La gente sabe de estas cosas. Los hinchas de Independiente alentaron todo el partido y cuando faltaban cinco minutos empezaron a cantar eso de “movete, deja de joder”. Tenían mucho miedo de que pasara lo que finalmente ocurrió, que River terminara concretando su dominio en la red, porque los de Falcioni se habían metido muy atrás en ese tramo resignando toda posibilidad de contra. 

El gol de River no fue culminación de una buena jugada, ya que Zucculini pateó en teoría al arco, la pelota quedó en los pies de Suárez y a cobrar. Y vale, claro que sí. De carambola vale lo mismo. Y también es justo. En el balance de los 90 minutos el equipo de Gallardo quiso más, buscó más, y además de vocación ganadora llegó mucho más y mejor que su rival.

A Independiente le siguen soplando vientos en contra. Venía de una buena victoria, tuvo algunos pasajes buenos, especialmente en el primer tiempo, y hasta puso en aprietos a su rival en sus espaciados buenos momentos. Parecía, además, que iba a a dejar conforme a su gente con el puntito en el regreso de Falcioni, pero retrocedió unos cuantos casilleros una vez más.

El partido fue siempre desparejo pero en el primer tiempo las diferencias de jerarquía no se notaron tanto. Con River intentando las asociaciones habituales, y con Independiente bien agrupado atrás para poder salir de tanto en tanto con pelotazos largos, tratando de sorprender a una defensa que no tiene la solidez de otros tiempos.

La mejor llegada de esos 45 minutos fue de River: un remate de Solari a quemarropa al buen arquero de Independiente, que va en el camino correcto para tener continuidad. 

El 0-0 que le quedaba pintado a los locales, pero las variantes ensayadas por Gallardo (entraron De La Cruz, Suárez y Borja y salieron Aliendro, Beltrán y Barco) empezaron a pesar en el aumento de la inclinación de la cancha. 

De la Cruz le agregó movilidad, Solari por la derecha era una amenaza de desborde permanente, Palavecino tenía el dedo en el gatillo, y la dupla Suárez-Borja generaba inquietud en el fondo local. Insinuaciones que se acentuaban porque Falcioni sumaba cambios para sostener el empate.

El VAR estuvo a punto de convencer a Rapallini de que Barreto le había hecho un penal a Borja (en realidad fue un forcejeo que empezó el colombiano), y el mismo VAR puso algo de incertidumbre en el gol de Suárez. Trazaron líneas y vieron que el delantero de River estaba habilitado.

River está lejísimos de su mejor versión, pero la idea de que la búsqueda tiene premio, le va a ayudar a recomponer su imagen. No jugó bien, hizo un gol de carambola, pero ganó merecidamente.