“El periodismo nació para contar historias, y parte de ese impulso inicial que era su razón de ser y su fundamento se ha perdido ahora. Dar una noticia y contar una historia no son sentencias tan ajenas como podría parecer a primera vista. Por lo contrario: en la mayoría de los casos, son dos movimientos de una misma sinfonía”. A partir de esta certeza, escrita a comienzos de 2001, el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez esgrimía la teoría de que, frente al avance de la inmediatez propuesta por las nuevas tecnologías, la supervivencia de la prensa escrita se encontraba en la profundidad narrativa que se logre alcanzar. Dieciséis años después, la fundación que lleva su nombre y es dirigida por sus hijos, se convirtió en el espacio desde el que se lanzó Angular, una plataforma digital de periodismo narrativo enfocada en la cobertura de problemáticas sociales, conflictos y crisis globales.

“Creemos antes que nada que hoy es una necesidad contar con un espacio donde podamos escribir notas de largo aliento que permitan amplificar realidades invisibilizadas, silenciadas. Estamos convencidos de aquello que dijo Ryszard Kapuœciñski: ‘cuando la información se vuelve mercancía, la verdad deja de tener importancia’”, precisa Migue Roth, uno de los tres directores de la plataforma, en charla con PáginaI12 poco antes del comienzo de la presentación, que tuvo lugar el miércoles pasado en la Fundación Tomás Eloy Martínez (TEM). Quienes completan la coordinación son Bruno Grappa y el fotoperiodista Pablo Tosco, que actualmente reside en Barcelona, y desde allí envió un video en el que agradecía la posibilidad de que la Fundación TEM abriese sus puertas para esta plataforma, “en la que buscamos contar historias desde una cercanía necesaria, y no desde el lugar de creer que somos los que estamos dando voz a otros, sino que sea esa voz la que hable por sí sola”. 

La plataforma Angular, cuyos contenidos comenzaron a estar presentes en la web desde hace dos meses (www.espacioangular.org), cuenta en la actualidad con notas que recorren desde la pobreza extrema que reina en Haití y la “moda solidaria” de los viajes misioneros armados por universidades privadas a las comunidades Wichi en Formosa, hasta las rutas clandestinas que parten de Agadez, la ciudad que funciona como una frontera del desierto del Sahara, y permiten el éxodo hacia Libia. “Nos asociamos para concretar un espacio real de acción humanitaria –aclaró Roth al comienzo de la presentación–. No hay instituciones ni empresas que nos financien ni definan el contenido editorial. Nuestro modelo operativo está coordinado por los directores que integramos el proyecto y los colaboradores que quieren difundir sus historias”. 

Luego de las palabras iniciales, el micrófono fue de las periodistas Victoria De Masi –autora del libro Carlitos Way, la reciente biografía de Carlos Nair Menem– y Ana Prieto –autora de los libros Pánico y Todo lo que necesitás saber sobre terrorismo–, quienes habían sido convocadas con la premisa de desanudar algunos de los conceptos que rodean al periodismo narrativo: ¿Es una lectura de élite?, ¿existen hoy lectores con el tiempo y el deseo de adentrarse en este tipo de historias?, ¿cómo conseguir los recursos para producir notas que quizás llevan meses de gestación antes de comenzar a escribirse? 

“Hoy no podemos vivir solo de este trabajo, pero a su vez hay un convencimiento en la necesidad de transmitir estas experiencias”, dijo De Masi en relación a la disyuntiva que se abre al ejercitar un oficio que exige más tiempo del que los medios de comunicación están dispuestos a pagar. “‘Plata no hay’, dicen las empresas, pero nosotros sentimos que nuestro negocio es hacer estas notas. Así que hay que aprovechar propuestas como estas para contar esas historias que valen la pena”. 

En su intervención, Ana Prieto analizó la crónica periodística a través de un recorrido que comenzó con el libro Diario del año de la peste (1722) de Daniel Defoe y pasó por autores claves como John Reed, Gabriel García Márquez y John Hersey, e incluyó algunos otros autores que incursionaron en el género, como Murakami y el cineasta Rithy Pahn. Desde allí. aseguró que las nuevas tecnologías y la maximización de la velocidad como paradigma filosófico, también se vieron obligados a incorporar la necesidad del ser humano de conectarse con esos relatos que hablan, como dijo la periodista y escritora Svetlana Alexievich –Premio Nobel de Literatura 2015–, de ese “espacio minúsculo que ocupa un solo ser humano”. 

Prieto destacó que en las últimas estadísticas tomadas por el New York Times en relación al tipo de lecturas en tablets y smartphones, se había detectado que los relatos de largo aliento ocupaban la mayor cantidad de tiempo de las lecturas digitales. “Por eso los editores nos están pidiendo historias largas, que es lo que propone esta nueva plataforma”, dijo la periodista.