Tras los avances del gobierno nacional para traspasar la totalidad del manejo del Potenciar Trabajo a los gobernadores e intendentes, la Unidad Piquetera anunció que este jueves realizará asambleas frente a los municipios de todo el país. La convocatoria lleva la consigna Los punteros en los barrios nunca más. Consistirá en concentraciones en las plazas, frente a las intendencias. Para polarizar con el Frente de Todos, los dirigentes de la Unidad Piquetera irán a la municipalidad de Avellaneda.

Con la actividad van a denunciar también que existe “una campaña política y mediática contra los movimientos sociales”, una preocupación que sienten no solamente las organizaciones de izquierda de la Unidad Piquetera sino todo el conjunto de los movimientos. Y no les faltan motivos: durante la mañana, mientras la convocatoria se difundía, en la Jujuy de Gerardo Morales la justicia allanó las casas de dirigentes del Frente de Organizaciones en Lucha, la Tupac, Nuestramérica, el Movimiento Evita, el MTR 12 de Abril y el Frente Darío Santillán.

El día anterior ya le había tocado a la Corriente Clasista y Combativa, que tuvo doce allanamientos Saavedra, La Matanza y San Martín.

Se trata de acusaciones sobre supuestas retenciones de dinero a beneficiarios del Potenciar Trabajo, que cobraron impulso en el clima de sospecha que la dirigencia política viene instalando sobre las organizaciones sociales.

En el caso de Jujuy, lo que se sabe hasta ahora es que se trata de una investigación abierta de oficio, es decir que no tiene denunciantes particulares. La acusación es de asociación ilícita.

En el caso de los allanamientos a la CCC, serían por una causa que inició el macrismo en 2019, ahora reflotada. “Los allanamientos fueron muy violentos, con un uso de la fuerza desproporcionada. La policía entró pateando puertas. Los abogados se encontraron con trabas para acceder al expediente”, detallaron voceros de la Corriente a este diario.

En síntesis; la pulseada del peronismo con las organizaciones sociales por los planes no quedó contenida en esos límites, sino que reavivó la ofensiva, siempre lista a cobrar nuevo impulso, de los sectores de la derecha.

Con los gobernadores

Las tensiones entre la dirigencia política y los movimientos vienen en aumento por varias razones. Una es el crecimiento de las protestas de la izquierda que, con la suba en el precio de los alimentos, convocan a sus actividades un número creciente de manifestantes. Los últimos acampes en la 9 de Julio fueron realmente masivos. Otra es la disputa conocida, dentro del Frente de Todos, entre el kirchnerismo y el Movimiento Evita. Otra razón es el visible cambio de orientación del Ministerio del Desarrollo Social desde la asunción de Juan Zabaleta, un ministro de perfil pejotista.

Ex intendente de Hurlingham, Zabaleta viene pulseando con los movimientos desde diciembre, cuando implementó un sistema que permite a los beneficiarios del Potenciar elegir otra unidad ejecutora donde hacer la contraprestación. Más tarde, para la época de la firma del acuerdo con el FMI, el ministro anunció que no habrá más altas en el Potenciar Trabajo.

Zabaleta dió a conocer recientemente un informe que detalla que de diciembre a junio recibió 7.700 solicitudes de beneficiarios del Potenciar para cambiar de Unidad de Gestión por “maltrato, irregularidades con las tareas a realizar, exigencia de cobro de una cuota o aporte, amenazas de baja y obligación de ir a marchas o movilizaciones”, en una construcción de las organizaciones sociales como enemigas del bien común.

El ministro retomó el tema en su encuentro de esta semana con los gobernadores del Norte Grande, a los que habló sobre la resolución de dar a los beneficiarios de Potenciar la posibilidad de cambio de Unidad de Gestión. En este sentido, Zabaleta llamó a que los Estados provinciales tengan una “mayor presencia” en el manejo del Potenciar Trabajo.

Un poco de historia

Esta pulseada de intendentes versus movimientos sociales por el manejo de los planes no es nueva. Todo lo contrario: los primeros planes de empleo fueron creados en el ‘95, para contener las protestas de los desocupados del menemismo y tuvieron como primera contraprestación diversos trabajos en las intendencias, aunque las nacientes organizaciones sociales reclamaban usarlos con autonomía; y muchas veces lo lograban. Eran los años previos al 2001 y los movimientos, por entonces comisiones barriales de desocupados, crecieron en disputa con el peronismo. La política generalizada era de represión a los cortes de ruta, pero en la medida que los cortes eran masivos, terminaban en una negociación. Por supuesto, acceder a planes les daba a los nacientes movimientos un recurso con el que crecer y ganar en organización.

Tras la crisis de 2001, el presidente (interino) Eduardo Duhalde masificó los planes: creó el programa Jefes y Jefas de Hogar. Duhalde presentó el Jefes de Hogar como un programa de generación de empleo cuya implementación quedaría a cargo de los intendentes, porque eran “quienes mejor conocían las necesidades locales”. Sin embargo, años después el propio Duhalde reconocería que este planteo era sólo discurso, cáscara vacía: “Era un imposible. ¿Quién puede ofrecer tanto trabajo en medio de una crisis tan grande, en la que ni los municipios podían pagarle el sueldo a sus empleados? No se podía dar ocupación efectiva a esa cantidad de gente”, sinceró en su libro Memorias del Infierno.

En los gobiernos kichneristas esa tensión no desapareció, pero sí se redujo nítidamente, al calor de la creación de 5 millones de puestos de trabajo y de otros mecanismos de distribución del ingreso, como la Asignación Universal por Hijo y las moratorias jubilatorias. El kirchnerismo además tuvo, a una escala insuficiente pero lo tuvo, un programa de apoyo a las cooperativas de trabajo. Y con la recuperación de la confianza en la política, los movimientos sociales más disruptivos perdieron peso, dando lugar a que surgieran organizaciones del campo de lo nacional y popular; entre ellos el Movimiento Evita, que creció con Néstor pero -ya en otro clima económico, el posterior a la crisis mundial del 2008- se alejaría de Cristina.

Mauricio Macri multiplicó nuevamente el número de planes, aunque tuvo su propio método para quitarle potencia a las organizaciones: dejó sin respaldo a las cooperativas y emprendimientos productivos que en la década anterior habían conseguido ponerse en pie. En su gestión, la única contraprestación posible fue hacer capacitaciones. En otras palabras, la tensión entre movimientos sociales y dirigencia política reaparece en cada crisis.

En la Ciudad de Buenos Aires

Las asambleas de la Unidad Piquetera darán comienzo a las 9 de la mañana. En la ciudad de Buenos Aires concentrarán frente a la jefatura de Gobierno.

“Somos atacados por todo un arco político que va desde Cristina, pasando por Bullrich, Larreta y Larroque. Ni hablar de los liberfachos de Milei y Espert que nos estigmatizan y les gustaría eliminarnos”, planteó la Unidad Piquetera en la convocatoria.

A su vez, la Corriente Clasista y Combativa llamará a una conferencia en el Congreso para dar detalles de los allanamientos que tuvo el martes, que en La Matanza concluyeron con la policía gaseando a los vecinos que se habían acercado a protestar.