Desde Moscú

La Copa de las Confederaciones arrancará hoy en Rusia, en la antesala a lo que será la Copa del Mundo de 2018, para la que la Argentina aún no tiene asegurado su pasaje. Esta será la décima edición de este torneo que juegan los últimos campeones de la seis Confederaciones de la FIFA: Portugal, Camerún, Chile, Australia, Nueva Zelanda y México, más Alemania por ser el último campeón del mundo, y Rusia, la nación anfitriona. El partido inaugural se celebrará en San Petersburgo, en un encuentro que disputarán Rusia y Nueva Zelanda (desde las 12 hora de Argentina). Antes de que suene el silbato, el Comité de Organización ruso prometió una ceremonia de apertura con 1500 personas en escena, un show de luces y la música del compositor ruso Igor Stravinski. 

El estadio elegido para disputar el primer encuentro es el Zenit Arena, que se inauguró a finales de abril envuelto en la polémica puesto que retrasó su apertura unos 8 años y terminó convirtiéndose en el más oneroso de la historia. En total, más de 800 millones de euros.

Los tickets vendidos ya superaron la cifra de 300 mil, y las autoridades rusas esperan la llegada de entre 50 mil y 70 mil turistas. Muchos de ellos probarán el sistema Fan-ID que permitirá a los turistas ingresar al territorio ruso sin el visado que se exige para diversas naciones. La credencial es posible de obtener por cualquier persona que adquiera una entrada oficial y se registre en la web. Con ella, además, podrá utilizar el transporte público de las ciudad-sede de forma gratuita, durante los días que se celebren los partidos. 

Aunque a los ciudadanos de Argentina no les afecta porque pueden ingresar a Rusia por tres meses sin necesidad de visado, el sistema FAN-ID será de vital importancia para buena parte de los 700 mil turistas que se esperan para el Mundial 2018.

Las calles moscovitas se vistieron discretamente con cartelería dedicada a la Copa Confederaciones. La mejor forma de advertir los afiches es por la presencia de la mascota, el lobo Zabivaka (en el idioma ruso: meter un gol). De otra manera, habría que aprender a descifrar el alfabeto cirílico en el que están mayormente escritos.

Solo en las semanas previas al inicio de la Copa se observó mayor clima futbolero. Por ejemplo, con la realización de un torneo de metegol en las principales estaciones de la gigantesca red de metro de Moscú. El tendido supera los 300 kilómetros e incluye 12 líneas. 

En general, la expectativa del torneo es alta por conocer cuatro de los doce estadios que se utilizarán en el Mundial, y también para observar la performance de selecciones con serias aspiraciones como Portugal, que capitaneará un encendido y reciente campeón de la Champions League y la Liga de España, Cristiano Ronaldo; la eterna y multicampeona Alemania; el seleccionado de Chile, último ganador de la Copa América, o la selección de México, que disfruta de un presente ganador y goleador, de la mano del técnico colombiano Juan Carlos Osorio.

Sin embargo, y a pesar de la cuota de buen fútbol y las postales turísticas que pueda entregar este copa que se extenderá hasta el 2 de julio, para la gran mayoría de los amantes del fútbol, incluidos los argentinos que no podrán ver al seleccionado en este torneo porque perdió la final de Brasil 2014 con Alemania, y la final de la Copa América con Chile, se trata de la antesala a la celebración del próximo Mundial, que se jugará en territorio ruso el año que viene.

Rusia es la nación más interesada en seguir en detalle el desarrollo de la Copa Confederaciones, debido a que será una prueba de rigor para demostrar el desempeño del Comité Organizador, las instalaciones deportivas, el funcionamiento del sistema de transporte, la calidad del alojamiento y, sobre todo, la seguridad de cara al Mundial de Fútbol de 2018.

Desde que en los últimos años el terrorismo ha puesto su objetivo sobre los eventos deportivos, la seguridad es el factor más sensible e importante a la hora de organizar eventos masivos como un Mundial, o la misma Copa Confederaciones. En efecto, Rusia los sufrió en su propia tierra meses atrás, con un atentado en la red de metro de San Petersburgo.

Las cuatro sedes elegidas para la Copa Confederaciones son Moscú, San Petersburgo, Kazán y Sochi. Las primeras dos son las principales urbes del país, y como tales son las que mejor estaban preparadas para recibir un certamen de estas características, incluso antes de que Rusia obtuviera el boleto para organizar el Mundial de Fútbol.

De todas formas, los estadios ofrecidos al torneo fueron construidos recientemente. El Zenit Arena –como se dijo anteriormente, se inauguró en abril–, y el Otkrito Arena, casa del último campeón del fútbol ruso, Spartak, se abrió al público en el 2014. Para ser utilizado por la Copa Confederaciones, solo tuvo que realizar cambios de maquillaje, como retirar las redes de seguridad que protegen el campo de juego, o triplicar los espacios para la prensa. 

El Kazán Arena, por su parte, está ubicado en la ciudad homónima, capital de la República rusa de Tartaristán, a unos 800 kilómetros de Moscú. Se inauguró en el 2013 para un gran certamen entre universidades rusas, y cuenta con capacidad para 45 mil espectadores. Un aspecto que lo destaca de otros estadios de primera categoría es la enorme pantalla HD que anima uno de los laterales exteriores.

En cuanto a las instalaciones deportivas que albergarán a las selecciones (México ya se encuentra allí para enfrentar el domingo a Portugal), se utilizarán de base las que se construyeron para la competencia entre universidades. 

La urbe está ubicada sobre una orilla del río Volga, y es pequeña pero bella y muy ordenada. Entre sus atracciones, se destacan el Kremlin de Kazán y la mezquita Qul Sharif, una de las más grandes de Europa. Con un poco más de tiempo, se puede abordar el bus turístico y conocer detalles históricos muy interesantes: tanto el líder revolucionario Lenin como el escritor ruso León Tolstoi estudiaron en la Universidad de Kazán.

En la sede de Sochi, la ciudad balneario rusa cuyas costas baña el Mar Negro, se encuentra el estadio Fisht. Fue inaugurado para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2013 y cuenta con capacidad para 48 mil espectadores. En cuanto a los hoteles, restaurantes, carreteras y sitios turísticos de la ciudad, conservan el brillo que le proporcionó la inyección de billones de rublos que se realizó durante los preparativos de la olimpíada. En la actualidad, y producto de la crisis económica, millones de rusos disfrutan de sus vacaciones allí.

Las autoridades del país aseguran que será un evento histórico, y que los rusos saben cómo hospedar a sus invitados. Solo dos aspectos escapan de su organización. El clima y el desempeño de su seleccionado. En las semanas previas al inicio del verano, las temperaturas se mantuvieron alrededor de los 10 grados, incluso en algunos días granizó. En cuanto a lo futbolístico, el Ministro de Exteriores ruso aseguró que la performance del equipo ruso es “preocupante”, puesto que los jugadores “siempre son muy impredecibles”.