Pipa                  5 Puntos

Argentina, 2022.

Dirección: Alejandro Montiel.

Guion: Mili Roque Pitt, Alejandro Montiel, Florencia Etcheves.

Duración: 115 minutos.

Intérpretes: Luisana Lopilato, Mauricio Paniagua, Inés Estévez, Ariel Staltari, Paulina García, Malena Narvay.

Estreno en Netflix.

El tercer y último capítulo de la trilogía dedicada a Manuela “Pipa” Pelari, basado como siempre en la creación literaria de Florencia Etcheves, levanta un poco la puntería respecto de la anterior La corazonada (2020). Como aquella, y a diferencia de la primera entrega, Perdida (2018), estrenada en salas de cine con bombos y platillos, Pipa desembarca directamente en Netflix, una de las principales empresas productoras. Aquí ya no se trata de volver a los primeros pasos de Pipa (Luisana Lopilato) como agente policial, departamento de crímenes violentos, sino de seguir su derrotero años después de abandonar la fuerza… a la fuerza. Es que a la ruda rubia parece habérsele ido la mano en la investigación de un caso, y la nueva vida junto a su hijo pre púber en un pequeño pueblo del norte argentino se le debe haber antojado como un posible renacimiento. Así la presenta el film de Alejandro Montiel, director de los tres largometrajes: metiendo la pala en la tierra de su pequeño huerto, mientras el pequeño de la familia llega a casa montado en un corcel moteado.

En paralelo, desde luego, ocurre un crimen inusitado: una joven de raíces aborígenes que aparece calcinada en un paraje aislado de la localidad de La Quebrada. A pesar del rápido y tajante despacho de la investigación formal –muerte accidental– las dudas comienzan a rondar por la cabeza de la protagonista, instigada en parte por su tía (la chilena Paulina García). ¿Quién, cómo y por qué la asesinó? Todo parece señalar hacia algunos de los encumbrados y endogámicos miembros de la familia más poderosa de la región, dueños de tierras en litigio con los habitantes originarios, empresarios de la minería y amigotes del poder político. 

Con ese planteo de base, Pipa sigue los lineamientos del thriller policial con un ojo puesto en la pesquisa y, en el último tercio, se abre a la posibilidad de la acción física. O sea, golpes, tiros y sangre a derramar. Pipa es esencialmente rutinaria, esquemática y, por lo tanto, previsible. Tan esquemática como el personaje interpretado por Inés Estévez, la matriarca de la familia ricachona (sus miradas en escorzo podrían formar parte de una telenovela de los años 80) o su hijo descarriado, la oveja negra que parece actuar bajo los efectos de una anfetamina tan poderosa que lo transforma en macchieta.

Los puntos a favor respecto de su antecesora, la precuela La corazonada, incluyen los espacios abiertos del rodaje en locación –registrados con una fotografía prístina e impecable, cortesía de Guillermo Nieto –, que por momentos le aportan al relato un aire a neo western sin duda buscado, y el aporte del reparto de secundarios, en particular el de García y el de Víctor López, el extraordinario inspector Cruz de Muere, monstruo, muere. Pero no alcanza para hacer de Pipanuevo ejemplo del cine “algorítmico” que supimos conseguir– mucho más que un calco de relatos más potentes, rendidores y originales.