser. O la debe tener."

Crédito: Cecilia Salas


--¿En qué está inspirada Claroscuro, la canción que titula tu disco?

--Me topé con un diccionario de Diana Aisenberg, una artista con la que tomé un par de talleres de pintura. Tiene varios libros hermosos, entre ellos el Diccionario de certezas e intuiciones, donde habla sobre la ambiguedad de las palabras. Algunas empezaron a estar en desuso porque significaban dos cosas a la vez, como "claroscuro", y eso me pareció hermoso.

--¿Qué te atrae de esos espejos?

--Me ayudó a entender que tenía que atrevesar un momento oscuro. Comprendí que en ese instante podía hacer cosas bellas, y que esos espacios te conectan con otros muy preciados. Muchas veces usamos toda nuestra energía para ir en contra de eso. A mí me sirvió evitarlo y darme cuenta de que había mucha luz en ese lugar.

--¿Cómo es volver a ser alguien nuevo?

--Está bueno. Quiero ahondar en ese misterio de intentar hacer música y no perder el foco. Acá yo no soy la nueva, sino la música.

"No es igual ver la luz o ver el todo. Aclaré de mi nube, tu contorno. Abracé mis dos lados. No más desencantos", versa Tu contorno, uno de los temas que Juana Aguirre tocará en la presentación de Claroscuro, el viernes 19 de agosto en el Teatro Maragrita Xirgu.

--¿Qué sentido tiene hoy la canción como herramienta?

--No es un estado de sufrimiento. Y sin duda es una herramienta, una forma de crear un espacio nuevo que antes no existía. Es una nueva realidad, y a la vez es un espacio de expresión cargado de libertad. Pero es algo que no controlo mucho. Por eso viene a mostrarme algo, un estado que no veía.

--¿Y cuál estado te gusta más? ¿El dark o el otro?

--Me gustaría vivir en paz…