El domingo pasado retomaron el diálogo para terminar de definir la sucesión de Martín Guzmán en el Ministerio de Economía. Para hacerlo posible, Alberto Fernández tuvo que superar sus propias dudas sobre la conveniencia de comunicarse con su vicepresidenta, empujado por todo su círculo íntimo, al que se sumó la voz de muchos gobernadores y la de la propia Estela de Carlotto.

A pesar de que Cristina Kirchner había dejado trascender su voluntad de recibir la llamada del Presidente finalmente, cuando ésta se produjo, llevó algunos minutos superar la tensión acumulada. Pero pudieron hacerlo. Prueba de ello fue que coincidieron en el nombre de Silvina Batakis para ocupar el timón de la economía nacional y, además, acordaron reunirse para seguir discutiendo los próximos pasos del Gobierno y la coalición oficialista.

El rersultado llegó antes de lo previsto y en la noche del lunes, apenas unas horas después del juramento de la nueva ministra, que antes había mantenido largas reuniones con Alberto Fernández y una charla con la vicepresidenta, Cristina Fernández se trasladó a la Quinta de Olivos para cenar con el Presidente.

La última vez que se vieron fue hace más de un mes, cuando compartieron el estrado en el acto por el centenario de YPF que se hizo en Tecnópolis. Ese día Cristina insistió con la metáfora de la lapicera, que en las semanas siguientes se transformaría en un clásico.

Noticia en desarrollo