Este jueves Natalia Bril presentará Hoy, su flamante disco, con una fiesta tanguera en el reinaugurado Galpón B (Cochabamba 2536). Las puertas, cuenta, abrirán ya desde las 21 con el dj Fer Bietti y a lo largo de la velada transcurrirán las canciones de sus colegas que ella reinterpretó para el disco, habrá una exhibición de baile (de Maite Dobarro y Ligeia Moya) y como cantantes invitadas Delfina Daverio, Natalia Lagos, Ana Sofía Stamponi y Marisa Vázquez. La placa reúne ocho tangos compuestos por mujeres, en su mayoría, autoras actuales (ahí aparecen figuras imprescindibles del circuito, como Elbi Olalla o Cintia Trigo) y uno de Maruja Pacheco Huego (“Canto de ausencia”). La dirección musical corrió por cuenta de una de las pianistas más importantes del momento para el tango, Noelia Sinkunas.

-¿Cómo apareció el concepto del disco?

-Surgió. Creo que como producto de las vivencias últimas, de los últimos años, las transformaciones a nivel social, colectivo. Aparte empecé a sentir que necesitaba decir otras cosas sin dejar el lenguaje del tango y empecé a encontrar eso en las letras de mis colegas actuales, a las que veo a diario en el ambiente. Y hubo otro factor. El tercero, que es que hace tiempo vengo pensando que, y esto es algo que escuché decir a otras y otros colegas, hay que dejar atrás la nostalgia nociva del tango. Esa cosa de que siempre “tango era el de antes”. Porque entonces el tango del momento sólo se valoriza muchos años más tarde.

-¿Qué eran esas cosas que necesitabas decir?

-Eran muchas cosas. Pero por ejemplo, desamor hubo en todas las épocas. La cuestión era cómo estaba recortado antes y cómo eso miso se pone en palabras hoy por una colega, y es muy distinto. Estoy pensando claramente en la mirada machista que daba cuenta en un relato de desamor, que traía esa mirada desde un lugar culpógeno. Y hoy la cosa está contada de otra manera, más cercana a como nos pasa.

-Esas reinterpretaciones podrían haber sido en cualquier clave, ¿por qué hacer milongueras esas versiones?

-Era sumarle otra variable de desafío. Yo ya venía conectando con el baile y no encontraba un disco así: milonguero, de compositoras actuales o diversidades sexogenéricas. Yo soy militante del tango y creo que hacer un disco milonguero también tiene otra llegada. ¡Se puede bailar! ¡Es hermoso cantar para que baile la gente! Me imaginé esa situación, cantar lo que tenía para decir y que encima lo bailen. Pero no es que lo hice así porque ahora estoy bailando, sino porque yo ya estaba entrando en ese mundo desde antes, desde las giras con La Hoguera, cantando en milongas aunque no bailara. Me parecía que ahí había algo importante en términos de militancia tanguera.

-¿Por qué?

-Porque el tango por un lado es escuchado, pero por otro también es bailado. Es importante que se empiece a bailar más a las mujeres y las diversidades. Porque eso sucede muy poco. No sólo al tango nuevo. A las dos cosas. Es bueno y necesario.

-¿Cómo fue el trabajo con Sinkunas?

-La convoqué y le conté la idea: un disco de compositoras actuales arreglado para milonguear. Ella enseguida se copó, le conté qué temas tenía y nos pusimos a buscar otros. Así apareció “Noches de Cocha”, un tema de ella, por ejemplo. Los que ya estaban eran Conspiración, Jardín del desierto, El Ritual, Ámbar, Nochecitas de enero, y La turba también estaba. Noe es muy perceptiva. Y, un poco a la vieja usanza, buscamos pensar una unidad del disco, que haya un hilo que una un tema con otro.

-Varios de los temas que elegiste tienen versiones originales muy, muy fuertes. “Jardín del desierto” o “La turba”. ¿Cómo trabajás desde lo interpretativo cuando te encontrás con temas así?

-Ese siento que es mi fuerte. Si puedo cantar un tema, es porque ya lo sentí y me va surgiendo sólo el cantarlo. Por supuesto que tengo una relación muy estrecha con las letras. Las leo y analizo mucho, pienso qué me toca a mí esa letra. No sé si tengo un método. Sí hay palabras y frases que me resultan claves. Y después me lleva la música. Lo fundamental es ponerle la experiencia propia al tema. Que no quede vacío de esa experiencia. En ese sentido, soy mayormente intérprete. Al menos hasta ahora hice sólo una letra, “Escuadrón de glitter”, en coautoría con Claudia Levy y para un disco colectivo. Pero como soy intérprete, entonces cuando canto estas letras de otras, me aparecen mis propias experiencias en función de lo que me dice esa letra. Y ahí están las personas de mi vida.