Los constructores de la Torre Alvear se valen de un recurso publicitario para vender su emprendimiento, que triplica –y un poco más– la del Obelisco, el símbolo emblemático de los porteños. Con sus 235 metros –aquel asciende a 68– y 72.000 metros cuadrados de superficie, cuando quede concluida se transformará en la más alta de Sudamérica. Su fecha de terminación estaba pautada para el año pasado, pero se demorará hasta 2018. El grupo Alvear, que llevó adelante esta obra para un público millonario, argumentó que el retraso se debió a que la Aduana retuvo materiales de exportación que eran indispensables.

En agosto de 2015, La Nación publicó declaraciones de Andrés Kalwill, director comercial del Grupo Alvear: “El tema de la importación nos complicó la obra, sobre todo, durante 2014. Nosotros utilizamos muchos equipos, como plumas –N. de R.: grúas en altura– especiales para movimiento de materiales, que no ingresaban en el país. En este momento, tenemos sólo tres…” explicaba. 

El edificio más alto de Buenos Aires contará con 197 departamentos, siete monoambientes y 426 cocheras. Algunas de las selectivas viviendas orientadas hacia el norte y con vistas al Río de la Plata pueden alcanzar los 500 metros cuadrados. Equivalen a la superficie de diez discretos apartamentos de tres ambientes. En su página corporativa, el grupo Alvear presenta a la torre como “el proyecto más relevante de la ciudad” y que “cambia la perspectiva desde la que vemos Buenos Aires”. Resalta entre las características de este gigante urbano que la altura desde el piso al techo de cada vivienda es de 3,30 metros y tiene “la elegancia del grupo” que hizo el emprendimiento.

La constructora Criba que levantó el rascacielos no es la primera vez que hace edificios de gran altura. Tiene como antecedentes a la Torre Repsol YPF que proyectó Cesar Pelli y los edificios Quartier Torre Unión, entre otros. Sus emprendimientos en el sector privado se complementan con la provisión de obra pública, sector donde ocupa una posición de privilegio.