El nuevo ministro de Economía se enfrenta a una emergencia y a varias urgencias. Las medidas anunciadas por Sergio Massa y las próximas que se conocerán en estos días tienen una exigencia inicial, indispensable para cualquier evaluación política y económica de esta experiencia: conseguir dólares en cantidad para el Banco Central.
Sin sumar reservas a las exhaustas arcas de la entidad monetaria la estrategia de comunicación, con muchas señales de comienzo de una nueva etapa en la coalición de gobierno, que en estos días fue efectiva en la imprescindible construcción de renovadas expectativas económicas y sociales, quedará como otro intento fallido para contener una crisis cambiaria-financiera que terminaría afectando la dinámica de la actividad económica y laboral.
La emergencia que quiere atender Massa, según las varias iniciativas difundidas en el microcine del Palacio de Hacienda, es entonces conseguir un monto suficiente de dólares para aumentar en forma considerable las reservas del Banco Central. El flamante equipo económico sabe que sin esa condición resulta imposible ocuparse de las urgencias, que en forma resumida son la baja sustancial de la tasa de inflación desde niveles intolerables social y políticamente y la consiguiente recomposición de los ingresos de trabajadores y jubilados.
La secuencia de intervención de la gestión económica quedó expuesta de la siguiente manera en la presentación del ministro Massa:
1. Medidas directas e inmediatas para incrementar el stock de dólares en el Banco Central.
2. Con la recuperación de un nivel mínimo de reservas disponibles, la aspiración es tranquilizar el mercado cambiario con cotizaciones de los dólares bursátiles (contado con liqui y MEP) que apunten a reducir la brecha con respecto al tipo de cambio oficial.
3. La apuesta a la estabilización de la plaza cambiaria resulta una de las principales medidas antiinflacionarias.
4. Ahora bien, además de la seducción para la liquidación de dólares de exportaciones y la propuesta de conseguir divisas por la vía financiera de bancos internacionales y de organismos multilaterales, la economía argentina bimonetaria demanda, en situaciones de asfixia cambiaria, reducir el déficit fiscal, evalúa el equipo de Massa.
5. El actual desequilibrio de las cuentas públicas no es pronunciado para otras economías, pero sin acceso fluido a financiamiento (externo y local) resulta perturbador del mercado cambiario.
6. Aquí aparece el vínculo, para el equipo económico que lidera Massa, de la cuestión fiscal y la búsqueda de la estabilidad cambiaria sumando dólares. Los dueños de los dólares (exportadores y sistema financiero, además del FMI) reclaman la reducción del déficit para entregar algunos millones. Así se entiende la ratificación de Massa de la meta de 2,5 por ciento de déficit fiscal pactado con el Fondo para este año, con las medidas específicas para conseguirla.
A esta situación económica delicada, que implica brindar concesiones a sectores privilegiados por ser exportadores netos y que, a la vez, exigen restricciones fiscales, se llegó por la constante pérdida de reservas, agudizada en estos meses por las importaciones de energía a precios sustancialmente más elevados que los del año pasado, debido al conflicto bélico en Ucrania y a las sanciones económicas a Rusia.
La misión de Massa de ocuparse de la emergencia económica, que resulta eminentemente cambiaria-financiera, tiene también el objetivo de atender el frágil cuadro político-institucional por el acelerado deterioro en que había ingresado la coalición de gobierno.
Sumar dólares en cantidad en el Banco Central no sólo viene a dar respuesta a la necesidad de estabilidad cambiaria y, por lo tanto, intentar desplegar una estrategia de reducción de la inflación y mejorar los ingresos de los sectores populares, sino también garantizar que el gobierno del Frente de Todos pueda culminar su mandato en diciembre de 2023 y entonces abrir una ventana de oportunidad electoral para el oficialismo en las próximas elecciones.